22. Bajo el agua

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*Ok, esta canción queda perfecta para el cap...háganme el favor de escucharla.

I Feel Like I'm Drowning - Two Feet

CUANDO YA PASARON unos veinte minutos desde que Reiner perdió de vista la camioneta―y de que ya repasamos todo Oly, esperando que no nos sigan hasta la mansión―, suelto el aire contenido

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CUANDO YA PASARON unos veinte minutos desde que Reiner perdió de vista la camioneta―y de que ya repasamos todo Oly, esperando que no nos sigan hasta la mansión―, suelto el aire contenido. Reiner maneja en silencio y cruzo los dedos mentalmente para que así continúe. Aún el calor de las palabras dichas sigue sintiéndose. Aún sigo enojado, y él aún sigue queriendo matarme.

―Debes ser más cuidadoso la próxima vez ―Reiner suelta de repente, ya casi acercándonos a la mansión.

Trato de no girarme completamente hacia él.

―¿Yo? ―Respondo con una octava arriba de pura indignación―. Fuiste tú el que salió corriendo, a ti te siguieron la pista.

―Cuando tu llegaste no estaba el auto ―contrataca, como si de verdad lo supiera.

Mierda, en realidad tiene razón: cuando Sebastian me dejó no había ningún auto.

Abro la boca, luego la cierro.

―Exacto ―Reiner gruñe girando el volante para adentrarnos a la mansión.

―De cualquier forma, si no te hubieras ido corriendo, no te habría seguido. Cada acción tiene su consecuencia.

Estoy jodidamente molesto y él lo nota. Me tira una mirada de soslayo y por el rabillo del ojo puedo ver como levanta una de sus cejas. Me cruzo de brazos, y ya estoy abriendo la puerta del Camaro antes de que Reiner lo aparque completamente en la acera.

No me detengo y me dirijo a la entrada de la mansión dispuesto a encerrarme en mi habitación hasta que los chicos lleguen. Entonces jalo el pomo de la puerta, pero no cede. Maldigo para mis adentros, recordando que al salir olvidé llevarme las llaves de repuesto.

Me lo pienso unos segundos. A lo mejor la puerta exterior que da al jardín trasero esté abierta. Pero con eso de que Gerald implementó más seguridad en la casa...

―Hazte a un lado ―Reiner dice entre una mezcla de murmullo y gruñido.

De mala gana me muevo, aun con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Pateo mis converse contra el piso mientras Reiner saca de sus bolsillos sus llaves para abrir la mansión. Le toma tres segundos en quitar el seguro, y a mí me toma uno para pasarlo de largo y medio trotar hacia las escaleras. No espero que me diga otra de sus groserías, ni tampoco espero secretamente que me siga.

Está bien, puede que me haya girado por un momento para ver si estaba detrás de mí. Nada, va directo hacia la cocina. Que se pudra.

Entro a mi habitación dando un leve portazo detrás de mí. Me tiro a la cama, sabiendo que debo bañarme porque sigo oliendo a sudor, alcohol y nicotina. La nicotina es de Reiner, no de su cigarro, si no de sus toques sobre mí la noche anterior.

La Manada de los WolffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora