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Natalia

Acababa de terminar mi segunda jornada de trabajo como técnico de sonido con un equipo de profesionales y material profesional, no podía estar más satisfecha. Igual era mi segundo y último día, no sabría nada hasta que Arnau se pusiera en contacto conmigo o lejos de hacerlo tuviese que ir tras el fin de semana en busca de Noemí a seguir con mi trabajo de camarera, lo que estaba claro es que lo había aprendido esos dos días me hubiera llevado meses aprenderlo por mí misma.

Cuando llegué a casa no había nadie, María estaría trabajando y Julia, simplemente no estaba, prefería no pensar lo que eso significaba. Me tumbé en el sofá y traté de concentrarme en la serie de Netfix que estaba siguiendo pero el cansancio me pudo y me quedé dormida. Un portazo me despertó

- Lo siento, se ha levantado algo de aire y hay corriente ¿Te he despertado?

- Tranquila, no debería dormir tanto a estas horas... por cierto ¿Qué hora es?

- Son más de las 8

- Mierda

- He venido a dejar las cosas y me bajo, algunos están en una terraza de por aquí tomando una cerveza antes de la cena ¿Te apuntas?

- Sí, cualquier cosa que seguir aquí ... comiéndome la cabeza – dije entre dientes

- ¿Qué has dicho?

- Nada, vamos

No tardamos nada en llegar donde estaban Marta, Afri, Damion y Dave sentados en la terraza de un bar a unos doscientos metros del piso. Aunque ya estábamos a principio de octubre seguía haciendo calor por la mañana y a esas horas de la tarde se solía levantar algo de viento pero la temperatura era suave para aprovechar quizá las últimas semanas de una terraza al aire libre en Madrid. María y yo nos sentamos con ellos e iniciamos una rueda de desahogo mutuo donde cada uno contaba qué tal le había ido el día. Marta estaba cansada de trabajar en el burguer y frustrada porque no veía otra opción de momento, María estaba cubriendo como traductora la masterclass que estaba impartiendo una bailarina en el conservatorio de danza y se había encoñado de ella, Afri estaba feliz porque había conocido a Ana Guerra en un evento que organizaba Cadena 100 y había ido a maquillarse, Damion no tenía nada que aportar, Dave había discutido con el director de la obra infantil en la que llevaba trabajando desde hacía meses y estaba convencido que este no iba a parar hasta largarlo de allí, discrepancias políticas serias, decía él, y yo, yo estaba feliz por todo lo que había aprendido pero nerviosa porque todo hubiera acabado ahí, en dos días de prueba en el trabajo. Hablando acerca de esto y de cómo nos sentíamos fue como estábamos cuando aparecieron Alba y Julia.

Volvía a sentir ese pellizco en el estómago, pero ahora era aún peor, después de lo que me había confesado Julia era real la posibilidad de que hubiera algo entre ellas. Tomaron asiento, Alba ni me miró.

Alba

Pasé parte de la mañana encerrada en la oficina leyendo bibliografía y buscando información algo más profunda que la típica reseña acerca de Natalia Goncharova, la pintora rusa sobre la que versaría la exposición. No me serviría de nada imaginar una presentación, visualizarla en un espacio vacío si no conocía a la persona que estaba detrás de la pintora que probablemente me hablaría más de los cuadros que cualquier reseña en un libro. Estuve tan absorta en mi trabajo que prácticamente comí entre libros

- ¿Te vas a pasar aquí todo el día? Sí que has empezado fuerte – dijo Joan asomado a la puerta de mi despacho

- Tú aún sigues aquí – le respondí cansada y arrugando la nariz

- Qué mona eres cuando haces eso Alba – dijo Joan más como una broma que como un cumplido – Yo al menos he salido a comer. Son las 19.30

- ¿En serio? Me había puesto las 19 como hora tope... he quedado

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora