How Have You Been? - Tom Rosenthal
LOGRO COMPONERME antes de aparcar el auto en la entrada. No pude pronunciar nada en el camino de regreso. Tal vez porque el aire sigue atascado en mi pecho y si me suelto a hablar dejaré salir un sonido que me delate. Así que mantengo mi boca cerrada mientras apago el motor y el auto nos consume con su oscuridad.
Sé que debería decir algo, pero el recuerdo de lo que hice hace rato en este mismo auto, con Reiner, me deja helado.
Nunca en la vida pensé en la posibilidad de estar con alguien. En realidad, nunca pensé en nadie. Y no sé cómo me hace ver el que Reiner sea el primero. ¿Estoy loco porque me gusta un loco? Aunque, a decir verdad, cada vez creo que en realidad Reiner no es de todo malo...Bueno, tal vez si estoy loco.
―Deberías ir a verlo ―Reiner dice después de unos segundos.
Me aferro al asiento para no saltar de sorpresa. Asiento levemente con mi vista hacia enfrente.
―¿El auto...?
―Yo lo guardo ―me dice con aquella voz suya; seca y aburrida.
Arrugo mi entrecejo, tentado a girarme hacia él. ¿Está enojado? ¿Yo lo hice enojar? ¿Estoy haciendo algo mal?
Trato de no soltar un gruñido de frustración mientras me quito la banda de seguridad y abro la puerta del auto. Me detengo por un momento, sintiendo el frasco de píldoras apretarse en mi bolsillo izquierdo. Abro la boca girándome a él. Está con los brazos cruzados, desparramado en el asiento, con la vista a la lejanía.
Palpo el frasco con vacilación.
—Oye...
―Te lo pediré cuando me toquen ―responde sin siquiera verme―. De lunes a viernes es...
―Una cada doce horas y los fines de semana es una cada veinticuatro ―añado sin darme cuenta.
Reiner se gira, con sus ojos apenas visibles por la oscuridad.
Me remuevo incomodo, aun con mi mano aferrada al borde de la puerta. Lo miro de reojo encogiéndome de hombros.
—He estado prestado atención.
La mirada de Reiner se oscurece y su mandíbula se contrae. Parpadeo rápidamente, obligándome a alejar la mirada. Y decido salir de ahí cuando mi mente vuelve a viajar a la manera en que sus dedos se enterraron en mi cadera y cuando me tomaron y me jalaron...Mierdamierdamierda.
―Tengo...ir...Coop espera...ahora ―balbuceo atropelladamente dándole la espalda y alejándome del auto sin esperarlo.
¿Cerré la puerta? Creo que dejé mi celular. No importa, no pienso regresar. Así que camino hacia el interior de la mansión. Puedo escuchar la televisión encendida en la habitación de descanso, y una luz encendida en la oficina de Gerald. Estoy por llamar a Tegan cuando el sonido de unos trastes estrellándose me hace respingar. Me dirijo a la cocina donde K.T se encuentra masticando un trozo de zanahoria mientras vierte palomitas sobre un bol.
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La Manada de los Wolff
Teen FictionNoah no ha dejado de correr desde el día en que unos hombres asesinaron a su padre a sangre fría enfrente de él. Desde ahí siempre supo que se las vería por sí solo. Pero todos sus planes se complican cuando un día, un hombre llamado Gerald Wolff...