La Manada de los Wolff

37. Quedarse o irse

Bury Me Face Down - grandson

ESTOY DE VUELTA. Por lo menos en una fracción de minutos.

Cuando ellos me bajan del Jeep ya estoy lo demasiado débil como para repelar. Me dejo llevar al interior de la mansión.

Todos alzan las voces, más Gerald cuando me ve entrar en los brazos de Reiner, posiblemente con la espalda carbonizada. No lo sé, no me importa. Sólo quiero volver a dormir.

―¿Kelly?

―Está por llegar.

Mientras tanto no pueden hacer nada conmigo. No cuando ya ni siquiera me muevo.

―¡Oh Dios! Noah...él ya...―La voz de Liz, la reconozco al instante.

Otros pasos se escuchan detrás de ella.

Reiner me aprieta contra su pecho.

―Está respirando ―dice Spencer―. Reiner...¿Él sigue?

Pero Reiner no le responde. Se deja caer en el borde del sillón conmigo como peso muerto.

―Dios mío ―gime Tegan.

―Estamos perdiendo el tiempo. Debemos llevarlo al hospital.

―No ―les gruñe Reiner.

―Pero Reiner...

―No.

Entonces escucho como la puerta principal se abre. Kelly llega corriendo hacia nosotros sin saludar a nadie.

―Dios mío, Noah. ―Ella ahoga un gemido―. Está bien, está bien, podemos hacer esto.

Sé que se aproxima a mí porque al instante Reiner me aprieta contra sí.

―Reiner, cariño...tengo que verlo.

―No ―le gruñe.

―Sabes que no lo lastimaré. ―Esa es Kelly, con su voz firme pero dulce a la vez―. Necesito que me ayudes. Hay que hacerlo juntos, ¿bien?

Hay un pequeño instante, uno que hace a toda la sala permanecer en silencio. No puedo escuchar a nadie, y por un momento creo que de verdad ya todo terminó. Entonces Reiner gruñe, luego las manos de alguien más me toman por los hombros y entre dos pares de brazos me cargan.

Lo siguiente es tan rápido y tan borroso que me cuesta recordar.

Y muy a lo lejos, no veo una luz. Lo que veo es un túnel oscuro que no lleva a ninguna parte.