Cuando Travis regresa al día siguiente me encuentra recostado en la cama de la habitación de invitados donde mamá me llevo casi cargando el día de ayer después de caer agotado debido a todas las revelaciones. No he dicho nada desde que ella pronunció aquellas palabras.
Carmine es tu familia.
Tampoco he dormido ni comido. Estoy acostado sobre las sábanas con la ropa de hace días. La chaqueta de mezclilla es de Reiner. Huelo a él. A nicotina a mentol y al suavizante de telas que usan los Wolff para lavar su ropa. Una imagen ataca mi cabeza y no la aparto. Son sus dedos venosos frotando mi nuca y su voz paciente aceptando qué estamos totalmente dentro de esto. Él y yo. No sabe cómo va a funcionar, pero lo hará posible. Él lo quiere así. ¿Por qué? ¿Qué tengo yo de diferente o mejor que sus otras aventuras? Yo tampoco sé que tiene él de diferente a todas las personas. Es su olor impregnado en sus sábanas y sus ojos atentos a medianoche cuando despierto asustado al revivir una vez más en mis sueños el ardor infernal del fuego quemarme. Son sus dedos jalando un mechón de mi cabello mientras me dice: Estas aquí. Él no va a tocarte.
Pero yo ya no estoy ahí y las sábanas no huelen a él y los ojos que me observan desde la entrada de la habitación no son los suyos. Travis entra a la habitación contemplando con seriedad mi cuerpo.
—¿Día duro?
Gruño en respuesta.
—Tu quisiste venir cuanto antes...
—Cállate —rugo y me enderezo—. Sólo...
Travis asiente llevando sus manos dentro de los bolsillos de sus jeans. Él ahora luce más modesto, con una camisa blanca y el cabello sin gel. Se parece a los Wolff, se parece a mí. Gimo.
—Supongo que sabes lo importante —se limita a señalar mientras me siento en el borde de la cama.
—No lo he procesado aún.
—¿Cuál parte? ¿La que somos nietos de Carmine o la que los Wolff son tus primos?
Cierro los ojos con fuerza sintiéndome crudo y hostil.
—Si te sientes engañado, te entiendo. Yo entendí todo hasta los diecisiete —Travis, a su modo, extrañamente intenta consolarme.
Alzo la mirada y lo medito. Él fue secuestrado a los siete años y todo ese tiempo estuvo con Carmine sin saber lo que pasaba. Solo qué era hijo de Nikolai y que no podría ver a su madre. ¿Él sabía de mí? Bueno, yo tenía cuatro años cuando Nikolai lo secuestró, ¿entonces porque no me acuerdo de él?
Travis lee en mi rostro las preguntas que me formulo así que se acerca un paso.
—Te contaré todo lo que quieras en el camino, a menos que quieras...
—No quiero verla —suelto al momento sorprendido de mi seguridad—. No quiero ver a nadie.
—¿Piensas quedarte aquí todo el tiempo?
Me burlo de esa posibilidad.
—Como si me dejaras ir.
Travis enarca una ceja.
—¿Quieres irte? Con los Wolff, me refiero.
Quiero llorar, eso es lo que quiero al comprender poco a poco la situación. Les rompí el corazón al irme, lo sé, y que vuelva con estas noticias y que piense que todo será igual. Aun así... se lo prometí. Entierro mis dedos en mi cabello con el sollozo en la boca. Esto no tenía que ser así. Así no sucederían las cosas. Salto de la cama y salgo de la habitación. Mamá está sentada en el comedor de la cocina. Cuando me ve se levanta.
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La Manada de los Wolff
Teen FictionNoah no ha dejado de correr desde el día en que unos hombres asesinaron a su padre a sangre fría enfrente de él. Desde ahí siempre supo que se las vería por sí solo. Pero todos sus planes se complican cuando un día, un hombre llamado Gerald Wolff...