Bakugou Pasivo •One Shots•

MomoBaku

Bakugou no estaba muy seguro de como había sucedido.

Pero de un día a otro se vio envuelto en una extraña relación con la cola de caballo.

Para sorpresa de todos la chica simplemente se sentó a su lado a la hora de almuerzo y nunca más se fue.

Katsuki normalmente lo hubiera ignorado, como hacía con todos los extra de mierda.

Pero la pelinegra no se detuvo ahí, lo seguía a todas partes y prácticamente lo obligaba a ser su compañero de entrenamiento.

No estaba seguro de quién dio el primer paso, pero lo que antes eran entrenamientos en silencio y con brutalidad, se convirtieron en consejos mutuos y nuevas técnicas.

Lo que eran almuerzos incómodos, se convirtieron en pequeñas charlas sobre cosas totalmente triviales.

Lentamente Bakugou comenzó a acostumbrarse a la presencia de la chica en su vida.

Por lo que cuando Momo falto, se sintió extraño todo el día. Trató de no hacerlo y seguir su rutina con normalidad, pero a cada momento buscaba a la pelinegra con la mirada.

Se tragó su orgullo con mucha dificultad y le preguntó a Mina si sabía algo.

Resulta que Yaoyorozu se había enfermado, un simple resfriado, pero que era mejor si se tomaba el día.

Katsuki se encontraba en una gran encrucijada.

Podría ser un buen... ¿Amigo? Y prepararle a la chica una sopa para que se sintiera mejor o podría simplemente ignorarla.

Pero... ¿Era correcto dejar a su compañera sola?

Se revolvió el cabello con furia, para comenzar a sacar los ingredientes que ocuparía.

Media hora después tocó suavemente la puerta de la vice presidenta, pero nadie respondía.

Ignoró todos sus modales y abrió cuidadosamente, solo para encontrar a la pelinegra durmiendo.

Dejó la bandeja encima del escritorio de la chica y se sentó a su lado en la cama.

-Cola de caballo- Llamó suavemente- Te traje comida.

La heroína se removió un poco, pero finalmente abrió los ojos.

-¿Katsuki? -El rubio se extraño, ya que ella jamás lo había llamado de esa forma- ¿Realmente eres tú?

De inmediato la mano del chico se posó en la caliente piel de su frente, notando que la chica estaba volando en fiebre.

Sabía que a la joven no le gustaría que la llevará a la enfermería, así que cogio una toalla del baño y la mojó. Para luego colocarsela en la frente.

-¿Cómo te sientes? -Preguntó con cuidado, tratando de no subir demasiado el tono de voz.

-Mejor ahora que estás conmigo- De forma inevitable un pequeño rubor se instaló en las mejillas del muchacho.

-No digas esas cosas- Regaño- Necesito que te sientes- Indicó el rubio.

De forma lenta ayudó a la pelinegra a reincorporarse y al ver su estado tan débil, no tuvo otra opción más que alimentarla él.

-Eres torpe- Se burló por lo bajo el explosivo, viendo como Momo masticaba su propio cabello.

Una vez la joven estuvo con el estómago lleno y la fiebre más baja, Bakugou se levantó, sintiéndose satisfecho con su trabajo.

-Quédate conmigo- Pidió la chica débilmente- Por favor, no me dejes sola.

Sabía que no era correcto, que podría meterse en muchos problemas si alguien los descubría... pero no podía resistirse ante la vulnerabilidad de la heroína.

-Hazme un espacio- Ordenó con desdén y se recostó a su lado.

-Gracias Katsuki- Murmuró la pelinegra, acurrucandose contra el cálido cuerpo- Te quiero- Susurró, antes de caer al mundo de los sueños.

El rubio quedó totalmente avergonzado, pero aún así, abrazó suavemente a Momo y se acomodó mejor.

-Eres una idiota- Susurró de la misma forma.

Esa noche Katsuki no durmió, preocupado de controlar la fiebre de la Alfa y de mantenerla hidratada.

Era muy probable que luego de esa noche las cosas cambiarían entre ellos, pero en este momento, a Bakugou solo le interesaba cuidarla.