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... y este otro, aún más.


Natalia

- Albi, no me apetece nada irme y dejarte aquí

- Ya, a mí tampoco, lo superaremos Nat, solo serán unos días

- ¿Me vas a echar de menos?

- Siempre... Nat, tienes que dejar toda esa mierda de la inseguridad y confiar más en mí, no me voy a liar con nadie, eso lo sabes ¿Verdad?

- Sí

- Necesito que lo tengas claro – suspiré

- Lo tengo claro

¿Cómo se consigue dejar la mente en calma? ¿Cómo apartas de tu cabeza aquello que por más que lo pienses no tiene sentido, pero aun así insistes en ello terminando por hacerte daño y hacerle daño a los demás? Alba me había mentido, sí. Había hecho ver que no sabía nada de mi nuevo empleo ni de que a pesar de que sabían que no había robado nada, no sería admitida en el anterior, aunque en realidad sí que lo sabía, al menos lo segundo, y lo primero lo sospechaba hasta que finalmente lo confirmó, y a pesar de ello decidió no decirme nada. Y si me ponía a pensarlo, lo entendía, entendía que no me dijese nada si temía que renunciase al trabajo, a veces tomamos decisiones equivocadas pensando que es lo mejor y no nos damos cuenta que igual el efecto que provocan nuestras decisiones es mucho peor que la causa que lo provocó.

Aquella discusión con Alba fue la peor que recuerdo desde que estábamos juntas. Hasta ese momento, y por más que se hubiesen enredado con malentendidos las cosas entre nosotras, todo había quedado aclarado, resulto, terminado. Aquella discusión sin embargo, me dejó la sensación de que había abierto un muro invisible entre nosotras que sería difícil de derribar.

El resto de días que me quedaron por pasar en Madrid traté de corregir todos los errores que cometí ese día, el primero de ellos haber acusado a Alba de tener sexo con Laura. Recuerdo que ella trataba de explicarme que ella no había buscado su ayuda, que cuando le comentó que trataría de hacer algo al respecto jamás imaginó que fuese todo tan rápido ni que el empleo en sí pudiese ser lo que terminó siendo, la oportunidad de mi vida. Si lo analizo racionalmente una y otra vez, ella tiene toda la razón en eso, más allá del feo detalle de que me lo ocultase. Pero luego estaba mi alter ego. La parte tóxica que se había apoderado de mi cabeza y que veía las intenciones de Laura. ¿Cómo pude estar tan ciega? Por un momento llegué a pensar que quizá su forma de joder a Alba, de jodernos a las dos era porque estaba dolida conmigo, por lo que pasó, incluso porque podía sentir algo por mí. Ahora estaba totalmente convencida de que Laura en quien realmente estaba interesada era en Alba, que ese trabajo lo único que había conseguido era allanar su camino hacia ella alejándonos durante un tiempo en el que ellas sí que seguirían viéndose. A pesar de que Alba me aseguraba entre lágrimas que me quería, que era conmigo con quien quería estar, no podía apartar esa idea de mi cabeza, y me estaba matando por dentro. Debía respirar hondo y diferenciar lo que pasaba en realidad de lo que yo podía llegar a imaginar. Una cosa era que Laura pudiera estar interesada en Alba y otra bien distinta que Alba acabase liándose con ella. Ese era el factor principal, y eso era lo que mi cabeza se empeñaba en poner en duda cuando me invadía el miedo a perderla.

Durante la semana traté de encerrarme en mi trabajo, en realidad era lo único que me hacía evadirme de ese pensamiento recurrente. Pero cuando paraba, cuando llegaba a la habitación del hotel y me encontraba a solas conmigo misma, mi mente viajaba sola a ese lugar oscuro en el que Laura conseguía embaucar a Alba, y ella acababa cediendo. Las pesadillas me atormentaban pero al menos ocurrían mientras dormía, los pensamientos siendo consciente eran aun peor. En esos momentos un pellizco se cogía en mi estómago no dejando que pasase ni el agua, y un nerviosismo se adueñaba de mi sistema nervioso, impidiéndome tomar el control sin dejarme llevar por todos los estados emocionales que me provocaba. Apenas podía hablar un par de veces al día con Alba y nunca durante demasiado tiempo, nuestros horarios no coincidían y durante la jornada de trabajo estaba prohibido llevar el móvil ante el riesgo de que alguien pudiese pasar a los chicos información del exterior. Nuestras ganas de volver a vernos eran evidentes, pero el muro que había levantado entre nosotras la discusión que habíamos tenido estaba ahí. Aún me preguntaba cómo había podido siquiera atreverme a preguntarle aquello que le hizo tanto daño que acabó por golpearme, cuando en realidad no venía a cuento, pero era la única pregunta que mi mente se hacía obsesivamente después de saber que Alba había sido capaz de mentirme y Laura estaba detrás de que hubiera conseguido el trabajo.

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora