18. Ratas en la sopa

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Stressed Out - Twenty One Pilots

AL DÍA SIGUIENTE odio a todo el mundo

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AL DÍA SIGUIENTE odio a todo el mundo.

Me levanto descubriendo que no llegué a la cama. Estoy tirado, la mitad de mi cuerpo está en la moqueta de la habitación y la otra mitad está en el piso del baño.

Como no es de sorprenderse, mi cabeza late como un demonio y cuando trato de alzarme del suelo termino trastabillando. Hago todo lo posible para meterme a la regadera y que un chorro de agua helada caiga sobre mí. No es lo suficiente para revivirme completamente, pero ya no parezco un muerto viviente.

Y cuando veo mi reflejo en el espejo me doy cuenta que estoy hecho una mierda. El moretón de mi ojo —por el golpe que me hizo Reiner al conocerlo— ya casi ni se ve, pero aún puedo ver la forma del hematoma que se había formado.

Mi ceño se frunce al instante. Reiner.

Debería tomar mi bolsa y salir por el balcón, entonces así nunca tendré que tratar con esta familia.

Pero el maldito contrato me impide hacer eso.

Me cambio rápidamente con el uniforme de la escuela —porque ¡Oh desgracia! Hoy hay escuela— yendo a la planta de abajo, donde para mi grata sorpresa, Gerald se encuentra en su estudio. Estoy demasiado malhumorado para tocar por permiso, así que entro a su estudio sin decir hola.

—Tienes hijos de mierda.

Gerald, que está sentado en su escritorio mirando algunos papeles, alza su mirada y me mira curvando una ceja.

—Eso ya se sabe.

Trato de no ahogarme con una risa sarcástica, así que mejor me desplomo en uno de los sillones de piel que tiene.

—Yo no lo sabía. Si me hubieras dicho desde un principio...

—¿Hubieras aceptado? —Gerald tiene la decencia de alejar sus hojas y aprestarme atención. No es necesario que le responda—. Exacto, no lo habrías hecho.

—¿Me culpas? Me tendiste una trampa; dijiste que me protegerías de aquellos hombres, pero en cambio me lanzaste a los lobos, es decir, a tus hijos.

Estoy demasiado frustrado, ni siquiera he podido hablar decentemente con él, o porque tiene una junta o está de viaje.

—Estoy pensado que me has estado evitando.

—Soy padre soltero de siete hijos, tengo ganarme la vida de alguna forma. Lo siento si no he tenido tiempo. —Gerald se despoja de sus lentes de lectura, se pasa su mano sobre su cabello castaño desatándose la corbata de su traje pulcro—. Es difícil, ¿sabes? Es difícil tratar con todos a la vez.

—¿Quiere que le de un abrazo? —Mi intención es el sarcasmo, pero por un momento lo digo enserio.

Gerald Wolff es un hombre que no parece ser de su edad, aun así, por primera vez, veo el agotamiento en él. Parece que sus hijos le tienen respeto, ¿pero cariño? Sólo los cachorros.

La Manada de los WolffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora