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Alba

Despertar por primera vez en días sin tener a Natalia cerca fue como un jarro de agua fría. El domingo a última hora de la tarde la había acompañado al aeropuerto para tomar el vuelo a Barcelona, estaba ilusionada pero sumamente nerviosa.

- No voy a dejar de pensar en ti un solo segundo, no sabes cómo te voy a echar de menos

Esas palabras fueron las últimas que me dijo antes de dejar un beso en mis labios con sabor a sal y desaparecer por la puerta de embarque. Sabía que el cambio no iba a ser tan drástico, saber que se trataría de tan solo unos días a la semana me tranquilizaba, tan solo un pequeño paréntesis y la volvería a tener entre mis brazos.

Los días que me quedaban sin Natalia quería exprimirlos al máximo. Llegué a la Galería a primera hora dispuesta a encerrarme en la sala que tenía asignada para trabajar y no salir de allí hasta que tuviese el segundo lienzo encauzado. Apenas llegué y comencé los primeros trazos, Natalia acudió a mi mente. Era imposible no tenerla en mi cabeza, pero lo hacía más difícil aun cuando profundizaba en las sensaciones que había dejado sobre mi piel para tratar de expresar el sentido de lo erótico en aquellos cuadros. Los recuerdos se agolpaban en mi cabeza y las sensaciones bajo mi piel. Trazaba líneas que se trasformaban en formas y su mirada lo ocupaba todo. La perspectiva que había decidido plasmar en este segundo lienzo era una imagen de mi propio cuerpo desnudo visto desde arriba y en perspectiva de tres cuartos. Era difícil imaginar que esa era yo si no habías visto antes mi cuerpo desnudo ya que mi cabeza no estaba representada, tan solo podías ver un cuerpo de hombros hacia abajo. Las piernas entreabiertas, y entre los muslos, justo ocupando el lugar donde habita mi centro, una jugosa manzana es mordida por una mujer. Solo se podía visualizar su cara, saliendo de entre los muslos para morder con ganas aquella manzana, sus labios rozando la piel de la fruta prohibida mientras la mordía, y unos ojos que miran hacia el cuerpo desnudo con una mirada profunda y llena de lujuria, aquella era la mirada de Natalia. No quería que fuese así, no pretendía que su cara se mostrase de forma tan evidente. Mientras pintaba trataba de inventar otros ojos, otra mirada... pero todo me llevaba a ella. No sabía si los demás serían capaces de reconocerla, para mí era muy evidente alzar la vista y comprobar que se trataba de ella. Mirarla me provocaba, llegaban sacudidas de placer hasta mi centro rememorando esa escena con ella. No la olvidaría nunca. No se trataba de la primera vez que nos acostabamos, pero sí de la primera vez que lo hicimos libremente. Fue la noche del concierto, Natalia tomó mi cuerpo pillándome por sorpresa y sentándome en su boca. Recuerdo bajar mi mirada hacia ella, entre jadeos, y ver sus ojos llenos de pasión anclados a los míos mientras me devoraba. Aquel recuerdo me estaba incendiando por dentro. Comprobé que la puerta seguía atascada y sin pararme a pensar demasiado lo que estaba haciendo llevé mi mano hasta mi centro para calmar el ardor que el recuerdo de Natalia entre mis piernas había provocado.

- Ahhhh Nat, quiero que me toques tú

Gemía ofuscada por la sensación de placer huérfano que me daba a mí misma consolándome en aquella mirada. Mientras sentía mis dedos enredarse lentamente entre la humedad de mis pliegues definía la figura que me representaba, tensaba su abdomen, hundía su pelvis sobre la fruta que florecía entre los muslos.

Un golpe seco me sacó de la catarsis que estaba viviendo y saqué mi mano de entre mis muslos. De nuevo otro golpe seco, era la puerta, alguien estaba intentando entrar. Me levanté recolocando mis pantalones, respiré hondo y me acerqué a quitar la silla que impedía que la puerta pudiese ser abierta desde fuera. Al abrirla de par en par me encontré con los ojos de Laura escrutándome con la mirada

- Pensaba que estas salas no se podían cerrar desde dentro – es lo primero que me dijo

- Yo... necesitaba algo de tranquilidad así que me ayudé de una silla para atrancarla por dentro – Me sentía nerviosa, notaba el calor en mis mejillas fruto de lo que había vivido allí dentro, a solas

CAUSA Y EFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora