21. Palabras que rasgan

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Alibi - Empara Mi

VOY DETRÁS de Reiner aun cuando él azota la puerta del estudio enfrente de mis narices

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VOY DETRÁS de Reiner aun cuando él azota la puerta del estudio enfrente de mis narices. Lo llamo de nuevo, sabiendo que está a punto de hacer una estupidez.

―Noah ―la voz de Gerald me detiene de inmediato.

Me quedo a medio camino, con la mano apretando el pomo de la puerta. Al girarme, Gerald se encuentra recargado en el borde de su escritorio, con los brazos cruzados, aunque con los hombros caídos.

―Yo me encargo ―le digo rápidamente, esperando poder solucionar todo esto―. Hablaré con él y...

―Noah ―Gerald vuelve a detenerme, otorgándome la misma mirada que le mostró a Reiner―. Déjalo así.

―No puedes hacer eso, Gerald. Reiner no puede vivir sin eso, probablemente justo está por hacer una locura. ―A pesar de que no me acerco a él, lo encaro, dejando que mi rostro muestre preocupación, que vea el problema que está a punto de causar―. Ya sabes porqué Reiner compite, eso lo mantiene alejado de las drogas y si se lo quitas...

―¡Basta Noah! ―Gerald me corta abruptamente, dejándome con la boca medio abierta― Se perfectamente lo que necesita y no necesita mi hijo. Sé que si le quito esto probablemente se rebele, pero también sé que si no se lo quito lo terminaré perdiendo. No le hace bien, nunca le ha hecho bien.

―Pero Reiner no tiene la culpa por lo que pasó...

―Él no la tiene, tu tampoco. La culpa es mía, por consentir eso, por actuar como si no fuera tan peligroso sólo para mantener a Reiner lejos de sus adicciones, para ser un buen padre y que por una vez en su vida no me vea como siempre lo hace: con odio.

Me quedo tieso, observando el cuerpo fuerte y alto de Gerald perdiendo la cordura lentamente. Lo subestimamos mucho, sus hijosy yo. Gerald nos quiere y para no perdernos hace cosas que un padre normal nunca haría.

―Noah, entiende, lo único que quiero es mantenerlos a salvo. ―La mirada de Gerald me pesa, así que trago gordo, tratando de no abrir mi boca―. Reiner es un niño, todos ustedes lo son. Déjame actuar por una vez como el adulto aquí. Se lo que hago, así que por favor hazme caso.

Asiento, bastante aturdido como para responderle. Gerald vuelve a cerrar sus ojos soltando un respiro cansado. Deja que pase unos segundos para volver a componerse, ajustando su corbata, peinando su cabello hacia atrás.

―Ve a buscarlo ―me dice después de unos segundos.

De repente me entra las ganas de contarle sobre Stepanov, sobre su advertencia. Pero acabo de estropearlo con Reiner, esto ya sería el colmo. Así que miro por última vez a Gerald antes de salir de su estudio.

Corro hacia el garaje, sin ninguna señal del Camaro. Suelto una maldición volviendo al recibidor, tratando de aclarar mi cabeza. No puedo llamar a Spencer, él apenas puede manejar, así que uno de los chicos lo tendría que acompañar, entonces les arruinaré el día a todos.

La Manada de los WolffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora