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Alba

Cuando Natalia abandonó aquella mañana mi piso, después de la intensa conversación que habíamos tenido, me sentía confusa y cobarde. Me sentía cobarde por no haber sido clara del todo con ella, por no haberle dicho que estaba enamorada. Ella había sido sincera con sus sentimientos, no sentía lo mismo por mí, y que yo lo ocultase tampoco me iba a servir de mucho, pero al menos me hubiera sentido solo confusa.

La confusión venía de la mano de la conversación que habíamos tenido. Creo que teníamos que haber dicho tantas cosas, y ambas dimos tantas vueltas, que al final no me quedó demasiado claro lo que había entre nosotras, bueno sí, me quedó claro que no había absolutamente nada, que Natalia no se había acostado conmigo solo por sexo, y que no tenía ninguna intención de que tuviésemos una relación de pareja. Tampoco es que fuese eso lo que iba buscando, no buscaba de hecho absolutamente nada. Cuando regresé de Londres no esperaba que volviera a mi vida, y cuando lo hizo no esperaba que fuera de esta forma.

Lo que le había dicho iba en serio, no tenía intención de arrepentirme, si ambas coincidíamos y surgía algo entre nosotras no iba a evitarlo sino a disfrutarlo, claro que eso sería complicado, ella ya no daba los primeros pasos y bastante frustrada me sentía al saber que no solo los había dado yo en la mayoría de las ocasiones, sino que además había vuelto a colgarme de ella como una idiota.

Aquellos días en Elche me estaban viniendo bien. Cambiar de golpe de ambiente, volver a disfrutar de mi familia, me había conectado con la que era antes de la vuelta de Natalia, y aunque esta no se iba de mi cabeza y la echaba de menos, el hecho de saber que no nos veríamos en unos días me había hecho asumirlo de manera natural, permitiéndome disfrutar del tiempo allí.

A pesar de los intentos de mi hermana por sonsacarme novedades de mi vida personal, que le parecían menos aburridos que los de índole profesional, no quise contarle nada, ni siquiera que ella había regresado. Si algo no había podido cambiar en todos estos años era la imagen negativa que tanto mi madre como mi hermana se habían forjado de Natalia. Seguían empeñadas en pensar que lo único que había traído a mi vida era caos y dolor, y mi empeño por tratar de explicarles en su momento que no era así nunca había tenido sus frutos. Terminar como terminamos, y que ellas me vieran más apagada y hundida que nunca no ayudó en absoluto, así que contarle a mi hermana que ella había vuelto a Madrid no era buena opción. Estaba convencida de que trataría de indagar y no sabía cómo iba a reaccionar a sus preguntas.

Natalia

No estaba equivocada cuando, debatiendo con Alba en su piso acerca de lo que éramos y lo que no, pensaba que al día siguiente la estaría echando de menos. Lo que no me podía imaginar es que lo haría tanto. Creía firmemente que después de haber sido capaz de sobrevivir dos años sin verla ni saber nada de ella tampoco me costaría tanto pasar unos días sin ella. 

Claramente estaba equivocada.

- ¿Qué haces aquí? Pensaba que esta noche estabas invitada a un concierto

María y Pablo habían aparecido por el piso y yo al escuchar la pregunta de María me sentí culpable por haber desistido a aquella invitación, quizá ella había contado con el piso para ella sola ya que Julia también había quedado con alguien, aunque la muy zorra se había negado en rotundo a decirme con quién.

- Menuda chorrada Julia, ni que yo supiera de quien se trata

- Te quedas con las ganas Natalia, no voy a decírtelo

María se sentó a mi lado y esperó que le dijera algo apoyando su mano en mi rodilla.

- Espero no haberos jodido ningún plan romántico, no me apetecía salir hoy

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora