Natalia
Ni los rayos de sol que entraban por la ventana del dormitorio, ni la sed acuciante, ni las ganas de ir al baño. Lo que aquella mañana consiguió sacarme del profundo sueño en el que me hallaba inmersa fue el sonido de mi móvil llamando insistente. Me costó alcanzarlo a la velocidad de la luz, no quería que Alba, que descansaba inerte sobre mi pecho, se despertase de forma tan desagradable y abrupta como yo lo hice, para ella tenía guardado otro amanecer más dulce, esta vez sí, cargado de besos.
- ¿Si? ¿Quién es? - respondí susurrando
- Natalia ¿Dónde coño estás? Ni Julia ni tú habéis pasado aquí la noche y contaba con vosotras para preparar todo para la barbacoa
- ¡Joder! Me he quedado dormida, lo siento
- Pues son más de las 11 y la gente empezará a llegar a las 1, aun no hay nada preparado
- Vale, no te preocupes, me despabilo y voy para allá
- Ok, pero date prisa... ¿Dónde estás si puede saberse? - preguntó con una risa diabólica
- No, no puede saberse, curiosa... Nos vemos en un rato
Colgué el móvil con una sonrisa, imaginaba que María sabía perfectamente con quien estaba pero no pensaba darle el gusto de corroborárselo.
Ya había hecho muchas veces el gilipollas. Ya me había despertado antes junto a ella y había puesto alguna excusa para salir corriendo. Esta vez tenía una excusa real, pero por más prisa que María tuviese por tenerme allí no pensaba irme a ninguna parte sin hacer lo que más deseaba en ese momento, cubrir a Alba de besos. Esa semana habíamos despertado varias veces juntas, pero esta era la primera que yo lo hacía antes que ella.
Tener que coger el teléfono la había dejado acurrucada junto a mí, pero ya no sobre mi cuerpo. Me giré para observarla
"¿Cómo puede una persona, que tan solo duerme junto a mí, hacerme sentir tantas cosas con su sola presencia?"
Empecé a acariciar su mejilla con la punta de mi nariz, arremetía tibiamente contra su cara dejando por el camino besos impresos en una sonrisa. Alba, con los ojos aun cerrados, comenzó a expandir una sonrisa, y aprovechando que esta se recolocaba boca arriba desperezándose, miles de besos diminutos salpicaban cubriendo todo su rostro, como una apacible lluvia de verano. Su frente, sus párpados cerrados, su nariz, su mejillas levemente rosadas, el perfil de la preciosa sonrisa que me mostraba, y por fin, sus cálidos labios hinchados del dulce devaneo de hacía unas horas.
- Estas aquí... - susurró envuelta en sonrisas mientras entornaba los ojos para fijar mi cara frente a ella
- Tengo que irme ya, María ha llamado un poco desesperada, pero no pensaba hacerlo quedándome esta vez con las ganas de despertarte así
- ¡Dios, había olvidado lo de la barbacoa! – Alba se ponía la mano sobre su frente con fastidio y un halo de infantilismo que apretó mi corazón con fuerzas
- Alba... eres tan bonita
- Jajajaja – Alba se reía probablemente de la intensidad con la que había dicho aquello, pero es que no dejaba de sorprenderme la cantidad de cosas insignificantes que hechas por ella se convertían en una sacudida dentro de mí – tuuuu eres preciosa
Comenzamos a besarnos, a refregarnos las ganas de aquel dulce despertar, a olernos como animales que se reconocían, sin poder evitarlo. Nuestras caricias y besos eran calmados, como el agua que baña el cuerpo de un náufrago que despierta tras haber sobrevivido al hundimiento. No quería separarme de ella aunque supiese que la vería en un par de horas, no podía dejar de encadenar caricias con besos, y no era solo deseo lo que me mantenía amarrada a ella, sino una onda expansiva que crecía en mi pecho y que nunca terminaba de estar saciada. Si en ese momento hubiese podido desafiar a las leyes de la física, la hubiera acercado tanto a mí que terminase por encajar todo su cuerpo dentro del mío, acurrucándola en mi interior, respirándola desde dentro.

ESTÁS LEYENDO
CAUSA Y EFECTO
FanfictionAlba acaba de llegar a Madrid en busca del éxito profesional tras concluir sus estudios en Bellas Artes, en esta nueva aventura no estará sola, su novio la espera deseando completar con ella los planes que habían hecho de vivir al fin juntos. Natali...