63

5.2K 249 47
                                    

Alba

Natalia entraba por la puerta de la sala con la misma mirada seria con la que se había marchado directa al despacho de Laura y caminando rápido en dirección a la calle. En su camino se cruzó con una Sabela exultante que entraba dando pequeños gritos contenidos mientras me decía que al fin le había llegado el aviso de dirección de que teníamos permiso para quedarnos trabajando tras el cierre

- Natalia... - le dije alzando la voz - ¿Qué ha pasado?

- Voy a fumarme un cigarro – me contestó desde lejos siguiendo su camino y sin girarse a mirarme, probablemente la noticia que traía Sabela ya la conocía.

Que iba a fumarse un cigarro fueron las últimas palabras que me dirigió. Desde que volvió se había dedicado a montar el sonido con el equipo que usó la otra vez y posteriormente a trazar el mapa de cómo podría ingeniárselas con lo que tenía, para montar el resto. Sabía que a ella le gustaba imbuirse en su trabajo, ya habíamos trabajado juntas y sabía lo seria y responsable que se ponía cuando estaba trabajando. Pero su actitud tampoco me terminó de parecer normal. No me había pasado desapercibida la cara que había puesto al retirarme de su abrazo, había cambiado el gesto y sin dirigirme la palabra se había ido al despacho de Laura. No es que yo no estuviera loca porque me rodease con sus brazos, la amaba y el hecho de tenerla al fin para mí solo me hacía desearla más incluso que antes, pero Laura no dejaba de hacer comentarios con respecto a ella, a nuestra vida sexual, incluso. Todo eso me incomodaba cada vez más y me era imposible mostrarle ningún tipo de afecto allí, porque sí, porque Natalia y yo no sabíamos parar, nunca habíamos sabido hacerlo, y aunque empezó dándome un abrazo para acoger mi desesperación, acabamos frotando nuestras cabezas como gatas, oliéndonos, y Natalia besando mi cuello y poniendo todos mis bellos de punta. Si la hubiera dejado continuar sé cómo hubiera seguido, ella buscaría mi boca y yo no podría negársela, así que acabaríamos besándonos sin control y no quería imaginar la charla que si eso pasaba, y ella se acababa enterando, terminaría teniendo con Laura.

Cuando empecé pensando todo esto, mientras escribía algunas notas en mi cuaderno, estaba triste por llevar un par de horas a solas con Natalia y que ni siquiera me hubiese mirado ni dirigido la palabra. La Galería había cerrado y salvo los paseos cada dos horas que se daba por allí seguridad, no había nadie. Después de haber recreado esa imagen en mi cabeza, Natalia besando mi cuello y las sensaciones que me había provocado a pesar de la presión que tenía, la tristeza se esfumó poco a poco dejando sitio a la calentura que me provocaba cada vez que se acercaba a mí

- Buenas noches señorita Reche, soy Arturo. El compañero de antes se llamaba Luis, supongo que ya lo ha conocido, debió pasar por aquí hace un par de horas

- Buenas noches... sí, también se presentó, como usted.

- Bien, solo estoy haciendo la ronda, quería presentarme y asegurarme que sabe usted donde está ubicado el botón anti pánico por si fuera necesario

- ¿Anti pánico? ¿Aquel pulsador bajo...?

- Sí, bueno, se llama así pero no tiene por qué haber pánico, no se preocupe. Esto... es solo protocolo de seguridad

El guardia de seguridad siguió su ronda y yo le seguí con la mirada hasta abandonarle y quedarme atrapada mirando la figura de Natalia. Estaba sentaba en el suelo con las piernas cruzadas como un indio y el portátil sobre ella, sumamente concentrada. Me acerqué hasta ella arrodillándome a sus espaldas y poniendo mis manos sobres sus hombros

- Nat... - le susurré al oído – Me gusta tu carita de concentrada

Natalia gruño un poco pero siguió con su labor ignorándome. Me acerqué más a ella y rodeé su cintura con mis brazos, el guardia de seguridad acababa de pasar y era consciente que no volvería a hacerlo hasta dentro de dos horas, por lo que estaba tranquila con el hecho de que nadie nos viese dándonos cariño mientras estábamos allí trabajando

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora