Bakugou Pasivo •One Shots•

KiriBaku

Katsuki suspiró mirando hacía la sala de su enorme y solitaria casa, el lugar se veía demasiado frío ahora que solo estaba él.

Antes el lugar era cálido y lleno de risas, no había espacio para la soledad o tristeza, porque todo era llenado con besos y apretados abrazos.

Pero todo eso se acabo cuando encontró a su pareja siéndole infiel con su mejor amiga.

Desde ese día habia cortado toda relación con ellos, negándose a volver a verlos y su hogar se había apagado por completo.

Ya no sentía ganas de llegar a su gigantesca casa, tenía que prender el televisor para sentir algo de bullicio llenando el ambiente, pero eso no bastaba.

Aun así no dejo que eso le afectara, aunque los periodistas se lo recordaban diariamente. Lo esperaban a la salida de su agencia y lo atosigaban con hirientes preguntas.

Pero Katsuki no podía dejarse llevar por el dolor, no cuándo su apariencia era lo que le daba el dinero para sustentar su vida.

Tenía que tomar pastillas para poder dormir lo suficiente y se obligaba a comer para mantener su peso ideal. Además que no podía llorar, porque eso le pasaría factura al día siguiente.

Su trabajo como modelo era muy exigente y Bakugou lo sabía.

Frunció el ceño al sentir el timbre, dejó el plato a medio comer en la encimera de la cocina y fue a abrir la puerta, sin importarle su apariencia.

Tenía su ropa interior apretada y una camiseta gigante que le llegaba hasta la mitad de los muslos y se le caía por un hombro.

Abrió la puerta lentamente, revelando a un guapo y musculoso pelirrojo que lo miraba con sorpresa.

Paseo su mirada por el chico, su cuerpo estaba muy bien formado, tenía un rostro atractivo, sus brazos eran gigantes y una hermosa sonrisa adornada su rostro.

-¿Eres Kats? -Bakugou casi se derritió al oír la profunda voz.

-Normalmente un extraño no me llamaría por mi nombre, pero si, soy yo- Dijo el rubio con un brillo de burla en sus ojos.

-Ah, lo lamento- Dijo el chico luciendo avergonzado- Así fue como me dijeron que te llamabas, soy Kirishima Eijiro, tu padre me contacto para que revisara la gotera de tu fregadero- Explicó el pelirrojo, enseñando su caja de herramientas como prueba.

-Ugh... no recuerdo tener una gotera, pero supongo que si Aizawa te llamó fue por algo- Comentó y se hizo a un lado, dejando que el chico ingresara a su hogar.

-Wow este lugar debe ser genial para reuniones familiares- Dijo el guapo chico con alegría- Si no te importa, echaré una mirada a tu cocina.

Katsuki asintió suavemente, siguiendo al pelirrojo de cerca, queriendo comprobar si realmente su bella cocina tenía alguna falla.

-Tu padre fue muy exigente con que viniera solo, al parecer no quiere que nadie sepa donde vives, es un poco sobreprotector- Dijo el pelo pincho.

El musculoso muchacho se arrodilló, abriendo el mueble y dando un primer vistazo a las cañerias.

-Aizawa no es mi padre, pero si, es muy exagerado con mi seguridad- Explicó levemente avergonzado.

Una ronca risa inundó la habitación y las mejillas de Katsuki se tiñeron de un suave rosa, era un hermoso sonido.

Observó como los músculos de Kirishima se marcaban a través de la remera que usaba. Su espalda era tan ancha y sus brazos tan gruesos, que no le importaba si lo abrazaba con fuerza.