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Alba

Solo mantenerme tan ocupada durante el resto del día me llevó poco a poco a olvidarme de la conversación tan dura que había tenido con Laura y centrarme en lo que debía ocupar todo mi pensamiento.Mientras los operarios habían ido moviendo pinturas de un lado al otro yo me había dedicado al montaje de las cajas que harían las veces de soporte para los cuadros y a preparar los útiles que terminarían por darle al espacio el aspecto de las tramoyas de un teatro.

A pesar de que ya era por la tarde, Natalia aún no había aparecido por allí. Ni siquiera cuando miré el móvil durante la comida me había llamado o contestado alguno de los whatsapp que le había enviado. Me estaba desesperando, el día había sido terriblemente duro en todos los aspectos y necesitaba verla, aunque independientemente de las ganas de estar con ella también me preocupaba que una parte importante de mi proyecto dependía del montaje de sonido del que Natalia se haría cargo y pensar que en esta ocasión, justo en la definitiva, no pudiese ayudarme, me hacía sentir que no controlaba todos los factores, que no todo dependía de mi esfuerzo o mi empeño,y eso me ponía muy nerviosa.

Tampoco me ayudaba llevar todo el día rodeada de mastodontes groseros que me hacían repetirles las indicaciones una y otra vez poniendo mi paciencia a prueba mientras ellos se reían y hacían comentarios sexistas que no me estaban haciendo ninguna gracia. Al principio traté de pasarlos por alto, se trataba de que acabasen su trabajo lo antes posible, pero había según qué cosas que empezaban aparecerme intolerables y me estaba empezando a cansar de morderme la lengua

-Nooo... esos no van ahí – los dos hombres me miraron por encima del hombro con cara molesta – Os he pedido por favor que no dejéis unas pinturas apoyadas en otras, y menos aún en esta zona, podrían sufrir algún daño

-Señorita, las pinturas están perfectamente protegidas por una funda resistente a los golpes y no creo que les pase nada

-Ya, pero es que me da igual lo que a ti te parezca, deberíais dedicaros a seguir mis instrucciones y he dicho claramente que no quiero que apoyéis unas sobre las otras – dije empezando a notar que mi paciencia se agotaba

-Mira Jose, pues sí que tiene carácter la rubia – le dijo el mayor de ellos a su joven compañero con los brazos en jarras - ¿Eres igual de exigente para todo?

Noté como me subían los colores a la cara, pero no era de vergüenza sino de rabia. Estaba plenamente convencida de que si aquella indicación se la hubiese hecho Joan no solo la habría obedecido sin rechistar sino que además nunca se le hubiera ocurrido preguntarle cuales eran sus exigencias y en qué campo. Se trataba simplemente de un problema machista, ellos no estaban dispuestos a acatar mis órdenes, no al menos sin hacer algún comentario que me colocase en mi sitio y que les hiciera sentir que ellos dominaban la situación, y yo hacía mucho tiempo que ya no pasaba por alto ese tipo de comportamientos

-¿Qué acabas de decir? - mi tono le dejó algo asombrado aunque trató de no dejarse amedrentar no cambiando su gesto, mirándome fijamente – Lo primero es que tu trabajo aquí es hacer lo que yo te indique con respecto al traslado de las pinturas y demás materiales, lo segundo es que si estas sufren algún daño o no por su forma de hacerlo soy yo quien lo decido, yo, que para eso tengo esa responsabilidad, y lo tercero es que no se te vuelva a ocurrir insinuar si soy o no exigente y mucho menos en otras facetas que no tienen nada que ver con el trabajo

-Tampoco hace falta que se tome las cosas así, señorita, solo era una broma.

-¿Qué tal si bromeo con su barriga? - tenía una barriga bastante pronunciada que le levantaba la camiseta al trabajar y dejaba a la vista parte de su peludo abdomen – O como soy tan exigente no me parece adecuado que venga a trabajar con exceso de peso y le invito amablemente a que no vuelva en otra ocasión, no sé, igual yo también podría bromear con cosas de su incumbencia ¿Le parece bien?

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora