CAUSA Y EFECTO

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Alba

Había decidido pasar la tarde con Natalia en lugar de venir a trabajar, y aunque al principio cuando me lo pidió tuve mis dudas no había sido una mala decisión. Después de que hablásemos, tras aquellos días fatídicos sin vernos que no quería ni recordar, me sentía mucho más unida a ella, nos sentía más libres. Sus malas caras y sus ataques de celos parecían haber pasado a un segundo plano, yo por mi parte había tomado conciencia de lo injusta que había sido con ella. Natalia había hecho todo lo que estaba en su mano para que mi proyecto saliese adelante, por estar junto a mí ese día, jugándose incluso su trabajo, como así termino sucediendo, y sin embargo centré toda mi energía en enfadarme por el comportamiento que tuvo, que se debía a que se sentía increíblemente insegura, y no tanto en pensar que las circunstancias de estrés que había vivido en el trabajo no habían ayudado a que no se sintiese así. Probablemente de haber llegado a tiempo habría conquistado desde primera hora a mi madre y a Marina y para cuando yo llegase a ellas ya estarían enamoradas de Natalia, era imposible no hacerlo.

Que el nivel de cansancio y estrés que vivió me ayudase a entender su malestar, no evitaba que no terminara de entender por qué se sentía así. Me costaba entender esa inseguridad que desaparecería de su mente si llegase a comprender, aunque fuese solo un poco, todo lo que me hacía sentir. Las palabras se quedaban cortas, nunca había amado a alguien así, nunca nadie me había hecho sentir así.

Esa mañana me escurrí de entre sus brazos, de su aroma, del calor que me daba su piel, y decidí irme a la Galería. Aunque sabía que quizá no era lo más adecuado, decidí que lo que faltaba para que se marchase quería pasarlo con ella, así que trataría de aprovechar las mañanas pintando para dedicar el resto del día a disfrutar de Natalia, era en lo único que podía pensar, ella lo ocupaba todo.

Preparé el ambiente, la iluminación de la sala en la que pintaría, las pinturas, un par de lienzos en blanco, ya solo faltaba que llegase la inspiración de lo que me gustaría plasmar. He de reconocer que la temática elegida me daba algo de miedo, miedo por lo que pudiese llegar a contar de mí. Siempre he sido una persona que disfrutaba del sexo, no me suponía quebraderos de cabeza y me dejaba llevar libremente, pero con Natalia estaba sobrepasando todos los límites, y me llevaba a una dimensión desconocida, adueñándose de mis pensamientos y emociones más allá del acto en sí. Ahora debía indagar en ese tipo de sensaciones y plasmarlas en un lienzo, y todo eso me hacía estar alerta porque me removía demasiadas cosas por dentro.

Las imágenes junto a ella se agolpaban en mi cabeza y los recuerdos provocaban una corriente eléctrica que terminaba en mí mismo centro. Mientras esto pasaba, las pinceladas se sucedían. Trazaba líneas, mezclaba colores y pronto dejé de escuchar los sonidos rutinarios que invadían la Galería para entrar en un trance que solo me traía imágenes y sensaciones que, como un resorte, me mantenían pintando alejándome de todo y sacando a la luz lo que llevaba tan dentro. Estaba tan ensimismada en mi trabajo que ni siquiera la escuché entrar

- Me pasaría la vida aquí, viéndote pintar

- ¡Natalia!

- Hola mi amor... ¿Te puedo besar o prefieres esperar a que salgamos de aquí?

- Pero... ¿Qué hora es? ¿Has visto a...?

- ¿Laura? No te preocupes, he llegado antes y pensaba esperarte en una terraza tomando algo, pero la he visto salir y no he podido evitar entrar a verte

- Deja de preguntarme entonces si puedes besarme y cómeme la boca – le dije agarrándola de las solapas de su chaqueta y acercándola a mí.

Natalia se dejó llevar tomándome por la cintura y uniendo nuestros labios. Quería arroparme en su boca sin más intención, sin embargo solo notar su sabor intensifiqué el beso dejando que su lengua lo invadiese todo y comenzando una danza llena de deseo en la que nuestros cuerpos se buscaban y que no quería parar