Act II

485 68 33
                                    

Memoir

- Rose, ¿puedes venir un momento?

La voz que llamaba era la de su padre y conocía muy bien aquel tono de voz. No era para reprenderle, aunque nunca lo había intentado ya que no se le daba en lo absoluto. La joven pelinegra salió de su habitación tan rápido como pudo y se detuvo frente a su padre quien sonreía con un brillo particular en sus ojos.

- ¿Me llamabas? - Rose compuso su mejor sonrisa, aquella que le hacía tener un par de hoyuelos.

- ¿A quien más sino? ¿Tengo otra Rose en casa? Si es así, sería casi un ramillete de flores - le guiñó mientras dejaba un beso en su frente - Creo que esto que ha llegado, es para ti - Sirius alzó un sobre con un sello que Rose había estado esperando desde siempre - Oh, pero seguro no te entusiasma en lo absoluto. Supongo que podemos devolverlo con la lechuza que amablemente lo trajo.

- ¡No! ¡Papá! - Rose saltaba para lograr atajar el sobre que Sirius hacia llegar más alto mientras sonreía divertido - Sirius Black, no es nada gracioso.

- Oh pero que criatura más adorable. Ese tono pretencioso que usas conmigo no funciona Rose.

- Las reglas de la escuela dicen que si m niegas el acceso a la educación puedo delegar mi tutoría a algún pariente vivo, seguramente podría convencer a la abuela Walburga de firmar lo que sea - dijo con una sonrisa malévola y esta vez Sirius cabeceó mientras le miraba con ojos entrecerrados.

- No firmaría nada si le digo que serás una orgullosa Gryffindor como yo.

- Oh, si que lo firmaría papá. Puedo fingir que soy una pretenciosa Slytherin - le guiñó y está vez Sirius le dejo el sobre en sus manos - ¿Ves como si sirve negociar contigo?

- Eres un pequeño mounstro. Pequeño y brillante mounstro. ¿Desde cuándo lees las normas de la escuela?

- Lo encontré entre las cosas de mamá - dijo con suavidad y está vez Sirius solo suspiró. Rose sabía que la mención de su madre podía tener dos respuestas por parte de Sirius, una llena de felicidad e historias dónde le recordaba con una sonrisa, la otra un rostro lleno de tristeza y mirada perdida - ¡Eh! Escucha esto papá - Rose trató de distraerle y se aclaró la garganta - Querida señorita Black, tenemos el placer de informarle que ha sido aceptada en la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Blabla. ¡Comenzaré el primero de septiembre! Eso es pronto. ¿Crees que Harry haya recibido su carta ya?

- Seguramente - admitió con una sonrisa - Rose, ven acá - Sirius le atrapó en un abrazo y ella soltó risitas que le hicieron ampliar más su felicidad - Estoy muy feliz por ti, aunque, te extrañaré demasiado. ¿Que haré sin ti todas las tardes?

- Sobrevivirás sin mi papá - ella le miró con sus mismos ojos grises - quizás puedas salir más. Solo pasas tiempo conmigo. ¿No crees que estás algo viejo como para que tú amiga sea una niña de once años?

- ¿No crees que estás algo joven como para darme sermones? En eso eres idéntica a tu madre - le dijo mientras pellizcaba su nariz - Podemos ir a visitarle, así puedes contarle que te ha llegado la carta que tanto has estado esperando.

- Es una buena idea, pero primero, quiero ver a Harry - saltó alegre y Sirius no pudo evitar contagiarse.

- Oh claro. Cómo se me podría olvidar que tú y Harry son terriblemente inseparables - rodó sus ojos fingiendo molestia - Cámbiate la pijama Rosie y vienes a desayunar.

- ¿Tiene caso que desayune? Lily siempre nos espera con comida.

- Tiene todo el caso porque de cualquier forma siempre comes dos veces. Anda ya, antes que me reproches que llegamos siempre tarde a cualquier lugar.

- ¡¿Que harías sin mi?!

Rose salió corriendo y terminó dando un portazo entre risas. Sirius cabeceó divertido y se sentó de nuevo en la silla del pequeño comedor del apartamento. Aunque la pequeña Rose lo viese como una broma, Sirius realmente pensaba cuando llegase el día en que Rose le dejara para ir a Hogwarts, sobretodo bajo la apremiante circunstancia dónde se encontraría con una versión de su madre que tenía la misma edad que ella.

Llevarla a estudiar a Beuxbatons no era una opción en lo absoluto, así que tras la muerte de Hermione, Sirius se dedicó a esconder cada rastro de la existencia de Hermione. No había ninguna foto, ni un solo escrito. Solo había dejado los libros favoritos de Hermione con la esperanza que Rose de alguna forma la sintiera cercana, una manera de conocerle a través de sus gustos y las historias que sus amigos tenían para contarle.

¿Cómo sería verla de nuevo? Aquella pregunta rondaba cada vez en su cabeza, y la respuesta no llegaba de ninguna forma. Hermione no le reconocería y sobretodo no podria igualarle, su versión de once años no estaba al tanto de nada y sobretodo era ajena a todo. Agradecía entonces que Rose fuese su mismo calco; ojos grises y cabello oscuro, una mirada arrogante y sobretodo un sentido de la diversión que a veces rayaba en lo exagerado. De Hermione había heredado la bondad y la inteligencia aguda para resolver problemas con facilidad y sobretodo aquella manera que tenía de poner toda su vida en orden a tan corta edad.

De cualquier forma era inevitable. El pasado le perseguía de nuevo en una forma macabra, espantosa.

Merlin sabía que necesitaba toda la ayuda que pidiera para resistirlo.

Marauder's SupremacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora