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El "Tetris" era un local súper grande, con los techos muy altos. A la entrada, y aprovechando el buen tiempo, había una inmensa terraza con sombrillas que ocupaba casi toda la plazoleta en la que se encontraba. 

El interior era de madera clara mezclada con paredes pintadas de un gris claro lleno de matices. El suelo era de parquet y el espacio se dividía en dos alturas, separadas por una barandilla de metal retorcido que hacía de pared a dos ambientes, uno lleno de mesas, sillas y algún sofá, arriba, y otro de mesas altas esparcidas por el espacio de abajo. Supuse que eso ayudaba a transformar un mismo local de lugar de desayunos por la mañana a bar de copas por la noche. 

María me había contado llegando hasta aquí que muchos fines de semana proponían fiestas temáticas, ellos solían ir y era bastante divertido, me encantó la posibilidad de acompañarles a alguna de ellas como me había propuesto, me encantaba salir a bailar y pasarlo bien y Alex no era la mejor compañía para eso, él era más de cenita tranquila o peli en el sofá de casa, me alegraba pensar que gracias a María y sus amigos se lo pondría más complicado a la hora de negarse a salir de vez en cuando.

Subimos por las anchas escaleras de madera y nos sentamos en la barra. María hizo un gesto a la camarera, que se encontraba en ese momento colocando unas naranjas en la máquina para hacer zumos. Sonrió a lo lejos y dejó lo que estaba haciendo para dirigirse hacia nosotras. Solo miraba a María y le hacía un gesto con las manos, una acercándosela hasta el oído simulando ponerse unos auriculares, la otra balanceándose hacia un lado y otro de su cuerpo simulando que bailaba. Me pareció una imagen maravillosa.

- Siiii, te he traído la música que me has pedido – decía María mientras subía sobre la barra la bolsa de papel que había traído con ella

- Gracias María, eres un amor – le dijo mientras subía su cuerpo por encima de la barra y hacía como que la abrazaba – siento haberte despertado, pero piensa que menos he dormido yo, que llevo aquí desde las 9 de la mañana

- A mí lo que tu duermas me da igual, francamente. Esta preciosa rubia que tengo al lado es Alba, nuestra nueva vecina. Te la hubiera presentado anoche pero estabas muy ocupada obstaculizando la puerta del baño

- Hola Alba, yo soy Natalia – dijo sonriendo ampliamente mientras me miraba por primera vez desde que llegué allí. Su mirada era profunda, casi me atraviesa con ella, sin embargo sus facciones estaban relajadas y me regalaban una sonrisa que no puede evitar imitar mientras le devolvía la mirada. En ese momento se cruzó por mi cabeza una imagen de ella completamente apoyada sobre el cuerpo de la otra chica mientras le comía la boca agarrándola de su cara para devorarla aún más de cerca. Un inesperado rubor asoló mi cara y sentí como el calor me subía por el cuello hasta mi cara

- ¡Es verdad! Te estabas meando muchísimo, ni siquiera pudieron presentarnos... ¿Te has puesto colorada?

- Yo...

- Déjala Natalia – intervino María – ya me he reído yo bastante esta mañana acordándome, debe estar cansada ya del tema

- No me importa, de verdad – intervine ya más tranquila – es normal que os haga gracia, yo misma me hubiera reído de no ser porque era yo la que me lo iba a hacer encima

- ¿Y dice que eres nuestra vecina? – me preguntó Natalia algo más seria e interesada

- Sí, de hecho tu jardín y el mío están separados por una valla

- ¿Vives en casa de Alex? – preguntó sorprendida

- Sí – informó María por mí, que me había quedado atrapada en la nueva expresión de su cara y en su mirada, que volvía a atravesarme – es la novia de Alex, ha terminado sus estudios en Valencia y se ha mudado con él a Madrid donde empezará a trabajar en breve.

- Menudo resumen, y menuda suerte tiene Alex, eres guapísima Alba

No sabía que contestar ¿Cómo se contesta a algo así? Y más viniendo de ella. No estaba acostumbrada a que una chica me soltase algo así, tampoco un chico pero bueno, alguna vez había pasado. Pero ella, no se había cortado ni un pelo. 

Seguía ahí, escrutándome con la mirada y dándome un repaso de arriba abajo que estaba consiguiendo ponerme nerviosa, me era imposible sostenerle mis ojos sobre los suyos. Quería que la tierra me tragara en ese momento. Pero ¿Y esta situación tan extraña? Los flashes de la noche anterior, mi nerviosismo insistente, la mirada escrutadora de Natalia sobre mis ojos, sobre todo mi cuerpo. Me daba la sensación de que no había pasado nada que justificase aquello, sin embargo me sentía como si tuviese el control de lo que pienso o digo totalmente perdido.

- Lo siento, estaba en el baño ¿Nos vamos ya, Alba? – María acababa de llegar y me sacó de mi lió de pensamientos en seguida. Ni siquiera había sido consciente de que se había ido. Por unos minutos había desaparecido todo lo que me rodeaba y solo estaba Natalia y el aluvión de pensamientos y nerviosismo que había provocado en mí.

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora