Make me yours

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Sirius no había podido pegar el ojo y se removía en el sofá a cada segundo. Todo lo que le había dicho a Hermione era cierto. Todas y cada una de sus palabras. La castaña poco a poco estaba entrando en cada parte de su ser y verle, era doloroso en varios sentidos. Ella aún no se acostumbraba del todo a sus muestras de afecto y aunque le gustaba ponerle de nervios, sentía que por cada paso que daba, retrocedía dos. La adoraba, mas allá de lo físico, pero no podía negar en lo absoluto que Hermione se convertía cada vez en una mujer hermosa que no solo lo cautivaba con su belleza sino también con sus comentarios mordaces.

Recordó aquella tarde en particular donde le encontró recién saliendo de una ducha, llevaba el cabello húmedo y la camiseta de la pijama se marcaba en su pecho el cual descubrió no llevaba nada debajo.

Cerró sus ojos. Debía conciliar el sueño de alguna forma. Tenía que hacerlo.

Quizás era su imaginación, y ese olor a perfume conocido le traicionaba vorazmente.  Pero el peso de un cuerpo sobre el suyo le hizo abrir inmediatamente sus ojos.

- Esto debe ser una alucinación - se dijo pero, aquellos ojos castaños se mostraron bajo un ceño fruncido - ¿Que haces despierta?

- No puedo dormir - susurró - Sirius, ¿en serio querías hacer eso que me dijiste antes?

- ¿Golpear a Alastor? Por supuesto. ¿Petrificar a Marlene? Ni lo dudes. ¿Desnudarte y hacerte mía? Eso ni se pregunta - dijo con calma - ¿Alguna otra duda, nena?

- Quiero que lo hagas - pidió mientras el le tomaba de la cintura.

- ¿Cual de las tres?

- Sirius, hablo en serio - se quejó con la poca valentía que le quedaba - No es como si...como si yo...

- Se que lo has pensado - completó antes que ella - ¿Que te ha detenido todo este tiempo?

Esta vez Sirius se las arregló para dejarla sentada y él colocarse a su lado para verle. Ella aún llevaba su bata de dormir, una suave de seda negra que él mismo le había regalado.

- No...no lo se. Supongo que tengo miedo.

- ¿De mi? No muerdo, bueno, solo siendo Canuto - bromeó pero ella solo suspiró - Nunca haría algo que no desearas.

- Lo se. Es que...yo...- Hermione parecía contrariada así que se armó de todo el valor que pudo para mirarle a los ojos y abalanzarse sobre él para besarle. Pensó en la selección de su casa, el sombrero la había enviado a Gryffindor por su valentía y determinación así que, debía hacerlo valer. Aquel beso, había tomado a Sirius por sorpresa, así que tomó impulso y le correspondió de la misma manera. Como pudo, deshizo el nudo de la bata y acortó la distancia entre ambos, acarició la piel de sus brazos y luego fue desde su cintura hasta su espalda. Quería deshacer aquella porción de tela que lo separaba tan cruelmente de poder sentirle completamente.

A la castaña le sorprendió escucharse a sí misma con sonidos agudos, llenos de placer mientras Sirius besaba su cuello y luego bajaba por toda su clavícula hasta el espacio entre sus senos, quería que lo repitiera, una y otra vez. Ella lo acariciaba lentamente, recorriendo todo su torso desnudo y bajando por los costados, pero seguramente, pensó la castaña, aquello no estaba ni cerca del placer que él le causaba.

Nadie le había hecho sentir así jamás y quizás nadie lo haría. Sirius parecía un experto en aquella tarea, pero, Hermione nunca notó sus labios temblorosos recorrerle ni sus manos llenas de deseo, sin saber donde tocarle.

De pronto, Sirius se levantó y le tomó en brazos, cargándole ante su mirada sorprendida.

- No pensarás que tendrás tu primera vez en un sofá, ¿o si? - preguntó algo contrariado al ver su rostro mientras le llevaba hacia su habitación.

- No me habría importado - le dijo sin pensar y él le regaló una de esas sonrisas llenas de pensamientos sin decir.

Le dejó cuidadosamente sobre la cama y le miró con cuidado. Como si quisiera medir la cantidad de ímpetu con el que la tocaría o hablaría. Se quitó el pantalón de pijama y se acercó a ella para besarle apasionadamente, soltando un gruñido de placer, recostándole poco a poco hasta dejarle acostada.

- No se que has hecho conmigo - susurró el ojigris a su oído mientras estaba sobre ella y besaba cada espacio de su cuello, deslizando aquel vestido delicado desde abajo, quitándoselo con una habilidad increíble, desnudándole - Te amo Hermione, como jamás podré hacerlo con ninguna otra. Te deseo tanto. Nena, te deseo demasiado.

La voz ronca y llena de lujuria en su oído casi le derrite por completo y se preguntó, si podría olvidarse de aquel sonido tan sensual alguna vez, si sería capaz de regresar a la realidad. Podía sentir los dedos de Sirius acariciándole las piernas, subiendo peligrosamente hasta su ropa interior y deslizándose cuidadosamente dentro, introduciendo un par de dedos mientras cerraba los ojos mordiéndose el labio inferior.

Sirius musitó casi sin aire mientras él le daba un placer que le mantenía al borde de una explosión sin terminar. Estaba usando su boca para tomar uno de sus senos y juguetear con él. Pensó en lo cruel y placentero que era. En que sabía exactamente cuando detenerse, también en que cuando estaba a punto de venirse, él se detuvo dejándole con la respiración entrecortada.

- ¿P-por qué te has detenido? - preguntó ella casi en un reclamo.

- Porque quiero estar dentro de ti cuando eso suceda, quiero hacerte mía y que tu puedas hacerme tuyo, hacer de mi lo que mas gustes - dijo con tanta pasión que Hermione sintió el corazón a punto de detenerse. Lo vio quitándose rápidamente lo único que le quedaba de ropa y no pudo evitar fijarse en su miembro, morderse el labio inferior y respirar profundo - Puedes pedirme que me detenga y te juro, te juro que lo haré.

La castaña pudo pedirle que lo hiciera. Podía pedirle cualquier cosa y estaba segura que él se la otorgaría en aquel instante, pero ella se negó.

- No quiero que lo hagas - dijo sin mas. Sirius apuntó su abdomen con su varita y luego la dejó sobre la mesita de noche, para luego besarla de una forma necesitada, ahogada en un sentimiento de pasión.

Aquella noche, Sirius logro notar que jamás se había sentido tan completo ni mucho menos, tan lleno de vida. También, que nunca había sentido tanta necesidad de aprobación, de saber que Hermione le amaba  y le necesitaba de la misma forma carnal que el lo hacía. Logró perderse en aquel ahogado gemido cuando entró en ella y suspiró, cerrando los ojos mientras le besaba, dejando que se acostumbrase a tenerle dentro. Sintió sus manos aferrarse a él, pidiendo mas cercanía.

Jamás un sonido le había gustado tanto como su respiración agitada y aquellos gemidos de placer en su oído y ciertamente, nunca había amado tanto escuchar su nombre de la boca de alguien, tanto como esa noche.

Por primera vez, se había perdido en sus ojos castaños y se había encontrado deseando que aquel momento jamás se terminase. Gemía tanto como ella, ahogaba sus sonidos en el espacio de su cuello y se aferraba a su cintura como si de ello dependiese su vida. La sintió reventar en una larga y fuerte tormenta donde su último sonido fue su nombre, perdido entre su propio fin, repitiéndose cientos de veces su nombre.

Miles de veces.

Marauder's SupremacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora