Hermione se había acostado junto a Rose, aún ante las advertencias que le habían dado, aunque sonrió al sentir el brazo de la pelinegra envolviéndole en un intenso abrazo mientras dormitaba pacíficamente. Había algo en Rose que Hermione consideraba familiar y aunque no entendía la razón, una parte de ella siempre quería estar para lo que fuese incluso escuchar las mismas historias de todo el tiempo.
La ojigris le correspondía de la misma forma. Había entendido que la amistad entre ellas había sido natural y aunque la belleza de Rose fuese el atractivo principal para algunos chicos, aquella divertida joven solo se preocupaba por otras cosas y realmente disfrutaba estudiar con ella en algún lugar tranquilo y silencioso. En algunos momentos se compadecía de ella, sobretodo cuando Rose preguntaba acerca de cómo eran las cosas en su casa, como se llevaba con su madre. Aunque no lo dijera, sentía una profunda tristeza que Hermione podía ver en sus ojos de vez en cuando, aquellas veces que tenía el mismo libro en la mano uno que para suerte de la castaña, tambien era su favorito. Se preguntaba si la madre de Rose habría pensado dos veces antes de sacrificarse por salvar a Harry Potter, pero no era algo que haría en voz alta.
De improvisto, recordó la pequeña conversación con el padre de Rose. A pesar de su expresión sería y aquella mirada dura e impenetrable, Sirius Black no parecía ser un mal tipo. Rose se le parecía demasiado y no podía evitar sentir una afinidad con aquel hombre al que siempre vio como un ser completamente estoico e inalcanzable. Él le había sonreído y se preguntó muy a su pesar y causandose un sonrojo, la razón por la cual aún estaba soltero. Nunca diría a nadie lo que pensaba de aquel hombre, pero el señor Black no aparentaba para nada su edad. Mucho menos tener una hija adolescente. Cuando sonreía se mostraba tan joven que bien podría aparentar estar aún en sus veinte.
Hermione cabeceó. Aquella idea y sobretodo esos pensamientos eran inaceptables. Sirius Black no solamente era el padre de Rose sino que era un hombre completamente ajeno a su existencia. Además, la sola idea de que estuviese en sus pensamientos le causaba gracia. Las influencias de Rose realmente le hacían mal.
La mañana había comenzado tranquila y James que llegó tarde y durmió poco fue el primero en tomar un poco del café que había preparado Sirius. El ojigris llevaba un suéter gris y el cabello ligeramente despeinado y su mirada preocupada se posó en James quien bostezó con un gran sonido.
- Solo nos falta uno y nos dejaremos de él. ¿Colagusano ha averiguado algo? - preguntó Sirius pero James negó.
- Sirius, ¿estás bien? - la pregunta de James había sido genuina, pero Sirius tardo en entender a qué se refería.
- No tienes de que preocuparte. Anoche hemos hablado un poco. Es imposible que no me recuerde a ella pero...de cierta forma me hizo sentir aliviado - Sirius suspiró y miró a su mejor amigo quien le escuchaba atento - Ella de cierta forma está viva aún cuando no esté con nosotros, anoche me ha parecido como si me reencontrara con una vieja amiga.
- Te sorprendería hablar con ella. Se que es difícil, para mi lo fue pero, es la misma solo que no ha vivido lo que sabemos que nuestra Hermione vivió y por supuesto no vivirá las desgracias de una guerra.
Antes que lograse decir más, unos ojos castaños les observaron y compusieron una sonrisa nerviosa. James miró rápidamente a Sirius y luego a Hermione como si esperase que algo sucediera, pero no pasó. El ojigris alzó su mano y le saludó cortésmente mientras que ella se sentaba en uno de los taburetes de la cocina.
- Buenos días señor Potter, señor Black.
- A mi puedes llamarme James y a este...probablemente si lo sigues llamando señor Black termine decapitando elfos - se burló James y Sirius rodó sus ojos.
ESTÁS LEYENDO
Marauder's Supremacy
FanfictionLas reglas deben romperse pero para comenzar, una joven deberá dejar todo atrás.