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Natalia

Si era sincera conmigo misma lo que más me preocupaba de la conversación que tenía pendiente con Alba no era explicarle lo que había pasado, lo que había hablado con Julia y en qué había quedado todo, totalmente roto y destrozado y a mí en una posición de descomposición y pérdida que tendría que aprender a lidiar con ella con el tiempo. Lo que más me había comido la cabeza durante las vacaciones era a qué nos llevaría todo en cuanto se refería a nosotras. Alba ya no estaba con nadie, no había nada que nos impidiese estar juntas. Sabía lo dolida que se había sentido al volver a dejarla sola aquel día sin una explicación, pero podría hacerle entender por qué lo había hecho y ella probablemente acabaría poniéndose en mi lugar. Lo que me preocupaba era en qué posición me dejaba aquello una vez superado. ¿Quería empezar algo con ella y solo con ella? Definitivamente sí. La quería y lo hacía solo para mí. Quería sus miradas, su atención, su cariño volcado en mí, porque las veces que lo había tenido, había conseguido hacerme la persona más completa y feliz del mundo. Pero me daban miedo dos cosas, la primera que ella no quisiera dármelo tan solo a mí y quisiera seguir en su línea de tener una relación abierta también conmigo hasta que apareciese alguien que le moviera algo por dentro, como le había dicho a Julia. La segunda, que en el caso de que yo fuera esa persona, como esperaba que fuese, que no me sintiese preparada para asimilar esa situación. Nunca había vivido algo así, nunca me había molestado en estar pendiente de alguien en ese sentido que no fuera yo misma. Sí, me preocupaba por el bienestar de mi familia, de mis amigas... pero nunca había compartido mis sentimientos por alguien que influyese tanto en mi bienestar, en mi estado de ánimo. ¿Sabría vivir con ello? ¿Sabría seguir con mi vida sabiendo que ella estaba ahí para mí y que yo debía estarlo para ella?

Traté de explicárselo, pero no sé si llegó a entender la dimensión del cambio que eso suponía en mi vida. En ese momento no sabía vivir sin ella, no sabía pensar en otra cosa que no fuera ella y eso me acojonaba sobre manera.

Al verbalizar esta circunstancia, Alba dejó la conversación, no sabía si la daba por terminada o la había dejado en stand-bye, el hecho es que redujo a la nada la distancia que la separaba de mí y se abalanzó contra mi boca, la recibí con ansias de ella... cómo la había echado de menos.

Nos pusimos en pie sin abandonar el juego que se traían nuestras bocas, el contacto con la lengua de Alba, su forma de besarme hacía que el calor de mi cuerpo aumentase exponencialmente y notaba como la humedad hacía acto de presencia casi de inmediato en mis bragas. Mis manos se fueron a su culo apretándolo con ganas y subiendo mientras lo hacía poco a poco su vestido. Ella mientras tanto se entretenía en desabrochar lentamente la chaqueta que me vestía

- Esto me lleva molestando toda la noche – me dijo en un susurro

- Vayamos a mi habitación – le contesté

Empezó a guiarme mientras yo caminaba de espaldas enganchada a su boca y sin dejarle tregua al amarre de su trasero hasta llegar a mi dormitorio y una vez allí dejar que cayese sobre mi cama llevándola a ella por delante y cayendo sobre mí. Su vestido ya había subido lo suficiente como para quedar a la altura de su ombligo por lo que tenía acceso directo para meter mis manos por dentro de sus bragas pellizcando con ganas la piel desnuda de su culo y provocando un quejido de placer en ella

- Me sigue sobrando ropa, Nat – me dijo ronroneando sobre mi cuello

Escucharla hablarme tan cerca y tan excitada provocaba en mí justo el efecto que ella buscaba, ponerme aún más caliente si eso era posible. Me incorporé sobre mis codos hasta quedar sentada con ella a horcajadas sobre mí con cada una de sus piernas a un lado de mis caderas. Mientras yo trataba de darme prisa por deshacerme de la chaqueta que ella había desabrochado sin abandonar su boca, que había tomado de nuevo para dar pequeñas lamidas en ella con mi lengua, ella se afanaba por borrar la poca distancia que habría entre nuestros centros moviendo su pelvis hacia delante y provocando una sacudida en mí al notarla rozarse conmigo y percibir su calor junto al mío. A mí también me sobraba la ropa, así que no esperé a que ella lo hiciera y en un ágil movimiento levanté mi culo y terminé por deshacerme de los pantalones que vestía seguidos de mi ropa interior, ahora me tocaba acabar con la de ella para podernos disfrutar sin cortapisas. Esperaba que no tuviese demasiado aprecio a la ropa interior que la vestía aquella noche, porque tras desabrochar la cremallera de su vestido y sacárselo por la cabeza dejándola prácticamente desnuda, agarré su bragas por los lados y tiré de ellas hacia arriba en un movimiento firme y rápido rompiéndolas por el camino y dejándola totalmente desnuda y a mi merced

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora