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Alba

Era la primera vez que amanecíamos juntas, sí. También era la primera vez que Natalia se abría a mí y me hacía partícipe de sus sentimientos, de lo que había pensado y había sentido durante los últimos meses, donde ambas nos habíamos buscado, deseado, pero ninguna había dado el paso de confesar a la otra lo que realmente nos hacía sentir, que lo hiciese estaba provocando en mí sensaciones nuevas que me llevaban a la felicidad más absoluta. Pero lo que me produjo una descarga eléctrica que me llevó hasta el orgasmo junto a su manera de tocarme y poseerme fue el escucharla decirme que me quería. A pesar de las cosas que habíamos compartido juntas, nunca había hablado de mí en términos amorosos. Me había dicho muchas cosas "me vuelves loca" "me vas a matar" "nunca había sentido algo así" "te he echado de menos"... Todas y cada una de ellas se habían quedado guardadas en un rinconcito de mi cabeza donde guardaba todo lo que tenía que ver con ella y al que acudía cada día, quisiera o no, porque Natalia y todo lo que conllevaba nunca se iba de mi pensamiento. Sin embargo nunca había usado una palabra, algo que se acercase a declarar algún tipo de sentimiento amoroso, "estoy acojonada por lo que siento" no era precisamente alentador, sabía perfectamente que cada vez que se acojonaba salía corriendo, y eso era lo que menos quería en ese momento.

- Hostia puta Alba – recuerdo que me dijo – te quiero

Y ya no necesité más, la sacudida que me provocó hizo que en pleno orgasmo dijese su nombre como un grito de liberación

- Nat... Naaaat

Natalia usó la mano que tenía apoyada sobre el colchón para ponerla en mi boca y acallar mi grito mientras me miraba sonriendo

- Shhhhh – me dijo al oído mientras yo me deshacía en los últimos espasmos – Creo que no estamos solas, he escuchado a alguien trapicheando por el salón

- ¿En serio? - le dije muerta de la vergüenza y tratando de relajar mi respiración

- Será María, probablemente haya vuelto ya a casa

- Pero... ¿Qué hora es?

- Pues deben ser al menos las una o así – dijo mientras cogía su móvil para comprobarlo – Pues son casi las dos de la tarde Alba, es increíble cómo se me pasa el tiempo contigo

¿A ella le parecía increíble? En ese caso no encontraba ya palabras para describir mi estado porque no podía hacerse una idea de cómo la amaba ni de lo que conseguía hacerme sentir

- Será mejor que salga a darme una ducha y la salude, no se le va a ocurrir entrar aquí pero... - me dijo con una mueca divertida

Me quedé un rato más en la cama, necesitaba recuperarme un poco y prepararme para afrontar a María. Habíamos pasado juntas la Nochevieja pero apenas habíamos tenido conversación durante la cena, y más tarde se había dedicado a pasar el rato con Pablo mientras yo bailaba junto a mi hermana y el resto, en realidad me sentía como si no la hubiese visto desde la mañana que aparecí por el piso buscando a Natalia. Me costó salir de la nube en la que me encontraba en ese momento y volver a centrarme para afrontar la realidad.

Me puse una camiseta de Natalia que encontré en el armario y unos pantalones de chándal, no pensaba pararme mucho más rato allí, quería ducharme tranquila en casa y descansar un poco después de comer para dedicarle la tarde a estructurar el croquis de la distribución de los cuadros en la galería el día de la inauguración, aprovechando que Natalia tenía que trabajar, y hacer el trabajo con el personal de oficios lo más rápido y eficiente posible al día siguiente.

- Hola María - estaba en la cocina, preparando algunas cosas para probablemente hacer la comida

- Hola – levantó la cabeza y me miró – que estés aquí a estas horas y con esas pintas supongo que quiere decir que Natalia y tú habéis hablado, me alegro

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora