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El piso en el que viviríamos pertenecía a un antiguo edificio rehabilitado que habían convertido en preciosos pisos y apartamentos. Antes, aquel edificio había estado lleno de oficinas en sus dos primeras plantas y de pisos gigantes de hasta 5 dormitorios en sus plantas superiores. Ya nadie tenía pisos tan grandes en el centro de Madrid como norma, solo en algunos barrios más exclusivos, las familias ya no eran numerosas y se habían adaptado a los nuevos tiempos. 

Se trataba de un bajo, cosa que me sorprendió, pero cuando lo vi pude entender por qué él me había repetido sin cesar que me volvería loca nada más verlo. 

Tan solo tenía dos dormitorios, la cocina era tipo americana separada del salón por una barra, pero en el salón había una enorme cristalera que daba a un pequeño patio ajardinado donde Alex había puesto unos sofás hechos con palés recreando un rincón chillout rodeado de lucecitas de colores que hacían de aquel rincón un espacio adorable. 

Había una zona de césped y algunas flores y arbustos decorativos, aquello era un pequeño oasis dentro de Madrid y yo no podía estar más feliz en ese momento. Adoro los espacios al aire libre y no sabía cómo llevaría la vida en la jungla de asfalto que era la gran ciudad, así que disponer de un cachito así en mi día a día me ponía muy feliz.

- ¡Es precioso! No me habías dicho nada...

-Quería darte una sorpresa, sabía que te gustaría – Me hablaba sonriendo sobre mi cuello mientras me rodeaba con sus brazos desde atrás – Además tengo una sorpresa más

-¿En serio? Es imposible que esto pueda mejorar

-Créeme, puede hacerlo – sonrió, y yo no pude evitar hacerlo también mientras me comía la incertidumbre. De pronto una voz de chica nos interrumpió, provenía de la pared de madera que separaba nuestro pequeño jardín del jardín del piso de al lado

- Alex – le llamó con confianza- más te vale que a la chica que estás camelando sea a Alba porque si no voy a saltar esta minúscula pared y te voy a dar de hostias

Mi cara se quedó congelada ante la sorpresa no ya de que se dirigiese a nosotros, sino de que hubiera pronunciado mi nombre. Alex sin embargo, empezó a carcajearse divertido y le respondió a la cabeza rubia que asomaba tras el muro no muy alto

- Tranquila, no me voy a arriesgar a que me cruces la cara – decía divertido – Ella es Alba, acaba de llegar. Alba, esa cabeza rubia de ahí es María, mi vecina de al lado y mi paño de lágrimas cuando te he echado de menos, por eso su amenaza, supongo

- Encantada Alba – sonreí mirándola y saludé con un gesto de cabeza mientras recomponía mi cara de sorpresa por la situación de familiaridad que parecía haber entre mi novio y la vecina – Sería mucho más interesante esta situación si pasaseis por mi piso, estoy con algunos amigos tomando unas cervezas de tranqui, así puedo saludarte en condiciones Alba

- Pues no sé, acabamos de llegar de la estación – argumentaba Alex no muy convencido de que me apeteciese salir a socializar nada más llegar

- Me parece bien – dije sonriendo – voy a vivir aquí así que antes o después tendré que conocer a la gente que ha compartido contigo este tiempo

- Pues perfecto – exclamó María levantando su cerveza por encima de su cabeza – voy sacando unas birras de la nevera, aquí os espero – Y se marchó mientras Alex se acercaba de nuevo a mi pidiendo casi disculpas con la mirada

- Lo siento, igual te has visto obligada y no te apetece una mierda

- Noooo, me ha parecido simpática, además, hasta dentro de unas semanas que empiezo mis prácticas en la galería estoy oficialmente de vacaciones, me vendrá bien una cerveza para celebrar que al fin estamos aquí juntos

-¡ Dios Alba! Cómo te he echado de menos

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora