Blood

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Sirius había dejado a Hermione en la librería y se había dedicado a decirle a la dueña con una orgullosa sonrisa, que sería padre. Jamás se habría imaginado a sí mismo diciendo a vox populi aquellas palabras, pero, una parte de él se sintió feliz y aliviada de poder ver en los ojos de otra persona aquel brillo emocionado por la llegada de un nuevo ser humano.

La castaña por su parte guardó silencio con sus mejillas sonrojadas, observando a Sirius mientras este le tomaba de la mano y le besaba la mejilla cada veinte segundos.

- ...Rosie será la mas adorable bebé que vas a conocer, te lo aseguro - soltó con un tono orgulloso.

- ¡¿Le han puesto nombre ya?! Es tan dulce - dijo con emoción la dueña del lugar - Oh me alegro tanto, tanto. Hace mucho que no tengo de cerca la emoción de una nueva vida. La tía Helen comenzará a tejerle algunas cosillas.

- No debes molestarte, Helen. Sirius, por favor, aún no sabemos si será una niña - sonrió Hermione hacia él pero el aludido solo compuso una expresión arrogante.

- Jamás me equivoco - le guiño - Bien, pasaré por ti al final de la tarde.

Sirius le dejó un beso corto en los labios y dio un beso rápido a su abdomen para luego sonreirle mientras se alejaba.

La imagen de aquella pequeña familia que comenzaba a formarse en su mente le hacía sentir una pequeña punzada de felicidad y orgullo que poco a poco inundaba todo su espíritu. Solo existía una sola cosa que le preocupaba y eran Walburga y Orion. Ahora que sabían de su matrimonio con Hermione y el bebé que tendrían, solo podía pensar en las palabras de Albus. ¿Le buscarían? ¿Intentarían hacerle daño a ambos?

Parecía que la respuesta a su inquietud sería respondida de forma rápida. En la entrada del apartamento se encontraba Orion plantado con su bastón y sus ojos oscuros escrutandole como si fuese la primera vez. Sirius tenía su varita preparada, aunque estaba mas que claro que no la necesitaba del todo, pero aquella sensación de la madera en su mano le daba seguridad.

- ¿Que haces aquí? - preguntó con brusquedad el ojigris - ¿Vienes a asesinarme? Dudo que sea un lugar digno para un duelo.

- Concuerdo en eso contigo, pero no vengo a asesinarte aunque quizás eso sea un final digno para ti, Sirius. Mejor que terminar como un traidor - gruñó el hombre - ¿Sabes a lo que me arriesgo al estar aquí?

- ¿Sabes lo poco que me importa? - alzó una ceja mientras lo miraba con molestia - Orion, suelta la sarta de mierda que tienes para mi, estoy en una mañana ocupada.

- ¿Puedo pasar? Se que este es el apartamento que te ha dejado Alphard, siempre fue un blando contigo - siseó mirando con desdén a su alrededor.

- Pues, me da igual. Que sea rápido - gruñó Sirius abriendo la puerta y dejandole paso. Orion miró todo con ojos atentos y notó un particular libro sobre la mesa frente al sofá, uno que tomó rapidamente - ¿Esto fue lo que robaste? ¿Le dijiste a esa...sangre sucia donde buscarlo?

Sirius le quitó el libro de las manos con molestia evidente y le lanzó una dura mirada.

- Si te escucho llamarla de esa forma, de nuevo, no tendré contemplaciones contigo anciano - siseó con odio mientras parecía que Orion le miraba con diversión.

- No me digas, ¿sientes amor por esa...mujer? No te niego que a la vista no está nada mal pero, si me lo preguntas, estaba seguro que solo estabas con ella por ese crío que tiene en su vientre. Nada cuidadoso de tu parte - le recriminó.

- Pues eso no es tu problema en lo absoluto, Orion. ¿A que viniste? ¿A darme un sermón de padre preocupado? ¿Te ha enviado mi amorosa madre? Vamos Orion, no tienes que fingir delante de mi - dijo mirándole fijamente.

Marauder's SupremacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora