Infiel VIII

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- Podrías sonreír, estamos aquí para celebrar que al fin decidiste salir de tu celda. – Murdoc le dio un golpe en la espalda que hizo que escupiera la cerveza que estaba intentando beber.

- Y tú podrías dejar que se embriague un poco ¡es la cuarta cerveza que tira por tu culpa! – Regañó Russel mientras 2D reía tranquilo.

- No importa, parece que hoy no debo emborracharme.

- Bueno. – Murdoc sonrió antes de alcanzar la última botella de alcohol. – No puedo desperdiciar mi dinero; si estás consciente puedes simplemente irte con alguna mujer, hay muchas que no te despegan los ojos de encima. – Stuart lo ignoró, su mirada vagando por el bar mal iluminado donde los dos hombres mayores lo empujaron. Era un lugar deprimente, oscuro, donde el olor a cigarrillos baratos se mezclaba con el del licor y el sudor de los cuerpos que se apretaban en la pista de baile.

Con un suspiro, se puso de pie, haciendo un ademán para despedirse del bajista y el baterista, riendo burlón ante el gesto de Murdoc, quien no entendía porque alguien rechazaría pasarla bien aunque fuera una noche.

Fuera del bar, se llevó las manos a los bolsillos, decidiendo irse caminando hasta su hogar, aprovechando la brisa fresca que refrescaba la noche.

Sonrió con tristeza mientras pensaba en como su vida había cambiado, y aun le faltaba por hacer.

Aun se debía un cierre apropiado con Noodle, pero no sabía como hacerlo, le daba terror tener que enfrentarla, saber las verdaderas razones de su engaño.

Al final de cuentas, él era solo un cobarde que se escudaba en el amor de la guitarrista para poder hacerle frente al mundo, sin ella no tenía un lugar seguro donde refugiarse.

Quizá todo era por un bien mayor.

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