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Alba

A pesar de haberlo intentado en un par de ocasiones, me fue imposible acercarme a Natalia después de la cena. Laura la había acaparado por completo y no se despegaba de ella. Joan insistía una y otra vez en que nos tomásemos una copa y disfrutásemos el momento pero a mi cuerpo cansado física y emocionalmente solo le faltaba darle alcohol tras una escasa cena para terminar de darme por muerta.

Traté de resetearme, olvidar por completo que ella estaba por allí y volver al mood del comienzo de la noche, cuando Joan y yo nos camuflábamos en distintos grupos y buscábamos la forma de entablar conversación con gente del mundillo del arte. Para alguien que estaba empezando en esto era una gran oportunidad encontrarse en un evento tan elitista como este en el que codearte cara a cara con gente que ya tenía su lugar de importancia dentro del mundillo, era plenamente consciente de ello y trataba de aprovechar esa oportunidad lo mejor posible, pero lo cierto era que me estaba resultando realmente difícil hacerlo y mostrar lo mejor de mí misma cuando los ojos se me iban una y otra vez hacia la figura de Natalia y lo que veía no me estaba gustando nada.

Laura seguía en sus trece de centrar sus relaciones sociales de aquella noche exclusivamente en Natalia. Hablaban, no sabía de qué, pero no paraban de hacerlo y aunque no supiera acerca de qué, me jodía que lo hicieran tan cerca la una de la otra y sobre todo con aquella familiaridad. Laura le sonreía cada dos por tres mientras se apartaba el pelo de la cara o se lo apartaba a Natalia para meterlo tras su oreja, me sentía el pecho arder. Natalia levantaba sus cejas sorprendida ante algo que Laura le contaba y podía ver en ella las mismas caras de cuando se hacía la sorprendida conmigo. Había pasado de sentirme totalmente especial por ese tipo de cosas a sentirme una más, aquello lo estaba llevando cada vez peor.

Había hecho todo lo que se supone que se esperaba de mí. Había asistido a aquella cena, había alternado con la gente adecuada según las directrices de mi jefa, había escuchado su discurso pretencioso y aguantado un rato más por cortesía. Lo único que quedaba allí era ver como el arte pasaba a un segundo plano y empezaban a emborracharse y entablar otro tipo de relaciones sociales los unos con los otros, y eso sí que no estaba dispuesta a soportarlo, sobre todo porque ya tenía más que claro que las intenciones de mi jefa con Natalia iban más allá de compensarla de forma altruista por su colaboración en el proyecto. Donde a ella le gustaría verla y compensarla esa noche era en su cama y estaba poniendo todo su empeño en conseguirlo.

Joan parecía estar divirtiéndose, había sacado su lado más jocoso y ya llevaba un par de copas encima, así que allí estaba, contando anécdotas por doquier y llorando de la risa. Me acerqué hasta él y le tiré del brazo para tener un poco de intimidad

- Joan...

- ¡Alba! - me dijo como si hiciera años que no me veía mientras se secaba las lágrimas que le había provocado la risa - ¿Qué te pasa?

- Creo que ya es suficiente para mí por hoy, solo quería despedirme, me voy a casa

- ¿Cómo que te vas a casa? – su rostro simpático paso a centrarse en mí mostrando un interés sincero - ¿Y Natalia? Pensé que igual os iríais juntas

- ¿Y eso por qué? – le dije enfadada

- No sé, tampoco quiero que te vayas sola... me iré contigo

- No, no... de eso nada. Ahora es cuando mejor lo estás pasando, quédate, iré caminando, apenas vivo a 30 minutos de aquí

- Ya, pero es tarde ya... Y tampoco lo estoy pasando tan bien, de hecho he tenido una noche un poco mierda – le miré sorprendida, no era la impresión que me había dado y al llamarle daba la impresión de estar disfrutando

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora