Alba
Cuando desperté ese sábado cerca del medio día no había nadie en mi cama. Julia me dejó una pequeña nota en la que me explicaba que tenía que corregir exámenes antes de las vacaciones de Navidad y se había ido hacía un rato. Me parecía increíble que estuviésemos ya casi en Navidad y a tan solo unos días de mi cumpleaños, se me había escurrido el tiempo entre los dedos y a la vez me daba la sensación de haber vivido tantas cosas que no tenía percepción real del tiempo que estas habían ocupado. Realmente un año antes estaba ilusionada en Valencia, deseando que diesen las vacaciones, las últimas vacaciones de Navidad siendo estudiante de Bellas Artes y esperaba con ilusión la llegada de Alex. Un año después todo había cambiado, no quería entrar a juzgar si para bien o para mal, pero sin duda mi vida ahora no tenía nada que ver con la que antes tenía.
Esa noche después de mi discusión con Natalia, el vodka me dio el empujón que me faltaba para liarme con Julia delante de ella y que entendiese de una vez que no me iba a quedar como una tonta esperando a que ella decidiese afrontar lo que sentía, lo que pasaba entre las dos cada vez que estábamos cerca. No esperaba nada de Natalia, se confundía cuando me decía que si dejaba a Julia para estar con ella estaba equivocada, si me planteé dejarla era porque no me gusta engañar a la gente. La primera vez que lo había hecho en mi vida fue con Alex, y solo yo sé cuánto me atormentó aquello, y más aún que no pudiera controlarlo aun sospechando que aquello no me iba a llevar a ninguna parte. Pero con Julia era diferente aunque Natalia no quisiese verlo, apenas llevábamos mes y algo juntas, y siempre me quedé con la sensación de que acabamos como pareja más por la asunción de esto por parte de todo el grupo que porque nosotras lo hubiéramos hablado realmente, quizá era hora de tener una conversación con ella y dejarlo claro. Julia me gustaba realmente, en condiciones normales trataría de apostar por esa relación, pero ya tenía asumido que cuando Natalia aparecía en escena las condiciones normales se iban a la mierda. A pesar de aquella pelea sabía que nos seguiríamos viendo, era inevitable, vivíamos puerta con puerta y compartíamos amigos, a eso había que sumarle que la inauguración de la exposición sería a principios de Enero, tras las fiestas, y antes o después tendría que pasarse por allí para terminar el montaje, cierto era que ya no pasaríamos dos semanas juntas como hasta ahora, pero quizá sí un par de días, y si apenas unas horas con ella volvían el ambiente raro, un par de días podrían dar para mucho. Si Natalia quería seguir pensando que su comportamiento conmigo era como con cualquiera y que no pensaba defraudar a su amiga, adelante, yo pondría las cosas claras a Julia y no volvería a sentir esa horrible sensación de engañar a alguien si volvía a ocurrir algo entre nosotras, la pelota estaba claramente en el tejado de Natalia.
El sábado por la noche quedé a solas con Julia para ir a cenar fuera, pero esta vez no nos uniríamos al resto, ni siquiera sabía si tenían planes, necesitábamos tiempo juntas, a solas y además quería plantearle la cuestión del tipo de relación que teníamos
- He reservado una mesa para dos, a nombre de Julia Medina – el encargado de recepcionar a los comensales de aquel restaurante procedió a comprobar ese dato y antes de que nos diésemos cuenta ya estábamos sentadas en una mesa para dos.
Habíamos tenido suerte, las mesas para pocas personas estaban situadas en la planta de arriba del restaurante, junto a las ventanas, y las vistas eran espectaculares. El restaurante estaba en la zona centro, se trataba de un tailandés del que ambas habíamos oído hablar por separado y del que habíamos hablado alguna vez de ir juntas, cuando Julia me dijo que había reservado mesa aquí no pude evitar ponerme a dar saltitos, sus platos vegetarianos eran tan sabrosos... adoro las especias, puedes estar comiendo las mismas verduras de siempre y conseguir que sepan totalmente diferentes
Pedimos una botella de sato, el típico vino tailandés hecho a base de arroz fermentado, se servía en pequeños cuencos, parecía que nos estábamos hartando a chupitos pero no, era vino, y aunque pensábamos que sería fuerte de sabor se adaptaba perfectamente a los sabores de la comida así que resultó ser una buena elección, el problema es que teníamos intención de acabar esa botella y la graduación era bastante alta, al cabo del rato y a pesar de estar comiendo ya nos reíamos de cualquier cosa. A pesar de esto estaba decidida a hablar con Julia, el alcohol me desinhibía, pero hasta ahora nunca había logrado confundirme y no tener un rescoldo de conciencia sobre lo que tenía que hacer, otra cosa es que la desvergüenza de haber bebido me hiciera hacerle caso o no

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CAUSA Y EFECTO
Fiksyen PeminatAlba acaba de llegar a Madrid en busca del éxito profesional tras concluir sus estudios en Bellas Artes, en esta nueva aventura no estará sola, su novio la espera deseando completar con ella los planes que habían hecho de vivir al fin juntos. Natali...