Bakugou Pasivo •One Shots•

Especial Navidad (1/3)

Buenas tardes mi gente hermosa, esperó que todos estén saludable y hayan disfrutado de las fiestas en paz.

Este año ha sido muy diferente, hay sillas vacías en la mesa y la soledad ha sido recurrente, pero hay que pensar positivo y dar gracias por los que aún siguen con nosotros.

Las palabras faltan en este caso, pero de todo corazón les deseo felicidad y que el año que viene sea mucho mejor.

Les desea Feliz Navidad, su querida autora <3

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La nieve caía suavemente sobre las calles de la ciudad y desde el techo de la agencia se podía ver como las pocas personas que quedaban en la avenida corrían hacia la calidez de sus hogares, ansiando llegar con su familia y celebrar aquella festividad con sus seres queridos.

Lo bueno de esos días es que la tasa de criminalidad bajaba considerablemente, pero era más probable que ocurriera algún accidente de trafico o algún robo a las personas que para acortar camino se metían por callejones, por lo que era necesario que hubiese héroes de servicio.

Generalmente todos lo evitaban lo más posible, porque deseaban pasar aquellas fechas junto a sus parejas o familias, lo cual era totalmente comprensible, por eso Bakugou era un de los pocos que se ofrecía.

Sus padres solían irse de viaje a Paris por esas fechas y llegar a la soledad de su apartamento no le hacia mucha ilusión, por lo que ahora se encontraba sentado en el tejado de la agencia, viendo como la nieve teñía de blanco las calles y una que otra persona corría en busca de un regalo de última hora, riéndose al ver su desesperación al encontrar todos los locales cerrados. Esa siempre era su parte favorita.

Estaba empezando a considerar la sugerencia de Kirishima y adoptar un gato o tal vez finalmente debería darle el sí a la persona con la que pasaba sus celos.

Ser un Omega no era fácil, no en una sociedad dominada por los Alfas y menos si eras un héroe reconocido, por eso sus épocas de calor siempre las pasaba junto a un idiota que sabía que jamás lo lastimaría, a pesar de todos los problemas sabía que podía confiar plenamente en él.

Llevaba más de cuatro años compartiendo sus momentos más vulnerables con ese Alfa, siendo cuidado con esmero y tratado de forma cariñosa, haciéndolo sentir sumamente valorado. Muchas veces aquel hombre lo había invitado a salir, pero siempre lo rechazaba, no quería atarse a una persona por el resto de su vida.

O al menos esos fueron sus deseos hasta ahora, pero ya tenía veintisiete años, había tenido relaciones espontaneas con diferentes tipos de personas, pero jamás pudo encontrar la calidez que sentía al lado del idiota.

Quería crear una familia, tener a sus cachorros, formar un vinculo y dejar de sentirse como una mierda, estaba cansado de la soledad, del silencio. Deseaba sentirse amado y estar siempre de aquella calidez que lo hacia querer ronronear de gusto.

Llevaba demasiado tiempo resistiéndose a sus instintos.

La puerta que daba al tejado se abrió de forma lenta y sintió a alguien caminando hacia él, no tuvo que girarse para reconocerlo, su aroma a bosque delataba su presencia.

Una chaqueta fue depositada sobre sus hombros y pronto tuvo a su idiota sentado a su lado, observando las calles con interés, intentando encontrar a alguna persona desesperada, listo para reírse de su desgracia.

-Iba a traerte un café, pero después te quejas de que no puedes dormir- Comentó con una leve sonrisa, sin despegar su mirada de la lejanía.

Katsuki recorrió el rostro del pelinegro con lentitud, observando la madurez de sus facciones, el cansancio reflejado en su expresión y esa chispeza de alegría brillando en sus ojos. No pudo evitar observar su cuerpo, que aun estando cubierto por gruesas capas de ropa dejaba ver su buena condición física, sus hombros anchos le daban una apariencia intimidante, su grande espalda y sus fuertes brazos que siempre lo sostenían con delicadeza, además de esas grandes manos que lo hacían ver estrellas.

Soltó un suspiro y recargo su cabeza en el hombro del chico, sonriendo levemente cuando su mano se entrelazo con la del Alfa en un cálido agarre, sintiendo de inmediato suaves caricias en el dorso de su palma.

- ¿Qué sucede? ¿Sigues teniendo frio? -Preguntó con preocupación- Podemos ir dentro y encargar algo para comer, que con lo terco que eres seguramente no hayas parado a descansar en todo el día- Lo regaño levemente.

Bakugou sonrió, sintiendo como su pecho se sentía cálido ante la atención que recibía de parte del hombre de piel tostada.

-Inasa- Le llamó con suavidad, en ese momento sus miradas se conectaron y todo lo que los rodeaba desapareció, solo existían ellos en aquel instante- Quiero ser tu Omega- Susurró, sintiendo sus mejillas arder de vergüenza, pero sin arrepentirse de pronunciar aquellas palabras.

Los ojos del Alfa se abrieron de impresión y boqueaba tratando de pronunciar palabra, pero ningún sonido salía de su boca. La emoción burbujeaba en su pecho y se manifestaba en su aroma, que de inmediato rodeado al Omega, marcándolo de forma disimulada.

Yoarashi tomó las mejillas del rubio, acariciando su tersa piel con delicadeza, sabiendo que aquel chico de apariencia tan fuerte era en realidad muy sensible.

Lo había visto en sus peores momentos, cuando su mente estaba nublada por el calor y no podía pensar con claridad, cuando los comentarios de odio lo sobrepasaban y rompían sus ilusiones, logrando destrozarlo por completo, cuando la furia nublaba su lógica y dejaba escapar comentarios de los cuales después se arrepentía.

Lo había visto siendo tan imperfecto, tan natural y reluciente, con sus cabellos en todas direcciones y sus ojos hinchados, haciendo pucheros para conseguir lo que quería y aferrándose a sus brazos en busca de cariño. Poniéndose de puntas para tratar de alcanzar sus labios, con la manta aferrada a su cuerpo y luchando por mantenerse despierto.

Había apreciado todas sus facetas y jamás dejo de sentir ese infinito amor, ese rubio era todo lo que quería en la vida, la persona con la que deseaba despertar hasta su muerte y quería atesorarlo como se merecía.

Bakugou Katsuki era perfecto ante sus ojos y no podía esperar el día donde finalmente sería totalmente suyo.

Y finalmente, luego de años, aquel maravilloso día se había vuelto realidad.

-Te prometo que te hare feliz y te cuidaré como te lo mereces, te juro que no te arrepentirás de esta decisión- Habló luego de unos minutos, juntando sus frentes con suavidad, aspirando su dulce aroma a caramelo.

-Siempre me has cuidado, Inasa- Murmuró el rubio con timidez, sintiéndose en una nube de felicidad.

Una sonrisa se instaló en el rostro del más alto y se inclinó los centímetros que los separaban, capturando sus rosados labios en un beso lleno de amor. Las manos de Katsuki se aferraron al cuello del Alfa, atrayéndolo más cerca de su cuerpo.

Sus labios se movían con lentitud, sus alientos se mezclaban y el clima ya no se sentía tan frío ni la noche tan sola, se separaron luego de unos segundos, para fundirse en un apretado abrazo. El pelinegro rodeo el pequeño cuerpo, atrayéndolo hacia su regazo y Bakugou se escondió en su cuello, embriagándose con su aroma.

En ese momento las campanas de la iglesia principal de la ciudad resonaron sobre el silencio de la noche, indicando que ya era veinticinco de diciembre.

Estar sentado en la azotea de un edificio no eran los mejores planes para celebrar, pero para ellos era perfecto, no necesitaban nada más para ser felices, con tenerse el uno al otro era más que suficiente.

-Cuando nuestros turnos acaben podemos ir a mi departamento y acurrucarnos a ver una película- Sugirió el Alfa, pasando su nariz por el sensible cuello del menor, sonriendo al sentir como se estremecía.

-Solo si después me haces el amor- Pidió el de ojos rubíes, sonriendo de forma coqueta, batiendo sus pestañas de manera inocente.

-Las veces que quieras- Respondió el pelinegro con diversión en su tono, totalmente orgulloso de que su rubio fuera diferente a los demás Omegas que conocía.

Aquella noche donde la nieve cubría todo y las familias festejaban en su hogar, "Santa Claus" no les trajo regalos físicos, pero dejo algo mucho más importante, por lo que ambos llevaban mucho tiempo esperando.

Su unión.