78

4.8K 240 34
                                    

Alba

María se había pasado varios días tratando de convencerme para que saliese el viernes a tomarnos unas cervezas. Sabía que decirle que no de primeras iba a suponer que me masacrase a mensajes e incluso se terminase presentando en mi casa. Era raro que decidiese no salir a las cañas del viernes en una época en la que estaba tan desocupada y después de haber estado dos meses sin verlas. Así que me limité a decirle que lo pensaría y el mismo viernes le acabé dando plantón por una exposición que tampoco es que me interesase demasiado.

La razón por la que decidí no ir era obvia y tenía nombre y apellido, Natalia Lacunza.

Desde que nos viésemos el lunes no habíamos vuelto a coincidir. Yo había elegido otra hora para correr y ella... ella no sé qué estaría haciendo con su vida. La conversación que tuve con África me sirvió, más que como desahogo, para plantearme nuevas cuestiones en mi cabeza. ¿Realmente podría seguir quedando con normalidad con mis amigas, ahora sabiendo que estaba ella, y tratarla como una más?

Yo quería responder afirmativamente a esa cuestión, pero no las tenía todas conmigo y algo me decía que verla a menudo no aligeraría el tema, así que haciéndole un feo a María pasé de las cañas del viernes y del más que probable reencuentro con Natalia.

María tiene muchas cosas que la caracterizan, pero si a algo no le gana nadie es a cabezota. Después de cagarse en mí de todas las formas posibles vía mensaje por haber pasado de ellas el viernes me informó que el sábado habían quedado para cenar y salir por Chueca, y que de esa no iba a librarme. Así que ahí estaba yo, terminando de maquillarme y camino de una quedada a la que esta vez no tenía excusa para faltar.

Tampoco pasaba nada, la había visto unos días atrás y todo había ido genial, el único problema era que no se había ido de mi cabeza en todos esos días, pero igual Afri tenía razón y solo era cuestión de acostumbrarme al hecho de que ahora éramos colegas.

Probablemente me contradecía a mí misma una y otra vez, eso no era nuevo, siempre lo había hecho. La cuestión es que a pesar de haber pensado en esquivar nuestros encuentros, haberme auto convencido de que el hecho de que pensase en ella era por lo novedoso de nuestra situación y demás pavadas, me vestí y maquillé aquella noche buscando dejarla con la boca abierta.

Natalia

El martes, a una hora aproximada a la del día anterior, fui al parque donde me había encontrado con Alba el día de antes, pero no la vi. Pensé que igual no iba cada día y alternaba, así que también estuve allí el miércoles y el jueves, pero no coincidimos. Pensé en llamarla, me apetecía verla. Las mañanas se me hacían eternas después del trasiego de los últimos meses y con ella me había sentido a gusto, pero cuando recordé que la tenía bloqueada me vinieron 200 razones por las que a ella igual no le apetecía que lo hiciera, y desistí.

- ¿Y te apetecía verla?

- La verdad es que sí, no sé, en todo este tiempo apenas hemos tenido dos encuentros pero de alguna forma me han hecho sentir bien

- ¿Y por qué empezaste a pensar que ella no te querría ver a ti? Ibas muy bien dejando tus comeduras de tarro a un lado y yendo cada día al parque a ver si os veíais

- Me lo planteé al ver que aún la tenía bloqueada, se me vinieron recuerdos a la cabeza

- Mira, ya te lo he dicho muchas veces, con gente a la que quieres y cosas que te hacen daño, no puede haber filtro. En principio no te atormentes pensando que algo es culpa tuya, o que ha dejado de ir al parque para no verte, por ejemplo, todo tiene una explicación y no tiene ni porque ser mala ni tener que ver contigo

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora