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CONNOR


—Yo no entiendo por qué demonios tengo que hacer esto, Lexie. Es la fiesta de tu hermana y estoy seguro de que entre las tres tienen un millón de vestidos —protesté, aún afectado de la resaca de la noche anterior.

—Quiero uno nuevo, ya te lo dije —se cruzó de brazos mientras caminábamos por el centro comercial—. Oh, allí está Ladies, seguro tienen vestidos de temporada. Son los mejores. Vamos.

Me cogió de la mano y la aparté más rápido de lo que creí. Lexie me dirigió una mirada fulminante pero no reprochó nada más. Los dos entramos al local, ella recorrió las hileras que contenían la ropa y escogió un gran montón para llevarse a un probador.

—Siéntate allí y dame tu opinión de cada uno —exigió—. O entra conmigo.

Su último comentario fue intencionado, lo sé.

—Quizá más tarde —le seguí el juego sólo para quitármela de encima.

Ella sonrió sensualmente. O al menos trató de hacerlo, porque si bien podía ser una sonrisa que prometía cosas futuras, no era ni una pizca de sexy en ella. Tal vez si All sonriera así... Mierda, no podía imaginármela. Y si lo hacía, volvería a tener una erección. Estaba seguro.

Miré mi entorno mientras esperaba que Lexie saliera por primera vez. Me sorprendí al ver a ese chico, Wes, sentado en un sillón a unos metros de mí. ¿A quién vendría a acompañar? ¿Sienna, tal vez? No, no creo.

Y luego pensé mejor. Mierda. No podía ser que...

Allison salió del vestidor que estaba frente a su amigo. Y traía un vestido puesto, dejando mucha piel al aire.

—¡Ya estoy lista! —chilló la voz de Lexie.

Acto seguido, creí que estaba esperando una opinión, por lo cual dije rápidamente:

—Es demasiado...

—¿Demasiado qué?

Pero yo seguía mirando a Allison. Hablaba con Wade mientras se miraba en el espejo. Demonios, que estaba preciosa con ese vestido puesto. A ella sí le sentaba de maravilla. Era ajustado en las curvas que poseía, llegaba hasta la mitad de sus muslos y dejaba la espalda totalmente al descubierto.

Creo que estoy a punto de tener otra erección; no podía con esto.

—Extravagante —mentí a Lexie, volviendo la vista a ella.

Por suerte no me había visto mirando a Allison. Estaba muerto si lo sabía.

—¿En serio? —Se preguntó a sí misma— Bueno, puede que tengas razón. ¿Me bajas el cierre? Fue un infierno subirlo hasta allá arriba.

Me obligué a cumplir con su petición sin recorrer más allá. No tenía intenciones de que ocurriera algo más, no con Lexie. No desde que Allison me había desafiado a practicar la abstinencia. Aquel día me había dado que pensar en la noche.

Esperé de nuevo, sentado en el sofá blanco, a que volviera a salir. Mi mente vagaba por la imagen de Allie con ese vestido ceñido tan sexy. ¿Iría a la fiesta de Roxie hoy? Seguro que sí.

Tuve unos segundos de ventaja cuando ella volvió a salir, esta vez con un vestido dorado de mini lentejuelas impregnadas en él. Ese le quedaba aún mucho mejor que el anterior, resaltaba su cabello de color rojizo y por no hablar de su increíble cuerpo. Sus curvas estaban allí de nuevo.

Vi que Will se levantaba de su asiento e iba hacia ella. Ambos hablaban mientras veían sus reflejos en el cristal. De pronto, él le sostiene el cabello por encima de la cabeza, haciéndolo un moño o coleta o lo que sea. Y deja su cuello al descubierto.

De acuerdo. Ahora sabía que la tenía parada; por lo que me incliné hacia adelante.

No podía dejar de verlos hasta que Lexie me llamó desde dentro del vestidor. Como pude, me puse de pie y caminé hasta él.

—¿Qué pasa? —le pregunté. Sin embargo, seguía mirando a All y a su piel perfectamente blanca y al aire.

—Me atoré. Entra a ayudarme.

Entonces algo sucedió: Allison separó la vista en el espejo de ella misma y miró a un punto más atrás. Justo donde yo estaba.

Me miraba por el cristal. Me había encontrado; y en su rostro se expresaba fácilmente la sorpresa generada en sí misma.

Basta. Si la seguía mirando, perdería el control.

Corrí la cortina del probador de Lexie y me sorprendí cuando ella jaló de mi brazo hacia dentro. Con sus manos expertas desabrochó mi camisa y la dejó en el suelo. No tardé en comprender que su boca estaba sobre la mía por el sabor del labial que estaba usando.

Y entendía la situación; pero no me la esperaba por increíble que fuese.

—Lex —rugí mientras sentía su boca devorándome—, no.

—Vamos cariño, sé que lo quieres así —ronroneó ella, desabrochando ahora el botón de mis pantalones—. Nunca me has dicho que no. Y no creo que quieras hacerlo.

Ella estaba jadeando. Yo estaba furioso. No era una buena combinación, pero aún me quedaba cordura.

—Estamos en un espacio público, no pienso hacerlo aquí contigo.

—Nunca te ha importado en dónde lo hagamos, ¿o sí? Además será más excitante. Sólo piensa en mí gimiendo contigo mientras me cubres la boca para no delatarnos.

—Lex —protesté.

Ella se limitó a callarme con sus labios de nuevo. Todavía no había besado a Allison, aun teniendo la oportunidad de hacerlo varias veces, pero de algún modo sabía que besar a Lexie no era lo mismo que besarla a ella.

Sin embargo tenía que dejar de compararla con todo el mundo.

La chica excitada que tenía en frente rodeó sus piernas en mi cintura y entonces la aprisioné contra la pared del vestidor. Se me estaba yendo de las manos, pero tenía que olvidarme un segundo de todo lo ocurrido con Allison la última semana. Sobre todo la parte en la que vi su perfecto cuello al aire, incitándome a morderlo.

—Mm —gimió Lexie mientras disfrutaba de mi boca en su cuello.

—Calla —ordené.

De algún modo, terminamos haciendo lo que ella había querido hacer desde un principio.

Yo no fuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora