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Siempre he sabido que me gustaban los chicos. He tenido algún que otro lío y un par de relaciones serías con algunos de ellos y siempre lo he pasado bien, aunque la verdad es que, a pesar de no haber estado nunca con ninguna chica, siempre he pensado que me podrían gustar también. 

Me he fijado muchas veces en algunas de ellas, pero las relaciones entre nosotras siempre se han dado de forma natural en términos de amistad, y nunca he ahondado demasiado en ello. La única vez fue con 15 años. 

Mara era una compañera de instituto con la que tuve que hacer un trabajo, nos llevó tres días terminarlo, quedando cada tarde en su casa. Sus padres tenían un sótano perfectamente habitable donde Mara solía bajarse a estudiar o jugar vídeo juegos en su tiempo libre. 

El primer día congeniamos bastante bien y trabajamos duro para avanzar el trabajo lo suficiente para que no nos pillase el toro, el segundo día terminamos el trabajo entre tonteos y miradas furtivas de una hacia los labios de la otra, el tercer día quedamos para repasar todo, pero lo único que hicimos es darnos un repaso la una a la otra de besos torpes y magreo de culo intensivo sobre la ropa, de ahí no pasamos. Al día siguiente presentamos el trabajo y no volvimos a hablar en todo lo que quedaba de curso.

Que Natalia me hubiese llamado la atención de esa forma no me sorprendía. Era asquerosamente guapa, y atractiva, y tenía un rollazo, como diría María, que era casi imposible no fijarte en ella. Lo que me llamaba la atención es que lo hubiera hecho de aquella forma desmedida, hasta el punto de sentirme como una mierda cuando la noche de antes me tiré a mi novio pensando en ella.

El tiempo se me pasó volando colocando mis cosas en su sitio y la ropa en el armario. Cuando quise acordar estaba escuchando las llaves de Alex en la cerradura de la puerta ¿Qué hora seria?

- Alba cariño. Ya estoy aquí, por fin – dijo mientras soltaba la bolsa de deporte en la entrada y venía hacia mí con los brazos abiertos, buscando un abrazo

- Se me ha pasado el día en un suspiro ¿Qué hora es?

- Son casi las 9, desde que anochece más tarde perdemos la noción del tiempo – dijo dejando besos por mi escote y mi cuello provocándome cosquillas

- Para – dije sin parar de reír – me haces cosquillas ¿Quieres que cenemos algo?

- Sí, bueno, podemos hacer algo rápido. Me he encontrado a María en el portal y me ha dicho que pasemos a tomarnos unas cervezas

- Noooo Alex, llevo todo el día pringada aquí, ni siquiera me he dado una ducha, estoy cansada – le dije con cara de fastidio. La verdad es que no me apetecía ver otra vez a Natalia. Ya había dedicado suficientes horas en el día pensando en ella y además no me apetecía en absoluto otra escenita en el pasillo con una de sus ligues y luego llegar aquí y pagarlo con Alex sintiéndome una mierda después.

- Vamos Alba, hoy es viernes, mañana tenemos partido fuera por la tarde, seguramente tenga que pasar la noche fuera de casa. Me apetece tomar unas cervezas en plan tranqui, contigo. Además, a María le has caído genial y estaré fuera más tranquilo si sé que tienes a alguien cerca con quien salir a tomar algo y no esperarme aquí, desesperada y aburrida.

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora