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Alba

Alex ya había salido de casa para encontrarse con el resto de miembros del equipo y yo estaba en la cama. Aún no tenía muy claro lo que pasó ayer. Después de hacerlo como dos lobas enfurecidas Natalia y yo sobre el sofá había contestado a aquella llamada, solo había dicho dos monosílabos: ¿sí? y sí, nada más. Luego mientras se colocaba bien los pantalones me besó dulcemente y me dijo "Te veo mañana preciosa" y se fue.

Al principio me quedé confusa, me tumbé sobre el sofá y apreté mi sexo sintiendo aún pequeñas descargas de placer muy leves. A los minutos entró Alex. Me incorporé para mirarle, iba como una cuba

- Estás borracho Alex y yo no tengo ganas de discutir, así que mejor nos vamos a la cama y cuando vuelvas el domingo hablamos

Él pareció estar de acuerdo. Asintió mirándome y se fue para la habitación. Me pareció mucha casualidad que justo llamaran a Natalia y al rato apareciese Alex. Ahora estaba convencida de que aquella llamada parecía que la habían hecho para avisarla ¿Pero quién sabía lo que había entre Natalia y yo? ¿María? Me moría de la vergüenza solo pensarlo. Esperé un rato más tumbada en el sofá, para cuando llegué a la cama Alex ya estaba dormido.

Esa mañana se había despertado y se vistió fuera para no hacer ruido. Yo fingí seguir dormida, no me apetecía tener ningún tipo de conversación en ese momento. Antes de irse se sentó un rato en la cama, supongo que mirándome, me besó el pelo y se marchó. Yo seguí allí un rato más, sin moverme, con los ojos cerrados, pensando en Natalia.

Natalia

Desperté húmeda y sudorosa por el sueño que acababa de tener. No podía quitarme a Alba de la cabeza ni siquiera cuando estaba dormida. Me duché y salí al jardín a desayunar, allí había vasos por todos lados pero en el salón no se podía ni estar

- La casa está hecha un asco tía, menudo sábado nos espera

- Hola María... pensé que no me hablabas

- No me lo recuerdes, no tengo más remedio, vives aquí

Amaba a María con toda mi alma, era la mejor amiga que alguien pudiera tener. Era cariñosa pero dura a la vez si te tenía que decir algo que no le gustaba. No era rencorosa, y anoche me había librado del lío de mi vida. No quiero imaginar lo que hubiera pasado si llega a entrar Alex y nos pilla a su novia y a mi follando en el sofá. Cada vez que recordaba la escena me subía el calor y acababa acercándome a la nariz la mano que había estado dentro de Alba. Definitivamente esa tía me estaba volviendo loca. Pasamos la mañana arreglando el piso y preparando algo de pasta para comer. Siempre que bebíamos la noche de antes comíamos pasta, era lo único que nos consolaba el estómago.

- Entonces ¿Mañana comemos pasta otra vez? Lo digo porque esta noche hemos quedado – rumiaba María mientras masticaba sus tallarines

- Supongo, al menos esta noche salimos por ahí y no habrá que recoger otra vez el domingo

María asintió y afirmó con el tenedor en la mano como si ese fuera un punto muy importante a tener en cuenta.

- Esta noche voy a invitar a Alba – le solté de repente

- ¿Ya estamos otra vez? ¡No me jodas Natalia! Ayer lo pasé fatal ¿Se puede saber qué coño hay entre vosotras? Además, tú no se supone que no quieres líos con nadie más de una vez? Porque con Alba ya van dos que yo sepa

- Dos y media – me reí

- Eres gilipollas ¿Lo sabías? A ver si ahora vas a dejar de ser una suelta justo con la más complicada, nuestra vecina con novio, te recuerdo

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora