Consejo VIII

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Miró con nostalgia el ventanal, entrecerrando los ojos mientras trataba de contar las lámparas que iluminaban las calles de París, suspirando de vez en cuando.
- Faceache, ¿Qué te pasa?
- ¿Por qué tenía que venir contigo a Francia?
- Porque tenemos una entrevista, idiota.
- Pero Noodle podría haber venido con nosotros.
- Ella está ocupada con lo del diseño de ropa y modelaje.
- Pero París es...
- Te digo que ella está ocupada.
- La extraño.
- Deberías llamarla.
- Me dolería no poder hacer nada más que hablar con ella.
- Pero puedes hacer la llamada. - Hizo un gesto sugestivo, elevando sus cejas.
- ¿Qué? - Murdoc sonrió perversamente, sacando la lengua.
- ¿Nunca has tenido sexo telefónico?
- ¡¿Qué?!
- Oh, vamos Stu, si no tienes a Noodle a tu lado puedes llamarla y hablar de las cosas que quieres hacerle y que te haga. - 2D enrojeció. - Aunque si quieres verla, puedes llamarla por Skype, ahí tendrías imagen y yo podría grabarlos para tener con que chantajearlos...¡Qué buena idea!
- No haré eso, suena asqueroso. - Murdoc rio, palmeando un hombro al cantante.
- Me voy a mi cuarto, yo sólo te dejo con la idea.
Murdoc se fue a su habitación, dejando a Stuart solo en su propio cuarto.
Miró unos minutos más por la ventana antes de moverse y dejarse caer en la cama.
Tamborileó los dedos sobre su estómago, mirando el techo antes de darle un vistazo a su teléfono que descansaba sobre el velador.
Pensó en las palabras de Murdoc, su corazón bombeando con fuerza antes de alcanzar el aparato y marcar el número de Noodle.
Sólo esperaba que ella estuviese dispuesta a lo que quería.

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