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Pedido de: Blasty-chan09

Se supone que ese fin de semana Bakugou se iría a ver a sus padres, pero vaya sorpresa se llevó al ver que en su hogar no había nadie.

Habían salido a la costa y ni siquiera tuvieron la decencia de avisarle.

Ya había perdido la mitad de la mañana y se encontraba jodidamente fastidiado, putos padres calenturientos que tenía.

Entró a los dormitorios, rezando porque no hubiera nadie, más sus plegarias no fueron escuchadas.

En la sala se encontraba el megane, Deku, el bastardo mitad mitad, Kirishima, la ojos de mapache y el pikachu de mierda. Todos parecían estar rodeando algo.

-¿Qué mierda están haciendo? -Cuestionó con fiereza.

-¡Ah Blasty! Es bueno verte- Kirishima se separó del resto para ir a saludarlo- Eri-chan esta aquí, Aizawa sensei tenía que ir a hacer algunas cosas y nos encargó cuidarla- Explicó el teñido.

-Estamos tratando de averiguar que es lo que le gusta, pero es demasiado tímida para responder- Reclamó Mina de forma chillona.

En ese momento Bakugou se percató de la niña que estaba acurrucada en una esquina en el sofá, se notaba que estaba super incómoda.

-La están molestando- Indicó el rubio y con un suspiró se acercó al grupito- Están demasiado cerca, la intimidan de esa forma.

Recién en ese momento los demás pudieron percatarse de lo tensa que estaba la niña y se alejaron algunos pasos.

-¿Cuál es tu nombre? -Preguntó el explosivo en voz baja.

Toda la clase lo sabía, pero quería ver si estos idiotas no la habían traumado aún.

-...Eri -Murmuró luego de algunos segundos.

-Muy bien Eri, ¿Te gustan los dulces? -Preguntó, sentándose en el suelo, delante de ella.

-No lo sé- Está vez contesto más rápido.

-Te voy a contar un secreto- Habló el rubio y fue capaz de notar el brillo de curiosidad en los orbes de la infante.

Hurgó en su bolso, hasta que fue capaz de encontrar la paleta que siempre cargaba consigo por si le daba hambre.

-Esta es una paleta de la felicidad, son muy raras de conseguir, porque según las leyendas, la persona que la coma se va a sentir mejor de inmediato- Relató el chico en voz baja, para darle emoción a sus palabras- La estaba guardando para una ocasión especial, pero la voy a compartir contigo.

El rubio puso la paleta frente a la albina, esperando a que la niña actuara.

Podía ver el deseo en sus ojos y pronto la chica estiró su mano, tomando con timidez el dulce.

-También tiene el poder de darle la felicidad a otros, cuando la pruebes por primera vez, tienes que sonreír e instantáneamente los demás serán muy felices- La pequeña abrió el dulce con emoción.

Lo miró por largos segundos, pero finalmente terminó por llevárselo a la boca. Cerró los ojos y se concentró en el sabor, era mucho más dulce que una manzana.

Retiró la paleta de su boca y miro al chico rubio con indecisión y luego miro a los otros estudiantes.

Lentamente sus labios cambiaron de posición, recordando como fue estar con sus nuevos amigos, hasta que una pequeña sonrisa se colocó en su rostro.

Y lo que decía el rubio era real, de inmediato en la cara de las otras personas se colocó una brillante sonrisa.

La niña bajó la mirada avergonzada y continuó comiéndose el dulce con emoción, se sentía mucho mejor ahora.

Al ver que la pequeña se había recuperado, Bakugou se levantó, dispuesto a ir a su habitación y terminar sus tareas.

Pero un tirón en su polera se lo impidió, volteo a ver a la mocosa y esta lo estaba mirando con súplica.

Suspiró y se sentó al lado de la niña, no podía negarse a los brillantes ojitos.

-¿Quieres salir afuera? -Le preguntó luego de un rato, notando como de inmediato el cuerpo de la niña se tensaba- Se que puede parecer que todo es muy grande y aterrador, pero si estás con amigos todo es mejor- Le aseguró.

-¿Somos amigos? -Preguntó con timidez.

-¿Quieres que lo seamos? -La pequeña asintió de inmediato- Pues entonces si. ¿Ves a todo esos idiotas? -Señaló a sus compañeros- Ellos también quieren ser tus amigos, pero no saben acercarse a ti- Explicó.

Los ojos de la niña se abrieron en comprensión.

-¿Qué me dices? ¿Lo intentamos? -Le ofreció la mano.

La niña observó con duda al rubio, su mirada se dirigió a Deku y al ver la sonrisa en el rostro de su amigo, supo que todo estaría bien.

Cogió la mano del rubio y se bajó del sofá con su ayuda.

Caminaron lentamente hacía las grandes puertas de la entrada, Bakugou las abrió y el sol dio directamente contra sus rostros.

-Abre los ojos, Eri- Pidió el rubio.

La pequeña los abrió lentamente y se quedo asombrada ante lo que veía.

Estaba llenó de pasto y árboles, podía escuchar a los pajaritos y de vez en cuando ver a alguno en medio de las ramas. Estaba segura de haber visto un conejo también.

Apretó la mano de su nuevo amigo con emoción y dio un paso hacía el frente, estando afuera por fin.

- ¿Se siente bien, verdad? -Cuestionó el rubio y la niña asintió- Ves a ese chico de cabello raro- Apuntó a Kirishima- Ellos estarían encantados de poder jugar contigo, ¿Quieres intentarlo?

Y Eri se sentía valiente, se sentía libre y en su pecho había una sensación cálida, así que se soltó de la mano de su nuevo amigo y caminó hacía el chico que fue señalado.

-Juguemos- Pidió tímidamente, recibiendo una gran sonrisa a cambio.

Cinco minutos después, todos los chicos estaban jugando a perseguirse y la pequeña no dejaba de sonreír.

Bakugou se sentó a la sombra de un árbol y observó todo con tranquilidad.

-Hace mucho tiempo que no te veía interactuar con un niño- Comentó el peliverde, sentándose a su lado.

-Si le comentas algo a alguno de estos extra, te explotare la puta cara hasta que quedes irreconocible- Amenazó el rubio, aunque sin alzar demasiado la voz.

Midoriya levantó las manos en señal de paz, asegurando que no diría nada de lo que sabía.

-Tu también le temías a todo- Comentó el rubio luego de un rato.

-Si... pero yo tenía a Kacchan, tal vez me gritaba mucho, pero siempre me motivo a salir adelante, superando mis temores- Confesó el peliverde- Y ahora... Eri-chan también tiene a Kacchan- Dijo con alegría.

-¡¡Blasty!! -La pequeña albina se acercó hacía dónde estaban ellos.

Al escuchar ese estúpido apodo, de inmediato Katsuki miró de forma amenazadora a Kirishima.

-Ven a jugar con nosotros, tu también Deku-kun- Pidió la niña.

Los chicos no pudieron resistirse.

Cuando Aizawa regresó se sorprendió demasiado al ver a varios de sus estudiantes tirados en el pasto.

Pero lo que más le sorprendió fue ver a su pequeña Eri, sentada en la rama de un árbol junto a Bakugou.

Cabe decir que casi le da un infarto y estuvo a punto de castigar de por vida a su estudiante, cuándo vio la enorme sonrisa de la albina.

Tal vez consideraría dejar a su hija adoptiva más seguido con sus estudiantes, especialmente con Bakugou.

Bakugou Pasivo •One Shots•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora