EnjiBaku

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¿Actualización doble? Claro que sí, nadie lo pidió, pero aquí se los traigo.

Dos capítulos sobre amores prohibidos y besos a escondidas.

Disfrutenlo mi gente hermosa

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¿En que momento dejo de verlo con desagrado? ¿Cuándo dejo de verlo como un bastardo?

Observaba sus grandes manos con deseo, queriendo ser aquella taza de café para ser sostenido con tanta delicadeza. Para tener el placer de sentir aquellos gruesos dedos acariciando su piel, haciéndolo sentir amado.

¿Cómo paso de odiarlo a observarlo en cada momento?

Sus ojos recorrían la ancha espalda, memorizaba todas las cicatrices y marcas por antiguas batallas. Observaba como sus músculos se flexionaban ante los movimientos, su piel perlada por el sudor y aquel tono bronceado que lo volvía loco.

¿Por qué sentía la necesidad de llamar su atención?

Constantemente buscaba un enfrentamiento, buscaba sentir sus pieles rozando y la ardiente cercanía de sus cuerpos, bajo la excusa de aprender nuevos movimientos de batalla y perfeccionar sus reflejos, poder tener a aquel enorme hombre acorralándolo contra el suelo, dejándolo sin aire y robándole suspiros ante cada movimiento brusco.

¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa forma?

Ya no era un mocoso de dieciséis años, tenía veinte, sin embargo, con tan solo una mirada de ese hombre sus piernas comenzaban a temblar, se sentía pequeño y quería disculparse por cualquier cosa que hubiera hecho mal. Con tan solo sentir aquellos penetrantes ojos se olvidaba de todo su orgullo, de su fuerte personalidad y solo quería seguir sintiéndose de esa forma. Con su cuerpo cosquilleando, sus mejillas ardiendo y su mente hundiéndose en deseo.

Aunque estuviera mal... ¿Por qué no podía olvidarlo?

No importaba cuantas chicas se cruzarán por su camino, cuantos chicos le coqueteaban al ser salvado, sus pensamientos solo iban dedicados a una persona. A su jefe, a aquel que lo entrenaba con tanta dureza y lo disciplinaba de manera violenta, el hombre que le gritaba si cometía un error y acariciaba sus cabellos al reconocer su buen trabajo.

Ese hombre imponente, el héroe que se había reivindicado y ahora era alabado por la población, el hombre que fue una mierda con su familia, pero tuvo el coraje suficiente para aceptar su error e intentar arreglar aquella relación. El hombre que al finalizar el día se sentaba en las bancas de los vestidores, con la cabeza gacha y se permitía ser débil cuando creía que nadie lo observaba.

Ese hombre que muchos consideraban una bestia, pero que para Bakugou era una persona rota, lleno de fantasmas del pasado, con la consciencia ahogada de culpa y pesadillas que no lo dejaban en paz, un hombre que era constantemente juzgado por sus acciones, pero a pesar de todo seguía adelante.

Eran tan similares y a la vez tan diferentes.

Katsuki era una explosión, era una mente fría que ideaba excelentes planes, pero que en cualquier momento podía estallar en colera y lastimar a sus compañeros o a sí mismo, era un excelente héroe con problemas de temperamento que estaba aprendiendo como realmente era la vida.

Mientras que Enji Todoroki era fuego, un abrasante fuego que en cualquier momento podía consumirte hasta ser solo cenizas, era un calor envolvente que podía protegerte, que te hacia sentir seguro a pesar del peligro que representaba. Era una persona experimentada, un poco amargado por todo lo que vivió, pero con sus convicciones fuertes y sus deseos de ayudar a la población no habían menguado con el pasar de los años.

Bakugou se había enamorado de ese hombre, de su porte elegante, su aura dominante y sus ojos que reflejaban peligro, se enamoro de su simpleza y de sus malas palabras, de su trato brusco, de su forma disimulada de demostrar preocupación. Se enamoro de la forma en que lo cuidaba y a pesar de todo, jamás lo tarto mal, jamás lo juzgo, ni lo hizo sentir mal por su fuerte carácter.

No sabía cómo había sucedido, cual de todas las acciones del mayor fue la que conquistó su corazón, pero estaba seguro de que no se arrepentía de sus sentimientos.

Menos cuando tenía aquellas manos aferrándose a su cintura con desesperación, los labios partidos besando su cuello con delicadeza y el enorme cuerpo acorralándolo contra la pared. No podía arrepentirse al sentir el corazón de aquel hombre latir emocionado, al ver esa imperceptible sonrisa en sus labios y como sus ojos parecían menos amenazantes, con un brillo de ternura en ellos.

Sabia que estaba mal, que era poco profesional y que lo convertía en un amigo de mierda, pero mientras más tiempo pasaba a su lado, se sentía más feliz, se sentía comprendido y apoyado.

Enji no sabía expresar sus sentimientos y era muy orgulloso como para decirle que lo apreciaba, Bakugou siempre lo supo, por eso se sentía feliz al ver una rosa todas las mañanas en su escritorio, al encontrar cajas de chocolate en su casillero o al ver como el hombre accidentalmente olvidaba su sudadera en los vestidores.

Ambos sabían que su relación era un error, que esos sentimientos de amor estaban prohibidos para ellos, pero a estas alturas ya nada les importaba.

Eran héroes, estaban en constante riesgo, en cualquier momento podrían morir en una batalla, así que no pensaban desaprovechar la oportunidad de estar juntos. Aun si en público tenían que actuar como si se odiaran, aun cuando tenían que esconderse de la mirada de todos y asegurarse de que nadie los siguiera.

Todas las inseguridades se iban ante el roce de sus labios, con las apasionadas caricias y la unión de sus cuerpos, el miedo quedaba atrás y solo había espacio para el amor.

Un amor asfixiante como el fuego, que los tenía ardiendo en llamas y los hacia burbujear en placer, hasta que poco a poco bajaba para ser una simple chispa, donde los suaves besos reinaban en el silencio de la noche, en la privacidad de su habitación.

Bakugou era una dinamita que solo necesitaba de un impulso para hacer que todo se destruyera y Enji era aquel fuego capaz de encender la mecha.

Era un amor arriesgado, pero ambos estaban dispuestos a arder si hacia falta.

Bakugou Pasivo •One Shots•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora