Insight

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Harry era un muchacho tranquilo normalmente aunque habia heredado el don de meterse en problemas de su padre y no es que lo detestase, le entretenía hacer bromas de vez en cuando y sobretodo tener algo que contar al regresar a casa. En su primer año habia deseado más que nada poder compartir las mismas anécdotas de su padre y Sirius con Rose, hacer las mismas travesuras y quizás buscar un apodo para llamarse en secreto pero eso no sucedió.

El sombrero la había seleccionado para Ravenclaw y con ello, aquel pequeño anhelo se había desvanecido. No que no lo intentase pero sabía que aquello que le había escuchado decir, no se lo había perdonado y no sabía si eso sucedería. Lo recordaba, aquella mirada y sobretodo el frío silencio que se había cernido entre un par de niños de once años. Lamentaba haber dicho aquello, lo lamentaba profundamente.

Había intentado cada año buscar una forma de disculparse, de hacerle sentir como si nada había cambiado pero ella dejaba una distancia más larga entre ambos y aún tenía aquellas palabras distantes grabadas en su cabeza. Rose le había de tenido en medio del pasillo antes de regresar a casa y le miró con desdén.

- Potter, ¿crees que esta navidad puedas dejarme en paz? No debes fingir que somos amigos - Harry frunció el ceño. Rose a sus trece años era intimidante.

- ¿Por qué? Rose, yo...yo lo siento, eso paso hace tiempo. ¿Por qué no puedes olvidarlo?

- ¿Olvidarlo? - siseó mientras se acercaba -  Dijiste que solo era una sabelotodo que ahora seguro te delataría y que era mejor no tenerme cerca todo el tiempo. ¿O es que no se lo dijiste a Weasley?

- ¡Tenía solo once años Rose! Por Merlín, ¿puedes aceptar mis disculpas siquiera? Mamá y papá se darán cuenta y Sirius...

- ¿Oh eso es lo que te importa? Pues bien - la pelinegra compuso su mejor actitud arrogante y le miró de arriba a abajo - Se pretender muy bien, Potter.

El castaño suspiró, sobretodo porque aquello serían unos días largos para él antes de ver a Ron nuevamente. Sin embargo odiaba aquella sensación en su estómago cada vez que Rose aparecía cerca. Un cosquilleo que subía desde su estómago y le recorría el pecho de una forma nada sutil, lo odiaba, lo detestaba y más aún detestaba el hecho que su cuerpo se sentía enfermo, furioso de verle con algún chico cerca.

- Potter, que dice tu madre que vayas a desayunar.

Rose había aparecido rápidamente a darle aquel aviso y se quedó observandole mientras estaba sin camiseta. Para sorpresa de él y sobresalto, ella le tocó el hombro y sus ojos grises parecían atónitos.

- ¿Que? - preguntó él con la voz temblorosa.

- ¿Que carajos te ha pasado? - Rose le miró con preocupación - ¿Te has golpeado?

- Ah, eso. Una bludger durante una práctica.

- ¿Que no sabes dónde queda la enfermería o es que no saber leer las letras en el mapa? - le riñó - Deberías haber ido, pedazo de idiota.

- ¡Ah! Ahora vamos con la tanda de insultos - Harry se levantó y le encaró ella sin embargo dió media vuelta para salir, pero el castaño fue más rápido y cerró la puerta plantandose frente - Vamos Rose, suelta todos tus insultos ahora. Seguro te has estado conteniendo.

- Déjame salir o te juro que le diré a papá todo.

- No me importa. Ya lo saben  - la revelación de Harry le hizo fruncir el ceño y juntar sus labios finamente en una línea, quedando pensativa - Pensé que siendo tan brillante lo habrías notado. Incluso han estado haciendo planes para que volvamos a ser amigos.

- No pasará. Hablaré con Lily - ella hizo el amago de salir pero él se lo impidió - Potter, o me dejas salir o te doy una patada tan fuerte que vas a tener que recoger tus bolas con una pala. Ahora, muévete.

Marauder's SupremacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora