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No estuvimos demasiado en el piso de la vecina, yo estaba cansada del viaje y apenas habíamos pasado tiempo a solas. Cruzamos el umbral de nuestro piso y Alex me cogió desde atrás por la cintura, apoyando su barbilla sobre mi hombro.

- Te dije que tenía una sorpresa para ti y aún no he podido enseñártela

- ¡Es verdad! – con la aparición estelar de María la vecina lo había olvidado por completo.

Me tapó los ojos con sus manos y me guió lentamente hacia el patio, lo sé porque sentí abrirse la cristalera del diminuto jardín y el aire de Madrid golpeaba mi nariz haciéndome cosquillas.

- Ya puedes mirar

Abrí los ojos y vi que me había llevado hacia una pequeña construcción de madera que había al fondo. Parecía la típica casita de los camping, cuando me enseñó el piso pensé que se trataría de un pequeño trastero donde el guardaría su moto y alguna que otra herramienta, nada más lejos de la realidad.

- Esta llave es para ti, ese es tu espacio, lo que hay ahí dentro es tuyo, espero que te guste cómo ha quedado.

Introduje la llave en la cerradura y entré a un espacio diáfano. Había una mesa de dibujo de Ikea que hace tiempo le dije que quería comprar, un caballete y varios lienzos en blanco arrinconados junto a esta.

- Bueno, pensé que el piso igual no te inspiraba lo suficiente para meterte en tu mundo, en tus cuadros, así que aproveché este espacio para que tuvieses un rincón para ti.

Me miraba con una cara de ilusión enorme, y yo estaba tan sorprendida que no dejaba de examinar cada rincón sin poder cerrar la boca.

- ¡Dios Alex... esto es increíble! Pero si hasta hay un sofá – reí mientras le cogía la cara entre mis manos para poder agradecerle mirando a sus ojos lo que aquello significaba para mi

- Me alegro que te guste... sabía que te iba a encantar

En un movimiento casi instintivo pegó su cuerpo al mío y comenzamos a besarnos. Eran besos calmados, apenas nos rozábamos los labios tratando de demostrarnos el cariño que sentíamos el uno por el otro después de haber estado separados los últimos meses. 

De repente, las imágenes del día se apresuraron a llegar a mi cabeza, lanzándome pequeños flashes de las últimas horas. Pasaban a toda velocidad y desaparecían, hasta que visualicé a las dos chicas que estaban liándose en la puerta del baño de María. 

Esa imagen, sin embargo, lejos de desaparecer se hizo nítida en mi cabeza y un torbellino de sensaciones me subió por el cuerpo sorprendiéndome de abajo hacia arriba. 

Aproveché el impulso para abrir sorpresivamente los labios de Alex ante mi boca haciendo que mi lengua se abriese camino hasta dentro e intensificando más aún el beso.

- Guau! Me has echado de menos, eh?

Volví a lanzarme sobre sus labios nuevamente y le empujé con mi cuerpo hasta caer a horcajadas sobre él al sofá que teníamos a nuestra espalda. No quería hablar, no quería escucharle, solo me dejaba llevar por el impulso que había sentido al visualizar aquella imagen en mi cabeza y que aún permanecía allí. Le quité segura el cinturón de sus pantalones y abrí los botones dejando al descubierto su miembro totalmente erecto. Me incorporé un poco para bajar los míos seguidos de mi ropa interior y me subí sobre él, dejando que me penetrase e iniciando un movimiento de caderas casi agresivo, de arriba abajo.

- Ei ¡cuidado! – Sonrió mientras recolocaba su postura para facilitar sus embestidas.

Puse mis dedos sobre sus labios instándole a que callase y sin dejar de moverme tomé sus manos poniéndolas tras su cabeza no dejándole posibilidad de moverse demasiado y siendo yo la que manejaba la situación. Empecé a sentir el orgasmo llegar propiciado por el movimiento continuo y el calor que invadía mi entrepierna desde que mi mente hubiera empezado a divagar, hasta que la búsqueda de placer me hizo moverme más y más salvaje y ambos emitimos un gemido húmedo y la calma lo invadió todo dejando solo los sonidos de la noche y nuestras respiraciones entrecortadas luchando por volver poco a poco a un estado más reposado. Alex me bajó con cuidado de encima suya y automáticamente se subió el pantalón. Pasó sus brazos por mi cintura y volvió a subirme sobre él, esta vez con las piernas hacia un lado colgando sobre el sofá.

- No puedes siquiera imaginar las ganas que tenía de esto Alba, de que estuvieras aquí por fin y poder disfrutar de momentos así – sonreía con cara de bobo mientras colocaba mi pelo algo revuelto tras mi oreja – Aunque tengo que admitir que nunca me imaginé que "bautizásemos" este rincón así, ha sido tan inesperado, tan fuera de lo normal.

Me sentí un poco molesta por su comentario. Cada vez que me dejaba llevar un poco y no era él quien tomaba la iniciativa solía hacer comentarios postreros sobre cómo había ido todo y aderezarlo con algún adjetivo. Me sentía evaluada cuando justo había hecho lo contrario, romper las reglas de lo cotidiano y dejarme llevar.

- Ahora sí que estoy completamente agotada ¿nos vamos a la cama?

- Claro

Me levanté terminando de vestirme, le tendí la mano y le ayudé a levantarse guiándole finalmente hacia el dormitorio que, por fin, empezaríamos a compartir desde ese día.

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora