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Alba

Cuando decidimos irnos de la fiesta y llegué al bloque acompañada de Julia esta no lucía muy buena cara, no solo había estado algo distante con ella marcándole distancias para evitar que me besase delante de Natalia, sino que cuando vi la escenita que Natalia se había marcado con aquella chica delante mía se me quitaron las ganas de fiesta. Me senté en unos sofás que había cerca de dónde estábamos bailando y por más que Julia trataba de animarme no estaba por la labor alegando que me dolía un poco la cabeza. El camino de vuelta a casa había sido bastante extraño, se instauró un silencio incómodo entre nosotras que ni siquiera Julia era capaz de disolver con su habitual sentido del humor. Sabía que estaba molesta conmigo, pero no se merecía que yo siguiese alargando esa situación. Desde que Julia y yo empezamos lo nuestro siempre que practicábamos sexo lo hacíamos en mi casa, en un principio me autoconvencí de que era por Natalia, a fin de cuentas sintiera lo que sintiera por mí no era plato de buen gusto verme en su propia casa con otra chica, luego terminé de aceptar que también lo hacía un poco por mí, verla me alteraba, me cambiaba el humor, para bien o como esa misma noche para mal, y de momento no había encontrado el antídoto para que dejase de tener cierta influencia sobre mí. Julia nunca había dicho nada al respecto, de hecho nunca hablábamos de Natalia y menos aún en esos términos, como alguien con quien he tenido algo, sin embargo estaba convencida que no le había pasado desapercibido.

- ¿No me vas a invitar a tú piso? – Dije sorprendiendo a Julia rodeando su cuello con mis brazos

- Pensé que te dolía la cabeza – Me dijo algo enfadada, aunque respondiendo a mi muestra de afecto

- Seguro que te inventas algo para que se me pase

- ¿Y quieres conocer al fin mi dormitorios dices? – Me preguntó esta vez sonriendo y frotando graciosamente su nariz con la mía

- Sí... - me besó – mmm... definitivamente sí, quiero conocer todo lo que quieras enseñarme esta noche

Julia me volvió a besar intensificando el beso, abrió la puerta del piso casi sin mirar y nos fuimos directamente a su dormitorio.

Natalia

Aquella chica me había llevado hasta su casa. Fuimos calentándonos durante todo el camino, al llegar nos fuimos directamente a su habitación y allí estuvimos follando hasta que quedamos exhaustas. Cuando terminamos miré el móvil que descansaba sobre la mesita de noche, eran las 3 y media. Me incorporé y empecé a acercarme la ropa que tenía a mi alcance

- Ei ¿Dónde vas tan rápida? – me preguntó tumbándome de nuevo sobre la cama y tratando de besarme

- Es tarde, me voy a casa – me incorporé de nuevo, esta vez me puse de pie y empecé a vestirme

- No me lo puedo creer ¿En serio tienes tanta cara? ¿te vas a ir? ¿No vas a esperar, no sé, media hora aquí y disimular un poco?

- No, lo siento, mañana madrugo – mentí y terminé de vestirme – nos vemos - y salí por la puerta de la habitación dejándola allí mirándome con cara de estar flipando.

No me comía demasiado el coco con cómo se sentiría, estaba claro que cuando vino a refregarse conmigo mientras bailaba y me trajo hasta aquí no buscaba una relación, buscaba echar un polvo en este caso conmigo, lo demás se daba o no se daba y a mí ella ya me había dado lo que me interesaba esa noche. No sentía remordimiento, no tenía por qué quedarme y abrazarla fingiendo un sentimiento que ninguna sentíamos, si necesitaba amor ya tenía a mis amigas y a esa chica la acababa de conocer.

Cuando entré a mi piso ya eran más de las 4, traté de no hacer ruido. Por mucho que hubiera prolongado la fiesta vaquera María ya estaría en casa durmiendo. Al entrar y cerrar la puerta tras de mí me asusté al ver algo de luz en la cocina, esperaba que no hubiera nadie despierto a aquellas horas. Era la luz procedente de la nevera. Allí estaba Alba en pie, con su top puesto como única prenda junto a una diminutas braguitas negras. Casi me deja sin respiración al verla allí bebiendo agua.

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora