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Natalia

Me desperté cuando sentí que uno de mis brazos se había dormido totalmente y el hormigueo doloroso que me provocaba me sacó de mi letargo. El peso del cuerpo de Alba, totalmente dormida, descansaba sobre unos de mis brazos, definitivamente me encantaba aquello pero no estaba acostumbrada a compartir cama con nadie mientras dormía. Saqué mi brazo con cuidado de debajo de ella provocando que esta se girase dándome la espalda para continuar durmiendo. La imagen de su cuerpo desnudo realizando ese movimiento y dejando su culo mirando hacia mi llevó a mi centro una punzada de deseo que hizo que tomase consciencia de que necesitaba ir al baño, me estaba meando.

Al regresar de nuevo a la habitación pude escuchar un leve ruido sordo que se repetía insistentemente como si se tratase del zumbido de una abeja. Fui a la búsqueda de este suponiendo que se trataba de mi móvil, que llevaba en silencio desde que entramos al concierto, y me quedé de piedra al ver que quien me estaba llamando era Julia. Contesté asustada, como si solo el hecho de hacerlo pudiese permitir que ella viese la escena en la que estaba, en la habitación de Alba, totalmente desnudas ambas, después de haber practicado con ella el mejor sexo que había tenido en la vida.

Julia se encontraba fatal, me fue contando entre sollozos la realidad que le esperaba junto a su madre, la idea que tenía de solicitar una comisión de servicio para poder terminar el curso escolar en un colegio de Cádiz y poder cuidarla, pero yo ya tenía un pellizco en el pecho desde que, antes de desahogarse con todo eso, me dijo que no había parado de llamar a Alba pero no había logrado contactar con ella. Dios, otra vez la hostia de realidad, otra vez teniendo que afrontar que esta vez sí que sí, había fallado a mi mejor amiga justo en el peor momento de su vida. Necesitaba ir a verla, no podía engañarla y hacer como si nada hubiera pasado sobre todo porque esta vez yo misma no podría soportarlo. Estaba irremediablemente enamorada de Alba y debía decírselo y asumir las consecuencias, pero debía hacerlo por más que me doliese por mí, por lo que sentía, y por la propia Alba, a la que no volvería a dejar irse por tercera vez dejándola plantada de nuevo. Le dije que me iría a verla y eso haría. No podía esperar a que Alba despertase, sabía que no estaría de acuerdo, que quizá querría ser ella la que le explicase las cosas, y no quería entrar en la tesitura de tener que elegir entre lo que yo sentía que tenía que hacer con respecto a mi mejor amiga y lo que la persona de la que estaba enamorada me pedía que hiciera, así que no me lo pensé dos veces y me dispuse a salir a afrontar mis mierdas cara a cara frente a Julia.

- Damion, Damion... susurré desde la puerta del dormitorio que compartían Damion y África que ahora yo tenía entreabierta

- ¿Natalia? – dijo Damion incorporándose un poco y bastante sorprendido

- Sí... esto, lo siento, es urgente... Necesito que me prestes el coche un par de días... por favor

- Joder, estás loca Natalia... ¿No podías esperar...?

- Noooo... es urgente

- Ya sabes dónde están las llaves, devuélvemelo sin un rasguño y con el depósito lleno

- ¡Hecho! Gracias – y se echó de nuevo a dormir no sin antes sacar a pasear su dedo corazón para ofrecérmelo

Salí del piso de Alba tratando de no hacer ruido y entré unos minutos al mío en el que preparé un pequeño macuto con alguna muda limpia y me dispuse a salir en busca del coche de Damion. Una vez me acomodé en el coche miré el móvil para ver si Julia me había enviado la ubicación "mierda, solo tengo un 30% de batería" pensé, no recordaba si había echado el cargador al preparar a la carrera el macuto pero no tenía tiempo que perder, o así lo sentía yo, y me pudieron más las ganas de largarme de allí y darle una explicación cuanto antes que el hecho de comprobar si efectivamente llevaba el cargador a bordo, no pensé que igual más tarde me arrepentiría de esa rápida y absurda decisión.

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora