42. Una noche estrellada

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Afraid - The Neighbourhood

CUANDO LLEGAMOS a la mansión, los hermanos Wolff me están esperando

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CUANDO LLEGAMOS a la mansión, los hermanos Wolff me están esperando. K.T no se detiene a asimilar mi estado, ella se tira a mí con delicadeza, dándome un beso en la mejilla, limpiando una lagrima rebelde en su rostro.

Luego todo resulta difícil de explicar. Los Wolff se acercan a mí, rodeándome, felices de verme, tristes de verme así. Incluso Ari moquea. No quiero ser el que les explique todo, así que Gerald promete contarles mi parte cuando las aguas se calmen. Esa noche Ari nos pone una película en la habitación de descanso.

Mientras Gerald despide a Kelly, los demás nos recostamos en los sillones, todos juntos mientras miramos Matrix. Nadie quiere acercarse a mí, con temor a lastimarme, pero al cabo del rato tengo a toda la manada rodeándome. K,T, Ari y Nash por mis piernas, Tegan y Spencer a mis costados. Coop tiene que quedarse para supervisar a los demás chicos, así que sólo me hace una rápida llamada.

No recuerdo cuando me quedo dormido, pero recuerdo que al despertar los Wolff siguen a mi alrededor, roncando, tranquilos.

Cuando me voy, dejándolos dormir, me encuentro a Reiner en la ventana del pasillo de mi habitación. Él está sentado en el alféizar, fumando un cigarro, mirando hacia el exterior. No quiero preguntarle nada, pero el peso de la culpa no me deja tranquilo.

—¿Vas a decirme algo? —apresuro a preguntarle.

Él no se gira a verme. Expulsa humo por sus labios, silencioso.

—¿Qué quieres que te diga?

Con mis manos hechas puño entro a cómo puedo a mi habitación, dejando la puerta cerrada detrás de mí.

Con mis manos hechas puño entro a cómo puedo a mi habitación, dejando la puerta cerrada detrás de mí

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—VAYA, NOAH, ahora si pareces como todo un chico de sociedad.

Tegan se cubre la boca para no echarse a reír, a su lado Coop me examina con orgullo, limpiándose dramáticamente una lágrima imaginaria de su mejilla.

—Soy todo un profesional —dice satisfaciendo su egocentrismo.

—Pues sí, haces milagros. —Spencer asiente impresionado.

La Manada de los WolffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora