Bakugou Pasivo •One Shots•

IidaBaku

Bakugou observaba fijamente el paquete de papas fritas.

A base de comida gratis, el Bakusquad había logrado convencerlo de salir junto al nerd de Deku y sus amigos.

El día estaba ligeramente más helado que los anteriores, y Katsuki lo único que quería era volver a su cama y acurrucarse en sus mantas.

Pero tuvo que conformarse con estar pegado a Kirishima, de todos sus amigos, el teñido era quién tenía la temperatura más alta.

Y aún si no le gustaba, Eijiro tenía un brazo sobre sus hombros y lo presionaba suavemente contra su costado.

Para su suerte, el local de comida no estaba muy lejos de la academia, por lo que el contacto se acabo pronto.

No se sentía de ánimos para pelear y gritar, así que se sento en medio de los chicos más tranquilos.

Aunque no tuvo en cuenta que quedó justo en el lado derecho de Todoroki, por lo que tuvo que apegarse un poco más a Iida en busca de calor.

Al final todos decidieron que lo mejor era comer hamburguesas con papas fritas, y Bakugou no fue la excepción, especialmente por las papas.

Desde que era pequeño se volvió un fan de las papas, y si estaban fritas mejor.

Comieron en la mayor tranquilidad que un grupo de adolescentes entrenando para ser héroes podían tener... ósea, ninguna.

Kirishima y Deku parloteaban sin cesar, secundados por Mina, Denki y Uraraka, Jirou mantenía una tranquila conversación con Todoroki. Y Tenya intervenía de vez en cuando para regañarlos por llamar demasiado la atención.

Definitivamente Bakugou prefirió ignorar a todos esos idiotas y centrarse en su comida.

Su cuerpo entero se tensó cuando su rodilla se junto con la del presidente, espero que el chico dijera algo, pero eso no sucedió.

Al contrario de lo que sucedía con Kirishima, está vez no se sentía incómodo y Tenya era jodidamente cálido.

Así que se relajo y de forma tímida presionó toda su pierna contra la del pelinegro, esperando no obtener una respuesta negativa.

Observó con tristeza su paquete de papitas totalmente vacío. Se habían acabado demasiado pronto.

Miró a Todoroki y Kyoka, pero ellos ya se las habían comido. Escaneo a todos los jóvenes, y el único que conservaba papas era Iida.

Aprovechando que el pelinegro estaba regañando a Kirishima por gritar demasiado, estiró su brazo y tomó una de las papitas del chico.

Esa una pronto se convirtieron en dos, luego en tres, cuatro y cinco. Llevaba casi la mitad del paquete, cuándo sintió la mirada del presidente.

Lentamente se volteó a mirarlo, con las mejillas abultadas de papitas, delatando su crimen.

Y al contrario de lo que esperó, Tenya solo se río por lo bajo, tomó una servilleta y le limpio el aceite que se impregno en su piel.

Después dejó el paquete a medio comer en la bandeja del rubio, incitandole a tomar más.

-Puedes comertelas todas- Aseguró el joven, notando un singular brillo en los ojos rubíes.

-Ugh... gracias- Murmuró un avergonzado Kats.

No era placentero que lo hayan descubierto en mitad del robo, pero la acción de Iida lo conmovió.

Y un extraño calor se instaló en su pecho.

Esta vez sí quedo satisfecho con la comida.

Suspiro de alegría y su cuerpo se relajo por completo. El cansancio de la semana, su estómago lleno y el calor a su lado, comenzaron a adormilarlo.

Para cuando se dio cuenta su cabeza ya estaba recostada sobre el hombro del pelinegro, pero no quería quitarse.

El chico realmente era muy cálido.

Iida miró con sorpresa como el siempre agresivo y explosivo chico, ahora dormía con tranquilidad apoyado en su hombro.

Sabía que era muy probable que sus compañeros les estuvieran sacando cientos de fotos en ese momento.

Pero no podía despegar su mirada de la tranquila expresión del rubio.

El ceño relajado, los labios entreabiertos, sus pestañas se veían mucho más largas y un suave rosado adornaba las mejillas.

Nunca se había percatado de la verdadera belleza de Bakugou.

Apreciaba el espíritu lleno de valentía, pasión y dedicación, pero jamás había podido apreciar su belleza física.

Cuánto se arrepentía de no haberlo mirado antes, era realmente hermoso.

Esa tarde Iida no dejó que nadie despertara a Katsuki, lo cargó en su espalda durante todo el trayecto de regresó. Lo dejó en su cama y le sacó la chaqueta y los zapatos, arropandolo en medio de las mantas.

Apreció por última vez la apariencia adorable del chico y le fue imposible no tomarle una foto.

Nadie podía culpar a Tenya si sentía que se había enamorado del rubio, pero no sería un camino fácil llegar hasta el duro corazón del explosivo.

Pero Iida estaba dispuesto a hacer de todo, para poder seguir conociendo cosas de Bakugou.

Del Bakugou que nadie más podía apreciar.