HawksBaku

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¡Buenas mi gente hermosa! Espero que todos estén bien.

Les traigo algo que me han estado pidiendo mucho últimamente. Pero primero quiero aclarar que no manejo mucho la personalidad de Hawks ni he interactuado con él como personaje. Así que no sé como haya resultado esto.

De todas formas, espero que lo disfruten.

Con amor, para ustedes <3

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Bakugou caminaba tranquilamente por los pasillos de la comisaría, venía regresando de un arduo día de trabajo y antes de finalizar su jornada, tenía que entregarles los informes de la redada que hicieron hace tan solo algunas horas a su jefe.

Golpeó la puerta y esperó a que le fuera concedido el permiso para entrar, su pie izquierdo se movía con impaciencia y de forma inconsciente se mordía el labio inferior.

Algunos segundos después la puerta fue abierta de manera brusca y del interior salió una chica rubia acomodándose la ropa, con los cabellos revueltos, chupetones en el cuello, los labios hinchados y una sonrisa de satisfacción.

El ceño de Bakugou se frunció y su mirada perdió el brillo, pero se mantuvo firme, con su rostro en alto y una mueca de indiferencia en su rostro.

Entró a la oficina y vio a su jefe ordenando las cosas del escritorio, recogiendo papeles del suelo y tratando de disimular el reciente encuentro sexual.

-Buenas tardes- Saludó el alumno de manera incomoda- Le dejó los informes para que los revise y sepa del procedimiento de esta tarde, si tiene dudas puede consultar con el capitán a cargo del operativo. Que tenga un buen servicio- Habló con seriedad, manteniendo el profesionalismo.

Se acercó hacía el escritorio, mirando con asco la superficie de madera y dejando los documentos, se giró de inmediato, dispuesto a irse a su hogar y terminar con el día de mierda que estaba teniendo.

Pero su avance se vio frenado por una mano en su brazo, era un agarre firme y pronto sintió el cuerpo de su jefe demasiado cerca.

-Bakugou lo que viste- Trató de excusarse, siendo interrumpido por el menor.

-No he visto nada, comisario. Y aunque lo hubiera hecho, no somos nada como para que me dé explicaciones sobre lo que hace con su vida- Se apresuró en aclarar, ignorando el dolor en su pecho.

De un solo tirón se soltó de aquella cálida mano y avanzó hacia la puerta, sin mirar atrás, sin querer mostrarle a aquel hombre lo herido que estaba realmente, lo desilusionado y estúpidamente ingenuo que se sentía.

Mientras que Hawks se quedó parado en medio de su oficina, viendo la espalda de su alumno favorito alejarse.

Se sentía como un imbécil, llevaba meses intentando ganarse la confianza de Bakugou, tratar de demostrarle que no estaba en ese puesto solo por ser de una familia millonaria, lograr que el menor lo viera con respeto y no con aquella mirada de indiferencia que tenia para todo el mundo.

Y también llevaba meses coqueteándole, tratando de llegar a aquel frío corazón, lograr adentrarse en aquella dura coraza que tenía el joven a su alrededor. Lograr tener a ese maravilloso ser en su cama, rogando por más y viéndolo con los ojos nublados de placer.

Poco a poco se habían ido acercando, en las tardes haciendo papeleo juntos, los patrullajes nocturnos, a la hora del descanso mientras compartían un café o cigarrillos en el balcón. Se iban conociendo cada vez más y aunque sus personalidades eran muy diferentes, parecían encajar a la perfección.

Hawks no lo iba a admitir jamás pero desde que vio a aquel chico, sintió un flechazo instantáneo, algo que nunca había experimentado con sus multiples conquistas de una noche. Sus cabellos desordenados y su fiera mirada, ese cuerpo de modelo y sus apetecibles labios, su indomable carácter y la dedicación que le ponía al trabajo.

Pero lamentablemente era débil ante las chicas, las mujeres eran su perdición y no podía evitar querer sentirlas aferradas a su cuerpo, con esas bonitas piernas alrededor de su cintura y sus dulces gemidos llenando el silencio.

Necesitaba estar con una bella mujer para sentirse vivo, esa era su filosofía de vida y no pensaba cambiarlo por nada ni nadie.

Le gustaba Bakugou, pero no abandonaría su vida de libertinaje solo por él.

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Katsuki estaba recostado en el sofá de su sala, envuelto en cálidas mantas, con los paquetes de la comida a domicilio cerca y una lata de cerveza en el suelo.

Sus ojos estaban hinchados por el llanto, su garganta dolía por los sollozos y su cabeza pesaba por el agotamiento mental que sentía.

No podía dejar de revivir aquella escena en su mente, viendo a la mujer y al comisario, imaginando todo lo que tuvieron que hacer antes de que los interrumpiera.

Deseaba ser aquella chica.
Deseaba ser tocado con deseo por aquellas cálidas manos.
Deseaba ser mirado de aquella forma.
Deseaba significar algo para Hawks.

Pero sabía que eso jamás sería posible, porque mientras para su jefe solo era otra conquista más, Katsuki se había enamorado.

No del chico perfecto, heredero de una gran fortuna y con un físico envidiable. Si no del hombre que contaba horribles chistes, al que le gusta el café con demasiada azúcar, el que adoraba observar a los pájaros en su tiempo libre y soñaba con lanzarse de un paracaídas.

Bakugou se había enamorado del verdadero Hawks, de aquel que nadie más observaba, el que se escondía muy dentro de él, detrás de su fachada de mujeriego.

E ingenuamente creyó que su jefe iba a cambiar por él, pensó que podía llegar a su corazón y hacerle cambiar de opinión, que el tiempo que pasaban juntos sería suficiente para conquistarlo.

Pero no fueron más que tontas ideas.

Amar a alguien como él era difícil, era doloroso tener que verlo llenos de marcas en su cuerpo, ver los rasguños en su espalda o las mordidas en sus hombros. Era doloroso escucharlo alardear de las mujeres con las que había estado y todas las aventuras que tenía en solo una noche.

Pero más doloroso era que, a pesar de todo, no podía dejar de quererlo.

No podía dejar de desearlo, de admirarlo.

De amarlo en secreto.

Es por eso que había tomado una difícil decisión.

Volteó la cabeza y observó los papeles sobre la mesa de centro, aquellos documentos que había solicitado hace un par de semanas y había estado esperando con miedo.

La solicitud para cambiarse de comisaría.

Había sido aprobada.

En un par de días sería trasladado hasta la otra punta de la ciudad, con jefes diferentes y sin la presencia del despreocupado rubio.

Ya no tendría más charlas con café y donas, ni patrullajes cantando canciones de pop, ni se burlarían de las excusas de mierda de los detenidos. No volvería a sentir la cabeza de su jefe en su hombro cuando se quedaban hasta altas horas de la madrugada rellenando informes, ni se embriagaría con su caro perfume, ni volvería a sentir aquellas cálidas manos, ni las efusivas felicitaciones o los apretados abrazos.

Lo iba a extrañar, pero era la correcto.

No podía seguir estancado de esa forma, no si quería cumplir su sueño de llegar a ser comisario algún día.

Amaba a Hawks, pero no podía seguir en aquel círculo vicioso.

Y por mucho que doliera, tenía que salir de ahí para poder extender sus propias alas.

Dentro de unos días comenzaría una nueva vida, bajo el mandato de Enji Todoroki y dejaría todos los recuerdos del rubio atrás.

O al menos eso era lo que pensaba.

Bakugou Pasivo •One Shots•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora