Compromiso VIII

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Una niña pequeña corría siendo perseguida por un gato, un anciano cortando ramas de una planta en una maceta mientras vigilaba a la niña.

El sonido de un carruaje los distrajo a ambos de su tarea, la niña mirando fijamente a los caballos que trotaban hasta la entrada de su casa, el cochero deteniéndolos con determinación cuando ya estuvieron en su destino.

La portezuela de la carroza de abrió, un hombre alto que la niña no conocía saliendo para poder tenderle la mano a una joven mujer.

- ¡Madrina! – Gritó la pequeña antes de saltar a los brazos de la joven que la recibió con una gran sonrisa.

- ¡Señorita Noodle! – Saludó el viejo hombre, caminando lentamente hasta la mujer.

- Lía, Damián. – Dijo Noodle antes de tenderle al más viejo una canasta que se había asegurado de bajar con ella.

- Milady, si me disculpa, iré al pueblo por unos encargos de su padre y luego pasaré por ustedes. – Interrumpió el cochero, Noodle asintiendo antes de alzar a Lía para limpiar una mancha de polvo en su mejilla.

- Ve.

- ¿Quién es él? – La niña indicó con su dedo a Stuart antes de que Noodle la reprendiera en voz baja sobre las normas de conducta que debía tener.

- Mi prometido. – La voz de Noodle salió trémula, sin embargo, trató de dar énfasis para que no se notara su nerviosismo. – Lord Stuart Pot, futuro Conde de Essex. – Presentó.

- Un gusto conocerla, señorita. – Con una reverencia que habría de derretir miles de corazones, Stuart se ganó a la ahijada de su prometida, la niña lanzándose a los brazos de él para poder jalar su cabello azul y mirar más de cerca sus ojos oscuros.

- Deja al Lord en paz, niña malcriada.

- Pero abuelo. – Solo bastó el ceño fruncido del viejo Damián para que la niña volviese al suelo para corretear mientras su abuelo invitaba a la pareja de prometidos al interior de su casita.

- Tengo la medicina de su padre, señorita Noodle, además, coseché algunas rosas para preparar ese té que tanto le gusta y preparar la pomada para sus manos.

El viejo removía entre unos frascos, su nieta revisando el interior de la canasta, sacando unos dulces.

- ¡Aquí están! – Con manos temblorosas, tendió unos frascos a la joven, ella asintiendo agradecida.

- Madrina, vamos, Miu tuvo bebés y quiero que los veas. – Exigió Lía, dejando los dulces y agarrando a Noodle de un brazo antes de que se pudiese sentar para tratar de arrastrarla hasta donde estaba su gata con sus crías.

Noodle solo suspiró, dejándose guiar por la niña, su prometido y Damián quedándose solos en la pequeña sala.

- Linda niña. – Apenas susurró Stuart, alcanzando uno de los dulces abandonados para poder saborearlo.

- Si, se parece mucho a su madre. – El joven hombre no supo si se había referdo a la niña o a su prometida, pero decidió mantene la boca cerrada.

Eso parecía lo mejor.

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