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Natalia

Sabía que aquel encuentro no sería fácil. Había dejado pasar demasiado tiempo pensando cómo afrontarlo y esperando que las aguas se calmasen un poco, sin embargo había conseguido justo el efecto contrario. Alba ya no solo estaba enfadada por mi actitud el día de la inauguración, sino que además habían pasado los días sin que supiese nada de mí y eso la había enfadado aún más. Cuando llegué al Tetris y la vi no pude evitar atraparla entre mis brazos, volver a su olor, decirle que lo sentía. Entiendo que aquello la pilló por sorpresa, más aún después de los días que habían pasado y delante de todos, era inevitable que me rechazase. Después, María nos había dejado a solas entrando a nuestro piso y cerrando la puerta, claramente buscaba que hablásemos pero yo no sabía cómo empezar a hacerlo. Sabía que le debía una disculpa, pero cómo te disculpas de algo que no tiene excusa. Si en aquel momento actué tal y como lo sentía, ahora mi forma de hacer las cosas aquella noche cada vez me parecía que tenía menos sentido, dejar pasar los días centrándome solo en mí y en lo mal que me sentía lo había empeorado todo. No sabía hacerlo, claramente. No sabía cómo lidiar con una situación que me afectase teniendo en cuenta a otra persona que no fuese solo yo, teniendo en cuenta no solo lo que yo sentía sino cómo afectaba eso a la otra parte de mi vida que era ella.

Alba no quería hablar en ese momento y yo no sabía convencerla para hacerlo porque tampoco sabía qué decirle, así que cuando me acerque hasta su cuerpo, rompiendo la distancia, y noté que me deseaba tanto como yo a ella lo único que se me ocurrió fue lanzarme a su boca y dejarme llevar por los sentimientos que me provocaba, instintivamente, sin palabras. Alba accedió de inmediato y conseguí llevarla hasta su piso, quería amarla, besarla, decirle con mi cuerpo todo lo que no era capaz de verbalizar en palabras, pero el teléfono nos interrumpió y mientras atendía la llamada noté que había pasado esa oportunidad y ahora tendría que enmendar las cosas de otra forma.

- ¿Quién era a estas horas?

- No te importa... - no sabía porque le había hecho esa pregunta, solo trataba de romper el hielo después de que colgase y nos quedásemos cada una en una punta del salón, en un silencio incómodo – era Joan. Natalia no quiero ser borde pero mañana tengo que trabajar y...

- Joder Alba, llevamos días sin vernos, necesito que hablemos

- ¿Ahora necesitas que hablemos? Vale, ahora tú necesitas que hablemos y aquí estamos. Pero es que yo lo he necesitado todos estos días, y no he sabido nada de ti – Alba bufó cansada de la situación, yo no sabía si lo estaba de la situación en sí o de mí, y eso me hacía sentir aún más insegura – Esta bien, acabemos con esto... ¿Qué quieres? ¿Qué coño quieres de mí?

- Alba, yo... lo siento. Siento todo lo que he estado haciendo mal desde el viernes. Me gustaría encontrar las palabras, algo que justificase mi actitud pero es que no lo encuentro, solo me sale pedirte disculpas. No tengo excusa para cómo me comporté

Cuando terminé de hablar levanté mi mirada hacia ella. Estaba con los brazos en jarras, mirándome con los ojos humedecidos y el gesto cansado, incrédulo. Se tomó unos minutos callada, pensando, sin dejar de mirarme a los ojos, se me estaba haciendo eterno y no sabía por dónde empezar a deshacer este lío. Alba suspiró y se acercó hasta el sofá para tomar asiento. Yo la imité y me senté en la mesita de centro frente a ella.

- ¿Qué te está pasando Natalia? No te reconozco

- No he tenido la mejor semana

- Nooo Natalia, por favor, no me pongas excusas. Sé que has estado hasta arriba de trabajo, sé que todo se ha ido a la mierda y te han despedido, me he sentido culpable por ello...

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora