Fear

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- ¿Por qué le dijiste a la dueña que eras mi esposo?

- Oh perdona, ¿es que no recuerdas que nos casamos? - respondió Sirius mientras caminaban de vuelta al apartamento mientras el cielo se tornaba mas oscuro ese día. Habían pasado casi dos semanas desde que Hermione había comenzado y lo que no sabía es que ella llevaba desde el primer día con aquella pregunta rondando en su cabeza.

- Técnicamente, solo es un trato. No es...como un matrimonio de verdad - aclaro - y perdiste toda tu oportunidad de salir con Helen, ya ves, solo habla de lo afortunada que soy de tener un esposo como tu. ¡Vaya suerte!

- Hieres mis sentimientos, Granger - se quejó con fingida molestia - ¿Quieres ir a tomar un café?

- No. La última vez que me invitaste algo las cosas fueron muy raras.

Sirius notó aquel tono, lleno de reproche y vergüenza, pero sonrió un poco y le tomó de la mano para cruzar la calle, logrando que se sonrojara y le mirase con reproche.

- El café no emborracha y seguramente no te desnudarás en medio de las mesas, ni yo meteré mi mano en tus bragas, cosa que no hice la última vez si mal no recuerdo, Hermione - replicó mientras ella bufaba - Quiero un café, así que como andas junto a mi, te invitaré solo porque me da la gana y porque quiero pincharte la paciencia.

- ¡Siempre pinchas mi paciencia! ¡Siempre! ¡Es la única cosa que sabes hacer! -

- También se otras cosas - él se plantó frente a ella y le tomó suavemente de los hombros mientras la miraba - Soy excelente cocinero, también soy muy bueno narrando historias, las mujeres por supuesto confirman lo maravilloso que soy en el sexo. ¿Que acaso no lo crees también? ¿Que soy bueno en...?

- ¡No confirmaré nada de tus perversidades, Black! - reclamó molesta.

- Joder, loca, calmate. Solo iba a decir que puedes confirmar que soy bueno en la cocina. Lo de las historias, puedes pedirle a James que te de un previo de eso - rió con ganas - lo del sexo, tu te lo pierdes, aunque tampoco es que quiera desvirgar a una sabelotodo. Puede que desate una maldición de esas antiguas o algo así.

Él le soltó y comenzó a caminar, mientras Hermione le alcanzó el paso y le siguió enojada.

- ¡Eres un idiota de primera! ¡Debí quedarme en el Caldero! Pero...agh.

- ¿Por qué no lo hiciste? - preguntó intrigado - Pudiste hacerlo, pero no lo hiciste. ¿Por qué?

- Yo...yo no lo se.

Hermione no dijo mas y pasó todo el rato con el ceño fruncido, las manos en su chaqueta y un silencio que indicaba que estaba metida en sus propias ideas. Aquel café era un lugar bonito y cálido, la mujer que los atendió parecía conocer a Sirius pues no preguntó que le serviría.

- Yo quiero un capuccino, doble con crema - pidió Hermione mientras Sirius la observaba algo atónito.

- Entonces son dos - dijo la mujer para sí misma y entonces allí la castaña entendió el rostro del pelinegro.

Ninguno dijo nada y se mantuvieron en silencio durante un buen rato, hasta que llegaron los café.

- Venía aquí cuando podía escaparme - soltó de pronto Sirius mirándo hacia la ventana - ya sabes, de la casita del horror. Mi madre odia todo lo muggle, así que las posibilidades de que me encontrase aquí, eran nulas. Paulette me conoce desde que tengo doce años y sabe cual es mi café predilecto, como me gustan los sandwiches, cual es mi malteada favorita e incluso que tan crocantes me gustan las papas fritas - sonrió - mas de lo que sabe Walburga de mi.

Marauder's SupremacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora