Si a Lily le hubiesen dicho años atrás que estaría casada con el niño mimado de Gryffindor James Charlus Potter se habría desmayado. Caído hacia atrás y quizás luego de todo eso, se habría reído brutalmente en la cara de quien fuese que declarara aquella barbaridad.
Porque James Potter no era mas que un engreído, arrogante, que solo se encargaba de despeinarse ese ridículo cabello delante de ella, que le daba una sonrisa de autosuficiencia, como esas de quien sabe algo que tu no. Pero nadie le mandaba a hacerle caso a Remus, no señor. Encontrarse a James en aquella heladería de Florean Fortescue, ni que se comportara tan amable y sin una pizca de arrogancia. Recordaba ese día como si fuese ayer.
Ir al callejón Diagón a comprar la última lista le causaba nostalgia y sentía una punzada de molestia que Petunia se antojase ese mismo día de llevar a sus padres a conocer al tal Vernon Dursley. Ya ella lo conocía y no se perdían de nada en lo absoluto, pero Lily adoraba a su hermana mayor y no podía arruinarle el momento de esa manera.
Mientras caminaba sintió calor, así que dado que había trabajado ese verano, podía darse el lujo de comprar un helado sin descuadrar el dinero de sus libros por lo que se dirigió a la heladería con el propósito firme de saciar su antojo. Ni siquiera se dio cuenta que al acercarse al mostrador, James Potter estaba de espaldas conversando con una pareja mayor.
- ¿Cree que pueda darme tres sabores en una sola barquilla? No creo poder decidirme - Lily se sonrojó cuando el señor Fortescue le sonrió y le regaló un guiño.
- ¡Puedo colocar hasta 10 sabores si deseas! ¿Cuales querrás preciosa jovencita?
- Mm. Puede que nuez, chocolate y menta. Sí, en ese mismo orden - pensar en el sabor de esa barquilla le hacía agua la boca y cuando pagó, le dio una probada lanzando un sonoro suspiro.
- Señorita, ya su helado está pago, aquí esta de nuevo su dinero - le indicó el vendedor.
- ¿Pero...?
Florean Fortescue le regaló una sonrisa mas amplia y señaló con su cabeza hacia afuera. ¡Que alivio que el helado no se derritiera! Adoraba la magia. Tomó su bolsa y salió hacia la calle buscando a su benefactor y dado que no había tantas personas a esa hora, lo identificó rápidamente.
- ¡Potter! - le llamó con fuerza y tres personas voltearon.
- Oh, Evans. ¿Que hay? - saludó con naturalidad y mas bien con un tono mas relajado.
- ¿Has sido tu quien ha pagado mi helado? - preguntó y luego se sintió apenada de ver que la pareja la miraba con una sonrisa - Disculpen, mi nombre es Lily Evans - tendió la mano y el primero en tomarla fue el hombre de anteojos que notó era idéntico a James excepto por sus ojos, un azul intenso. La mujer tenía el cabello blanco pero definitivamente los mismos ojos de James y la nariz perfilada con labios delineados y finos.
- Mamá, papá, ella estudia conmigo en Hogwarts, es la joven que les he mencionado - habló y Lily frunció el ceño aunque sintió un cosquilleo bajando por todo su estómago. ¿Que les habría dicho?
- ¡Eres esa Lily! James nos ha dicho lo brillante que eres, pero siempre que dice lo bella que te ves, digo ¡¿Hablas en serio, Jimmy?! ¿Tan guapa? ¡Nah, es imposible! - solto el hombre - Pero por supuesto que se ha quedado corto. Aunque no lo culpes, los lentes es cosa de familia. Fleamont Potter, a tus servicios.
Lily se giró hacia James y este parecía apenado, pudo ver el sonrojo en sus mejillas y como se mordía el labio.
- Yo soy Euphemia, basta decir que madre de James. Aunque a veces es tan atolondrado que creo que nos lo han cambiado el día que nació - bromeó la mujer - En casa fingimos que le dieron biberón de multijugos y por eso se parece a Fleamont.
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Marauder's Supremacy
FanfictionLas reglas deben romperse pero para comenzar, una joven deberá dejar todo atrás.