Control

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Debía estar tranquilo, debía parecer tranquilo.

Respiró lentamente el humo que llenaba la sala de su casa, observando a desconocidos pasearse con confianza, como si fuesen sus amigos desde hace años. Detestó la idea de que fuese una despedida para Ace, en verdad el bajista le caía bien y lo trataba como un ser humano, sin embargo, Murdoc había hecho de las suyas y era hora de que retomara su cetro y su trono, despojando al cantante del lugar que se había ganado a fuerza de empeño y dedicación.

Miró a su alrededor, sus ojos deteniéndose en una figurilla que él conocía muy buen, sus dedos doliéndole al apretarlos para evitar cometer alguna estupidez, mordiéndose la lengua cuando vio que la mujer dueña de su atención reía y jugueteaba con su pelo, pestañeando rápidamente mientras hablaba con un sujeto rubio y musculoso.

Quería ir y tomarla de la cintura, hacerla callar con un beso y espantar al tarado con una de sus recién estrenadas miradas espeluznantes, como esas que te dan los espíritus aterradores en las pesadillas, pero multiplicada por mil. Se contuvo, repitiéndose una y otra vez que debía mantener las apariencias, nadie en la fiesta sabía lo que él sentía y ella...ella parecía querer olvidar que era su novia por esa noche, fingiendo ser libre cuando en la soledad de sus propios pensamientos sabía que no lo era. Tal vez esa indiferencia tenía mucho que ver con la pelea que habían tenido más temprano, esa en que él reclamaba poder besarla en público y ella, el poder vivir tranquilos su relación, sin que ningún entrometido metiese su nariz donde no le importaba.

El coqueteo de ella se estaba volviendo insoportable, sus miradas de soslayo, su risita contenida, el leve toque que le dio en el hombre al idiota. Era casi como una declaración de principios: Puedo estar con quien se me plazca y jugar, no importa lo que digas sobre pertenencia y amor.

No escuchó cuando Russel lo llamó para llevarlo a hablar con Ace ni cuando una chica le pidió cantar para una amiga por teléfono, Noodle estaba llegando muy lejos y los celos del cantante le estaban causando estragos, tanto física como mentalmente. Antes de cometer alguna locura, decidió abandonar el lugar, alejándose para correr a la seguridad de algún espacio libre de seres humanos para llorar un rato y detestar a la japonesa por lo que estuviese haciendo.

Quiso ir a su habitación, pero no le pareció cuando vio un par de piernas asomarse por debajo de su colcha favorita y escuchó en rechinido de su cama, como si estuviesen teniendo sexo en ella. Tomó nota mental de quemar la cama completa al día siguiente antes de seguir su camino, deteniéndose para mirar la cuerda que colgaba del techo, estirando una mano para alcanzarla y tirar de ella, mirando las escaleras descender para rápidamente poder subir al desván y encerrarse un rato hasta que la fiesta terminase y todos se fueran.

Buscó alguna cosa con que alumbrar el lugar, alegrándose cuando revisó su bolsillo y encontró su teléfono, iluminando con la linterna hasta que vio un viejo sofá a la orilla de una ventana, caminando con cuidado para luego dejarse caer en el viejo mueble, una estela de polvo levantándose, él tosiendo un poco a causa de esto.

- ¿Stuart? – Se negó a voltear a ver a la persona que lo llamaba, sus ojos concentrándose en el paisaje más allá de la ventana, detallando las nubes negras que cubrían el cielo, parecía que iba a llover...- Stuart, por favor, escúchame.

- No creo que tengas que decir nada que yo quiera escuchar. – Musitó el hombre como un pequeño niño malcriado, tensándose cuando ella se le acercó y puso una mano sobre su hombro. – Tu amiguito debe estar esperándote, quizá quiera llevarte a su cama.

- Él no haría algo así. – Stuart rodó los ojos, incrédulo.

- Claro, y yo soy el mejor amigo de Kim Kardashian.

- Pete es gay. – El cantante se encogió de hombros, como si no creyese lo que ella decía. – Quería que le diera tu número.

- ¿Y para qué demonios él querría mi...? Oh. – Noodle trató de acercarse nuevamente, él demasiado choqueado como para alejarla.

- Sí, eso me llevó a preguntarme si lo de hacer público lo nuestro era tan malo después de todo.

- Lo dejaste claro, tú quieres seguir siendo un misterio en dos patas y yo...pues yo tengo que entender que hay cosas más importantes en tu vida que tu amor por mí.

- Stu...

- No eres la primera que se avergüenza por tenerme como novio, no soy listo y hablo de idioteces la mayor parte del tiempo, la mayoría me ve más como un muñeco de aparador que como un hombre de verdad.

- Yo no me avergüenzo de ti. – Le tomó el rostro para poder mirarlo directamente a los ojos, sonriendo él la vio con intensidad, mordiéndose el labio. – Me avergüenzo de mí misma.

- ¿Por qué?

- No viene al caso. – Hizo una mueca parecida a una sonrisa, pero apesumbrada. – No me gusta estar peleada contigo y si quieres que todos se enteren que te amo y que somos novios, puedo ir allá abajo y gritárselo a todos, no me importa.

- Eso sería tonto. – Rio 2D, tomándole las manos para llevárselas a la boca y besarlas. – Creo que debemos esperar, como dijiste, pero podemos decírselo a Russel, su opinión me importa.

- Pienso lo mismo. – Susurró ella, subiéndose a su regazo para abrazarlo. - ¿Podemos ir a tu cuarto? – Stuart tosió incómodo, negando.

- Quiero estar aquí, nadie más vendrá y podremos estar solos.

- Bueno, pero solo si me besas. – Él obedeció su petición, acariciando sus labios con los de ella, amando la sensación que tenía al besarla, como si el mundo dejase de existir, casi como su droga.

Noodle era su droga.

Y no la iba a abandonar.

Sabía que podían solucionar cualquier problema que tuviesen.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando su camisa comenzó a subir por su cuerpo, ella queriendo desnudarlo.

Haría su segunda cosa favorita en el mundo con su primera cosa favorita.

Lo iba a disfrutar.

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