Fuck me like you want it

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— Pero, tu...¿que...?

— ¡Ah! Por Merlín, James me lo ha dicho - soltó con simpleza - En realidad, se lo he sacado. Siempre he podido intimidar al tontorrón de tu amigo.

— ¿Que necesitas, Dorcas?

— A ti. Esta noche. Supongo que debemos aprovechar que las cosas están menguando, ¿no? - sonrió.

—Ya veo, chistes sobre la luna. Deberías escuchar los de Sirius.

Dorcas suspiró y se cruzó de brazos, visiblemente exasperada.

— ¿Me dejarás pasar o debo pedirte que me hagas tuya en medio de la puerta? Sinceramente, sería una fantasía interesante pero dado que no tienes ni un vecino, no hay quien nos vea.

La pelinegra aprovechó el aturdimiento de Remus y le empujó hacia dentro de la casa. Sonrió al ver todo tan ordenado y pulcro, típico de Remus, pensó. Ambos eran de la misma estatura, así que para ella fue fácil tomarle del rostro y comenzar a besarle. El sitio era pequeño, acogedor y se encontró pensando por un pequeño instante lo feliz que sería allí, junto a Remus, con un desván repleto de chocolates.

No le interesó empujarlo sobre la mesa y aunque la taza que estaba en el borde cayó estruendosamente al piso, a ninguno pareció importarle en lo absoluto. Quizás era la parte lobo de Remus que estaba aún a flor de piel, pero a Dorcas le pareció sensual la forma tan fuerte en la que le tomaba de la cintura y luego rompía su camisa sin miramientos.

— Dorcas... - musitó en su cuello pero ella no le estaba prestando atención, se había dedicado a quitarle los pantalones mientras dejaba pequeños besos en su torso ahora desnudo.

— Solo aceptaré que digas mi nombre para gemir, Remus. No quiero que te detengas ahora, ni que me rechaces con alguna de tus tontas excusas - reclamó viéndole fijamente - Cogeme como si lo quisieras, que seguramente es así.

Remus le miró con hambre, con avidez, como si quisiera poseerla desde lo mas mínimo. Dorcas Meadowes no era para nada una chica romántica, pero bien sabía que ambos sentían cosas por el otro, él desde su corazón, ella desde su pasión desmedida esa que de vez en cuando, le dejaba un brillo en los ojos cuando Remus le dedicaba una de sus sonrisas.

Le fue guiando hasta el sofá y allí le deshizo del restante de ropa y para sorpresa de la mujer, Remus no tuvo miramientos en penetrarle sin aviso. Se sentía llena, feliz, deseando quedarse allí en aquella mirada fiera, dulce, complacida que le regalaba el ojimiel. Gruñía, gemía, le besaba y le tenía aprisionada sin ánimos de dejarle libre. Dorcas había tenido tantas ganas de ese momento que se sintió molesta consigo misma cuando el atisbo de un orgasmo llegó a recorrerle por todo el cuerpo, acortando todo el tiempo que había planeado. Sin embargo, luego de haber gemido el nombre del castaño y clavar sus uñas en su espalda, este no se detuvo.

Sonrió complacida pero la expresión no le duró y fue reemplazada por un gemido que casi fue un grito de placer cuando Remus comenzó a mordisquear suavemente su cuello y le embestía cada vez mas fuerte. Sentía de nuevo aquella sensación de desvanecimiento, el temblor recorrerle desde sus piernas y en esa oportunidad, Remus estaba en la misma situación.

Ni siquiera pudo notar cuando acabó. Estaba perdida en su propio abismo, aturdida y temblorosa. La frente de Remus reposaba en su hombro izquierdo mientras respiraba agitado. Sonreía, Dorcas sonreía felizmente y comenzó a carcajearse ante la mirada sorprendida y cansada de Remus.

— ¿Dorcas? - susurró y ella besó su frente.

— Descansa y vamos a otra ronda - le dijo con un brillo en sus ojos - Sabía que los calladitos como tu eran los peores.

Ambos soltaron a reír y Remus le miró durante un rato, en un silencio nada incómodo.

— Tres hijos, deseo tres hijos. Uno es muy poco y dos no es tan recomendable - soltó ella mientras acariciaba su mejilla.

— Sabes que no puedo...que yo no podría...

— Si podrás. Siempre hay una manera y puede funcionar, ya sabes entre nosotros. Esto. Además del sexo. Podría verme pasando mis tardes aquí, en silencio, contigo. Solo contigo.

No hubo una ronda siguiente. Ambos se quedaron dormidos en aquel vapor soporífero del término del mes de septiembre. Pensando en que quizás, no siempre, el mundo era solo guerra entre el bien y el mal.

Marauder's SupremacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora