20

5.7K 275 10
                                    

Dos meses después...

Alba

Habían pasado dos meses desde que Alex nos había pillado a Natalia y a mí, pero para mí habían ocurrido tantas cosas que pareciera que hacía un siglo. Aquella noche cuando salió por la puerta Natalia, sentí una punzada de dolor como no lo había sentido nunca, y era por ella. Había sido muy dura pero es que la mezcla de emociones que compartían espacio conmigo me había hecho imposible actuar de otra forma. Realmente sentía todo lo que le había dicho. Sentía que había jugado con fuego sin pensar en las consecuencias. Es cierto que Alex había llegado antes de tiempo y nos había sorprendido pero ¿y si no lo hubiera hecho? ¿Qué pensábamos hacer? Habría aparecido antes o después y no sé si hubiera sido capaz de engañarle mucho más tiempo o de terminar de perder la cabeza definitivamente por Natalia y que ella antes o después se cansase de mí. Cuando salió de allí, cabizbaja y dolida por no haber tenido en cuenta lo que trataba de plantearme, pensé que quizá sentía algo por mí, pero me auto convencí de que aquello era imposible. Además, los sentimientos por la persona con la que tenía una relación desde hacía dos años, el dolor que le había causado y la culpabilidad que sentía no hacían más que embotar mi cabeza y no dejarme pensar. Salí del estudio donde había pasado todo y me sorprendió ver a Alex llorando en silencio en el sofá del salón, creía que se había ido a cualquier sitio y me agobiaba pensar la reacción que tendría, sin embargo había decidido quedarse a llorar su dolor allí, a oscuras pero cerca de mí, y eso me dio cierta tranquilidad y fortaleza para afrontar la situación. Recuerdo que me senté en silencio junto a él, recuerdo que no sabía qué decirle ¿Qué se dice medio coherente en una situación así? Recuerdo disculparme porque no tenía excusa, decirle que era la primera vez que hacía algo así y que necesitaba que me perdonase, aunque entendería si no lo hiciese. Recuerdo que me sorprendí cuando él me abrazó llorando como un niño pequeño y me dijo que nos fuésemos de allí, juntos. Supongo que el alivio que sentí al ver que esa era su reacción, que había opciones de salvar lo nuestro, que no lo había mandado todo a la mierda definitivamente hizo que aceptase sin pensar las consecuencias. Las dos semanas que había tenido de margen desde que llegué a Madrid ya se habían consumido, en apenas dos días empezaría mi trabajo en la galería de arte, trabajo que no era fácil de encontrar y que me había ganado entre otras cosas gracias a mi expediente académico y a las cartas de recomendación que había enviado tanto de profesores como del propio vicerrector de la Universidad. Alex me planteaba irme con él y dejar eso atrás, era una locura, lo sé, pero quien en esas circunstancias pondría como excusa el trabajo en comparación con salvar una relación entre dos personas en la que yo había infligido tanto daño. No quise pensarlo demasiado, le dije que sí e hicimos en silencio la maleta para salir a primera hora de la mañana dirección Elche, aprovecharíamos esos días para estar cerca de nuestras familias y tratar de recomponer lo nuestro.

Los primeros días no fueron tan difíciles de sobrellevar, éramos amables el uno con el otro y no hacíamos un ápice de referencia a lo que nos había llevado hasta allí. Nos acomodamos en casa de mi madre, verla a ella y a mi hermana contándome cosas entusiasmadas y riéndose de todo me alegraba los días, las noches eran distintas. Cuando cruzábamos el umbral de mi antigua habitación, que mi madre había preparado para que estuviéramos juntos, el silencio se adueñaba de todo. Alex ponía su cara más seria y se limitaba a ponerse el pijama y mirar un rato el móvil o irse directamente a dormir. Los primeros días lo sobrelleve como pude, la alegría de ver a familia y amigos me hacían llevarlo todo mejor, luego aquella situación comenzó a parecerme un tormento. No hablábamos, no salíamos solos, no nos besábamos salvo algún gesto cariñoso fingido ante mi familia, por supuesto de sexo ni hablamos, para eso hay que compartir un mínimo espacio juntos y eso no ocurría, cuando nos acostábamos por la noche me daba la espalda y no se iba más lejos porque no había más cama. No podía seguir así. Las cosas y los sentimientos se iban posando como el lodo lo hace en un embalse al finalizar la tormenta y yo iba sopesando cada uno de ellos y recolocándolos en su sitio. Lo primero que sentí es arrepentimiento por haber tomado aquella decisión de venirme con él tan a la ligera abandonando la posibilidad de trabajar en un sitio por el que había trabajado muy duro durante tanto tiempo. Era cierto que en aquel momento lo vi determinante, si después de lo que le había hecho me quedaba allí se habría ido todo a la mierda, lo que no entendía entonces es que si por aquel motivo o cualquier otro nuestra historia estaba abocada a romperse, lo haría antes o después, y que la culpa, con razón o sin razón, no debía ser la que tomara las decisiones por mí. Lo segundo que entendí es que ya no sentía lo mismo por Alex, había estado enamorada de él en una época en la que habíamos sido muy felices y nos habíamos dado el uno al otro, luego él se fue a Madrid y yo me quedé en Valencia, y aunque hacíamos planes juntos y esperábamos con ansia a que yo terminase los estudios para irme a vivir con él, estaba claro que algo se había enfriado o cambiado en mí durante ese tiempo, porque cuando llegué a Madrid junto a él ya no sentía el pellizco que hubiera sentido unos meses atrás. Y luego estaba Natalia. Natalia que en apenas dos semanas le había dado la vuelta a todo, ante la que me había sido imposible resistirme, la que a pesar de la pésima fama de conquistadora algo cabrona que tenía se había comportado conmigo como si yo fuera su primer amor del que te encoñas con 15 años. Había sido descarada, sincera hasta la insolencia, dulce, protectora... no olvidaré cómo intentó que probase con ella tener algo que ella misma no era siquiera capaz de definir y cómo mi forma poco racional de ver la magnitud de lo que nos estaba pasando hizo que le pidiese que se fuese y poco menos que le eché la culpa de todos mis males no sin antes recalcarle que me había utilizado solo para el sexo cuando yo había sentido perfectamente que eso no era así, y si lo era me había engañado completamente porque no ha quedado en mí ese recuerdo. Así que con este panorama tan alentador me levanté una mañana sabiendo que era hora de tener una conversación con Alex y que nuestros caminos se separasen definitivamente. Él lo entendió, creo aquello fue un alivio tanto para él como para mí, aunque le conocía y sabía que hubiera esperado en esas condiciones un mes más con tal de no ser él quien rompía todo definitivamente, esa culpa debía caer sobre mí.

Cuando rompí con Alex mi hermana y mi madre no se sorprendieron. Me preguntaron los motivos que evidentemente no les conté, me hubiera muerto de la vergüenza, así que me limité a decirles que cuando había ido a Madrid a vivir ambos nos habíamos dado cuenta que ya no sentíamos lo mismo. Por supuesto mi madre, que es muy fina, nunca se creyó aquella excusa, no porque de ser así no veía en eso peso suficiente como para que yo hubiera hecho la locura de abandonar el trabajo en prácticas que tanto había luchado por conseguir, pero nunca insistió demasiado, supongo que pensaba que en la penitencia me había llevado mi propio castigo. Sin trabajo y sin piso en Madrid decidí quedarme el resto del verano. Allí era temporada alta y me fue fácil encontrar trabajo en una cervecería. Trataría de ahorrar lo máximo posible para tratar de aventurarme nuevamente a irme a Madrid y buscarme la vida en lo mío, aunque la oportunidad que había perdido difícilmente volvería.

Alguna de la gente que había conocido allí no me dejó sola en todo esto, sino no lo hubiera sobrellevado tan bien. A las dos semanas de estar aquí María empezó a escribirme whatsapp para ver si me encontraba bien, luego comenzó a hacerlo Afri, y al final acabamos haciendo un grupo de las tres juntas llamado "Las Divinas" donde cada una nos desahogábamos y contábamos nuestras locuras y que me sirvió para darme cuenta de lo buena gente que eran y lo importantes que se estaban haciendo para mí. Supe que Afri había alquilado el piso de Alex gracias a que este habló con los dueños y les dio buenas referencias, supongo que también estaba deseando salir de allí cuanto antes y desvincularse de un contrato era más fácil si dejabas el piso cubierto. Se había mudado con Damion y había empezado trabajar como "maquilladora de las estrellas" como yo solía decirle en broma. Trabajaba para una empresa que la contrataba para eventos de diversa índole poniendo guapo al personal, desde eventos a programas de Tv, estaba muy contenta.

Durante estos dos meses no le conté a nadie de mis amigos de aquí lo que me había pasado, ni siquiera a mi hermana. Solo con Juls, mi compañera de piso en Valencia, había tenido la confianza suficiente como para contarle todo. Ella nunca había opinado demasiado al respecto, hablábamos cuando salía el tema como si tal cosa pero nunca quiso hacer ningún juicio de valor, supongo que por eso decidí desahogarme con ellas de entre todos los que me rodeaban, porque no me juzgaría, bastante dura estaba siendo conmigo misma, lo último que necesitaba era que alguien más lo hiciese.

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora