Alba
Aquella mañana me desperté de las últimas, y como era de esperar Natalia ya no descansaba a mi lado. Por un lado me hubiese gustado que así fuera, desconectar de pronto de la cercanía que habíamos disfrutado en las últimas horas no me apetecía nada. Mi cama entera olía de nuevo a ella, el sudor seco sobre mi piel estaba mezclado con el suyo y las sensaciones a flor de piel aún me conseguían poner el bello de punta.
Por otro lado, quizá era mejor así. Estaba segura de lo que había pensado ella al despertar y dejarme allí durmiendo sin intención de despertarme. Sería muy iluso pensar que de pronto me despertaría a besos y arrumacos y se repetirían de forma frecuente escenas como la que había sucedido aquella noche. Tiempo al tiempo.
El encuentro con el resto fue normal, de lo más normal. Natalia y yo solo nos dimos un tímido beso en la mejilla de buenos días. Tras el desayuno casi almuerzo que habíamos hecho recogimos un poco la casa, terminamos nuestras maletas y nos pusimos rumbo a Madrid. El viaje de vuelta no fue como el de ida, hubo más silencio aún. Natalia conectó su música y el rato se nos pasaba envueltas en nuestros pensamientos pero sin soltar prenda. No es que fuese un silencio incómodo, yo no lo sentía así. Tan solo ella necesitaba digerir lo que había pasado y yo no tenía ninguna prisa porque lo hiciese.
Pensé que quizá ese día no, pero a lo largo de la semana encontraríamos un momento para vernos. Dado que había sido yo la que había dado casi todos los pasos hasta ese momento, y esperando que ella no se agobiara con lo que había pasado, dejé que ella marcara los tiempos y decidiera cuando vernos, pero la semana pasaba y eso no terminaba de suceder. No tenía ni idea de dónde andaba o qué hacía con su vida.
Cuando se acumuló toda la incertidumbre de días sin verla, a la vez que crecían mis ganas por volver a hacerlo, noté que lo que había pasado empezaba a afectar a mi estado de ánimo y a mi confianza, y esa sensación no me gustaba nada, así que le mandé un mensaje a María y Afri proponiéndoles un café de media tarde y como esperaba que ocurriera María ofreció el sol de su jardín para hacerlo.
- ¿Y tú que tal estás Alba? No te he visto el pelo desde que volvimos del viaje
Entendía perfectamente el subtexto en sus palabras. Me preguntaba claramente cómo me sentía después de la conversación que tuve con ella en la playa. Ella sabía que aquella noche nos habíamos quedado solas, pero no lo que había pasado. No solo no había visto a Natalia, sino a ninguna de ellas. Pero era lo suficientemente precavida como para preguntar sin despertar sospechas en África, que si bien sabía algo, se había quedado muy lejos de todo lo que había pasado después.
- He estado pintando, mirando algunos dosieres de cómo son las clases a nivel universitario en Londres...
Enumeraba las cosas que había hecho mientras buscaba las palabras para contarles aquellas que había sentido o pensado
- ... y esperaba que Natalia me llamase, o algo. Pero no lo ha hecho.
Ahí estaba, el pistoletazo de salida. Sabía que a partir de ese momento el cerebro de mis dos amigas iría a diez mil revoluciones por minuto intentando encajar lo que les acababa de decir.
- ¿Natalia? – dijo África - ¿Me he perdido algo?
- Estas dos se han enrollado durante el viaje – soltó María como si tal cosa
- Maríaaaa
- ¿Qué tú qué? – seguía en shock África – Ya estás hablando Alba, que me llamas al trabajo para decirme que piensas en ella y te callas que os habéis comido la boca
- Algo más que la boca – les solté para rematarlas. Había llegado un poco ploff aquella tarde y solo estar con ellas ya me estaba subiendo el ánimo

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CAUSA Y EFECTO
Fiksi PenggemarAlba acaba de llegar a Madrid en busca del éxito profesional tras concluir sus estudios en Bellas Artes, en esta nueva aventura no estará sola, su novio la espera deseando completar con ella los planes que habían hecho de vivir al fin juntos. Natali...